Cabina de peluquería (mdj)

Julia caminaba apresurada entre la muchedumbre por la ciudad subterránea. Las calles del siglo XXI era grandísimas. Grandes espacios peatonales subterráneos guardaban a la gente de la calle de la creciente circulación de vehículos. Ella podía caminar tranquilamente sin preocuparse de los coches mientras hacía las compras durante la hora del almuerzo.

Julia estuvo las cabinas de peluquería. Justo al lado de las máquinas de comida rápida se encontraban tres de estas cabinas.

El trabajo de Julia como programadora de robótica la tenía frenéticamente ocupada. Para ella era normal llegar a casa tarde y no encontrar nada de comer en casa. Peor aún era cuando se olvidaba de pagar la electricidad y la compañía se la cortaba. Julia se propuso a sí misma comenzar el nuevo año 2060 con buen piel y acostumbrarse a una hora de almuerzo que aprovecharía para realizar las compras que necesitara, pagar los gastos y descansar.

Las cabinas de peluquería eran una gran ventaja para julia. Ella podría ir de vez en cuando a cortarse el pelo a un salón, pero la aparición de estas cabinas significaba que en solo quince minutos, durante su hora de almuerzo, le realizaban su corte de pelo era mucho mejor. Es cierto que no se tenía el mismo trato que en un salón, donde te atienda un profesional, pero ella se propuso ahorrar dinero y tiempo y esta era la mejor alternativa.

De las tres cabinas había una libre. Julia abrió la puerta y se metió dentro antes que llegara cualquier otra persona.

Se sentó en la silla y esperó a que los sensores reconocieran su peso y la forma de su cabeza.

La pantalla comenzó a preguntarle:

¿CHICO O CHICA?

Julia seleccionó “chica”.

¿CUÁNDO LAVÓ SU PELO POR ÚLTIMA VEZ?

Julia seleccionó “esta mañana”.

SELECCIONE QUÉ PRODUCTOS SUELE USAR CON SU PELO

Fue preguntada por si usaba fijadores, lacas, etc. Julia, que no era habitual de usarlos, marcó “ninguno”.

SELECCIONE SU TIPO DE PELO

El cabello de Julia no era fino pero tampoco grueso. Ella marcó “medio” y “liso”.

En tan solo un nanosegundo la maquina procesó la información y en la pantalla apareció el mensaje:

ESCOJA AHORA SU ESTILO:

Julia era una chica conservadora. Su pelo castaño le gustaba lo suficientemente largo para recogérselo, pero no demasiado más largo porque le resultaba molesto. Habitualmente llevaba la melena por los hombros. Hacía tres mes desde la última vez que se cortó el pelo y a Julia ya le molestaba esa longitud. Ella miró rápidamente las distintas fotos de la máquina y encontró el que más le gustó: Número A165 (melena por los hombros con flequillo tocando las cejas).

A CONTINUACIÓN, PROCEDA AL PAGO DE LA CANTIDAD MOSTRADA

Julia introdujo su tarjeta de crédito y una vez echa la transición la pantalla indicó:

SIÉNTESE EN LA SILLA DERECHA Y COLOQUE SUS BRAZOS EN LOS REPOSABRAZOS. NO SE MUEVA HASTA QUE TERMINE SU CORTE.
Julia lo hizo, aunque a pesar de ser programadora y saber que estos dispositivos eran muy fiables, se puso algo nerviosa. Cuando ella puso los brazos, las correas fueron cerradas a su alrededor para que permaneciera inmóvil. Unas guías presionaron sus mejillas para colocar la cabeza a al altura necesaria. Al ser bajita, la máquina elevó la silla para estar a la altura correcta para que la máquina pudiera funcionar. Otro dispositivo le sujetó la barbilla para evitar que moviera la cabeza durante el corte. En estos momentos ella estaba expuesta a lo que la máquina le hiciera.
La máquina colocó una tira blanca en el cuello de Julia y procedió a analizar su pelo a través de una luz que brillaba de arriba abajo en su pelo. Tras moverse por toda la cabeza, la máquina comenzó a cepillar la media melena marrón de Julia.

Esta era una sensación agradable para Julia. Las “manos” robóticas hacían esta operación gran delicadeza. Una vez que la máquina desenredó su pelo la pantalla se encendió:

PREPARÁNDOSE PARA CORTAR

Un casco descendió y cubrió completamente la cabeza de Julia. Había suficiente espacio para permitir que entrara el aire para respirar.
Julia entonces reaccionó. Ella no recordaba nunca ese casco.
¿Qué pasa? Dijo Julia al aire, dado que nadie la escuchaba. De nuevo aparecieron otros brazos de la máquina que procedieron a cortar el pelo a la longitud requerida.

Ella intentó soltarse pero no había manera. Estas máquinas amarraban con seguridad para evitar cualquier accidente durante el corte.

Julia se sentía inmóvil. ¿Qué se escuchaba?

Cuando empezó a sentir que su pelo era cortado de nuevo le vino a la cabeza la imagen de una máquina cortapelo.

¡Para! Gritó Julia intentando moverse, pero era inútil. Julia estaba atrapada bajo un casco que la estaba rapando. No tenía ni idea de a qué longitud estaba cortando su pelo. La ruidosa máquina continuaba de forma rápida su trabajo y Julia cada vez sentía más la sensación de las láminas pasando por su cabeza.

La máquina paró para desplazarse a la parte de arriba. Allí comenzó de nuevo a rapar la melena marrón de Julia. Ella miraba incrédula como caían sobre sus hombros mechones que podían medir la totalidad de su pelo. No quería ni imaginar lo que la máquina estaba haciéndole debajo de ese casco.

La máquina volvió a su posición original y en un momento sintió otra máquina más pequeña que le atravesaba toda su cabeza. Esta vez sin embargo apenas caída pelo. Solo pequeños trocitos de menos de dos milímetros.

Julia buscaba apresurada un botón de emergencia que nunca encontró. No le quedaba ninguna opción, más que esperar a que la maquina terminara con su trabajo.

Julia comenzó a sentir frío en su cabeza y sus orejas. No quería ni imaginar lo que le había pasado. No podía creerse que el pelo que resbalaba por sus hombros y sus rodillas era suyo.

Una vez que la máquina paró Julia comenzó a tranquilizarse pero el casco bajó de nuevo restregando algo caliente y cremoso en su cabeza. En segundos una cuchilla estaba afeitando la nuca, otras dos los lados y otra la parte de arriba de su cabeza desde la frente.
Por si no lo quería creer, la máquina mostró en pantalla:
“Una maquinilla de afeitar se está utilizando en su cabeza. Evite moverse por su seguridad”

Al menos Julia sintió cinco veces las pasadas de la máquina por los lados, su frente y su nuca. Ella sabía lo que le esperaba al terminar, pero deseaba que la pesadilla terminara cuanto antes. No fue así. En la máquina, un mensaje alertó: «A continuación depilación integral de cejas, no se mueva por seguridad y cierre los ojos». Una pequeña cuchilla pasó rápidamente por la línea de sus cejas haciéndolas desaparecer.

Después se levantó el casco y un sensor con aire secó su cabeza, procediendo a ponerle una crema hidratante.

Cuando se levantó el sensor Julia suspiró. Ella comenzó a temblar solo de pensar como era su cabeza ahora.

Las correas de los brazos se aflojaron liberando a Julia de la maldita máquina. Ella miraba al suelo donde yacía el pelo que formaba su ya desaparecida melena. Una aspiradora lo limpió todo en segundos haciéndolo desaparecer.

En pleno silencio, el sonido de un espejo que descendía le hizo cerrar los ojos. Cuando los abrió Julia no podría creer que lo que veía fuera ella. Su cara resplandecía blanca y brillante. Su pelo había desaparecido completamente. Julia estalló a llorar a mares. ¡Mi pelo! ¡Por qué a mi! Ella tocó con sus manos su nuca, por arriba, sus lados, pero no había el más mínimo rastro de pelo. La máquina había cumplido eficientemente su trabajo y la cabeza de Julia era ahora una bola de billar que brillaba con el efecto del gel aplicado tras la afeitada.

En ese momento la máquina emitió otro pitido mostrando:

SU CORTE DE PELO HA FINALIZADO. USTED ELIGIÓ C781, CABEZA AFEITADA. ¿ESTÁ SATISFECHA?

Julia, llorando, presionó el botón “no”.

¿DESEA CAMBIAR A OTRO CORTE DE PELO?

“¡No puedo, no tengo ningún pelo!” gritaba Julia golpeando la máquina.
GRACIAS POR VISITAR LA CABINA DE PELUQUERÍA. Le deseamos que tenga un buen día.

Julia tropezó y empujó la puerta intentando salir lo antes posible de aquella maldita máquina.

¡Mira que divertido, mamá! Esa mujer no tiene ningún pelo. Dijo un muchacho a su madre en la calle.

Julia se paró a un lado de la cabina intentando respirar y limpiando su cara. Su pie resbaló con un papel que estaba en el suelo.

El papel decía:

“ESTA CABINA DE PELUQUERÍA ESTÁ FUERA DE SERVICIO. DISCULPEN LAS MOLESTIAS”.

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Author: mdj

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