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    Espero que os guste
    VENGANZA Y PLACER

    Aquella tarde, era tranquila, lo normal para un día de verano, a última hora, tenía una clienta habitual, había llamado esa misma mañana, la conocía muy bien, poco a poco iba preparando lo que utilizaría con ella, cuando se acercaba la hora, empecé a escuchar lo que parecía una regañina, no lo di mucha importancia, pues al lado había una academia y era lo más normal, a los pocos segundos, sentí la puerta.
    – ¡Te he dicho que te calles!
    – Pero mama, ya, déjalo.
    – ¿Qué lo deje? ¿Tú crees que lo voy a dejar?
    – No fue para tanto.
    – ¿No fue para tanto? Siéntate y calladita.
    Me quede completamente paralizado, solo podía mirar, pues la madre seguía con la charla a su hija, la cual no dejaba de contestar, pese a la insistencia de su madre a quedarse callada, cuando ya se calmaron, la madre se dirigió hacia mí como si nada hubiera pasado, me sorprendió que pidió cita para ella a la semana siguiente, imagine que la cita seria para su hija, apenas terminaba de apuntar, la madre ya la estaba ordenado que se sentara en el sillón, me acerque un poco intrigado, pues no entendía nada de lo que estaba pasando.
    – ¿Qué quieres que te haga?
    – ¿Ves la melena? Pues que no quede ni un solo pelo.
    – ¿Esta segura?
    – Sí, estoy segura, las faltas de respeto, desobediencias, el hacer lo que a una la de la gana, se acabo.
    – ¡Pero mama! Basta ya.
    – ¡Te quieres callar!
    – Ya, aprendí la lección, déjalo por favor.
    – ¿La has aprendido? Pues muy bien, pero cállate de una vez.
    – ¿Entonces? Que hacemos.
    – Se lo rapas bien al cero y luego ya veremos…
    La larga melena negra de aquella chica, iba a ser pasto de la maquina en cuestión de minutos, mientras mi cabeza no dejaba de pensar en lo que pudo pasar para llegar a ese extremo, pero a la madre se la veía muy convencida, pues al preguntar si quería o no coleta, esta dijo tajante que no, que al cero directamente, limpie y engrase la maquina, la encendí, me coloque en posición, pero su madre me dijo que no, que esperara un momento, no sé si fue ella, o seria magia, pero sonó el teléfono en ese mismo momento, al ser el móvil, viendo como estaba la cosa, atendí la llamada fuera, lo cual no me impidió escuchar la conversación.

    – Vamos, empieza.
    – Ya vale, no sigas.
    – Que empieces, vamos.
    – Ya déjalo mama, por favor.
    – ¡Te he dicho que empieces!
    A través de la ventana, vi como aquella chica, agarraba la maquinilla, su madre, la dio una voz, para que se quedara firme frente al espejo, empezó a contar y acto seguido la chica se dio la primera pasada por la frente, al ver los pelos caer, hizo el amago de agacharse, pero un grito, la hizo seguir, no eran pasadas muy largas, pero si lo suficientes, para que los mechones cayeran suelo, al cabo de un par de minutos, colgué el teléfono, cuando me dirigí hacia ellas, estaba completamente temblorosa.
    – Siéntate y te pongo la capa.
    – Vale.
    – No te muevas mucho.
    – Vale.
    La capa rosa, tapo todo su cuerpo, agarre un peine, empecé a separar un poco el pelo, en todo momento su madre no dejaba de mirar, cuando ya lo tenía peinado, agarre la maquina y seguí por donde ella había empezado, a cada pasada que daba, veía como sus lagrimas caían, pero su madre se encargaba de devolverla a la realidad, tras unos minutos dejo de llorar, clavo su mirada en el espejo, empecé a notar su respiración, me daba la impresión que había pasado de sufrir a gozar con la rapada, cosa que confirme, pues su cara empezaba a cambiar se tornaba relajada, notaba como se acomodaba cada vez que paraba.
    Su madre salió de la peluquería, pensé que empezaría a llorar de nuevo, pero no, a cada pasada que daba, su cara cambiaba, en una de las pasadas, saco el brazo, cogió uno de sus mechones y esbozo una sonrisa, soltó el mechón, cuando de nuevo su madre entro, al verla completamente calva, pidió el afeitado, ella no se inmuto, empecé a enjabonar su cabeza, me sorprendía que no decía nada, cuando se vio completamente blanca, parpadeo un par de veces.
    Con la navaja, con cuidado, afeitaba su cabeza, su madre seguía expectante, mientras ella, en silencio seguía mirándose al espejo, el sonido de la navaja, creo que empezaba a excitar notaba si piel erizada y unos movimientos extraños, cuando su madre vio la hora, me pidió que terminara, acelere el ritmo, cuando termine, la quite la capa, no me podía creer lo que veían mis ojos, aquella chica que entro con una larga melena negra, vestida con unos shorts vaqueros y un top naranja, estuviera más guapa sin pelo que con él, cuando ella se vio, empezó a tocarse su cabeza, su sonrisa era cada vez mayor, su madre entre tanto, ya estaba cogiendo cita, para dentro de un mes, para repetir el proceso.
    Y así fue aquella tarde de Julio, a las 19:30 de la tarde estaba allí, esta vez sola, llevaba un vestido de tirantes azul claro, estaba increíble con el pelo, para un mes, parecía que llevara dos meses sin raparse, se sentó, la coloque la capa, la pregunte, ella me afirmo y comencé mi trabajo, desde el principio estaba excitada, pues su cara y respiraciones lo decían todo.
    Cuando llego su madre, aun estaba a la mitad, se acerco hacia ella, me pidió la maquina y siguió ella rapando a toda velocidad, cuando termino, me pidió la crema y la navaja, ella esta vez fue quien la dejo calva, claro que su cara cambio, pues paso del gozo a sufrir, el ver el poco pelo caer sobre la capa, cuando termino, repase un poco, quite la capa, cuando quiso tocarse, su madre la paró en seco, pago y se marcharon.
    Lo más sorprendente de todo, fue al día siguiente, cuando se presento a última hora, con el mismo vestido, me pidió que no dijera nada, pero quería seguir sin pelo, pues pese a todo le gusto la experiencia, me confesó que cuando ella se marchara, se quedaría sola, quería que fuera su peluquero, que mantuviera su cabeza sin pelo por mucho tiempo, pero algo debió de pasar, pues durante todo el mes de agosto, los viernes, venia acompañada de su madre, rapada y afeitada, pero su cara era más bien de tristeza.
    A los pocos meses, no recuerdo, si fue Noviembre o Diciembre, entro a saludar, me conto que ya se había ido, que necesita dejar su cabeza calva, como no tenia gente y era hora de cerrar, la invite a sentarse, colocar la capa y raparla al cero deprisa, cuando se percato me pidió que parara, que quería disfrutar del corte, cuando la dije que aun quedara el afeitado y que dejaría que ella se afeitara, se quedo callada, esperando el momento.
    Digno de ver a aquella chica, cuchilla en mano, afeitando su cabeza, no tiene precio, desde ese día, nos hicimos muy buenos amigos, inventa e invento nuevas formas de raparla, pues con el paso de los meses no extraña su larga melena….