Memorias de un soldado I (Braveheart)

El avance a través de Francia había sido más fácil de lo que pensaban. Puesto que los nazis no habían pensado jamás que los aliados fuesen capaces de hacer un ataque frontal por mar, cosa que los había pillado por sorpresa, aunque no por ello fue cosa fácil: miles de hombre murieron en pocas horas.

En la noche, mientras saltaba sobre la retaguardia alemana, podía escuchar el ruido ensordecedor de los motores de los aviones que nos lanzaban desde el aire, y que muy a menudo eran alcanzados por los antiaéreos enemigos, encendiéndose en llamas y cayendo en picado antes de poder lanzar su carga.

Los que teníamos más suerte y conseguíamos escapar de perecer quemados vivos, saltando justo a tiempo, podíamos escuchar el sonido de las explosiones, de paracaídas abriéndose y de las balas que pasaban silbando a nuestro alrededor, rezando de forma egoísta para que fuese a otro al que alcanzaran.

Cientos de cadáveres llovían del cielo colgados de paracaídas, iluminados por las llamas, las explosiones y los cañones de luz antiaéreos, los cuales caían como sacos contra el suelo a nuestro alrededor.

Los que conseguimos salir con vida de tal carnicería, nos agrupamos como pudimos y nos dirigimos hacia la costa, a destruir todas las piezas de artillería alemana desde atrás para favorecer el desembarco de nuestras tropas.

Hicimos nuestro trabajo y conseguimos que los alemanes retrocedieran después del gran desembarco, dejando Francia para reagruparse en Holanda, eso sí, a costa de muchas mas vidas que perecieron en ese victorioso pero fatídico día D.

Y aquí me encontraba yo, en medio de Eindhoven, flirteando con varias las guapas holandesas, al igual que mis demás compañeros, rodeados de una gran multitud que nos daba la bienvenida, después de soportar la opresión nazi.

Me encontraba abrazado a una  morena exuberante,  a la cual tenía agarrada por la cintura con una mano mientras que con la otra le acariciaba su precioso y ondulado pelo castaño, el cual le llegaba por media espalda, mientras que observaba su bello rostro adornado con unos preciosos ojos azules como el mas bello de los lagos de Austria que vería más tarde.

Mi pene comenzaba a ponerse erecto mientras que sentía esos carnosos labios sobre los míos. De repente había olvidado donde me encontraba y solo quería permanecer abrazado en un beso eterno saboreando esa dulce miel que estaba saboreando.

De repente un sobresalto me despertó de mi sueño cuando un alto y desgarbado holandés la separó de mi lado y la arrastro junto con la multitud que se encontraba celebrando nuestra llegada, al igual que a otras tantas.

Estuve apunto de atacar a nuestro agresor cuando el brazo de mi capitán me sujeto a la vez que un hombre de mediana edad, se presentaba ante nosotros diciendo en un básico inglés que era de la resistencia Holandesa, a la vez que intentaba justificar tal acto con varias palabras: “nazi”, “colaborador”.
A todos se nos partía el alma cuando veíamos como eran arrastradas y empujadas muchas mujeres, entre algún golpe que otro y las agrupaban junto a algunos carros, en los cuales se había improvisado una silla como asiento, y en las que comenzaron a sentarlas para que la pudiera ver todo el mundo.

Acto seguido, comenzaron a propinarles tijeretazos a diestro y siniestro sobre sus bellos y cuidados cabellos, los cuales pronto se veían reducidos a despojos que en otro tiempo fueron admirados por muchos.

Muchas eran las que intentaban resistirse con poco éxito, pues pronto las sujetaban entre varios hombres mientras que otros procedían a ejecutar su castigo, resignándose otras a su suerte, pues sabían que auque consiguieran saltar de su patíbulo, nada podrían hacer contra una multitud que seguramente estaría mas enojada aun por el intento de fuga.

Entre otras recuerdo a una joven rubia con una melena ondulada que sobrepasaba sus pechos, la cual me miraba fijamente con la mirada perdida llena en lágrimas mientras que un robusto y barrigudo calvo con un gran bigote y un delantal blanco, supongo que un barbero del pueblo, comenzaba a cortarle el pelo con unas grandes tijeras entre tirones.

De tres grandes tajos sesgo media melena a la altura de las orejas, que continuó cortando en mechones pequeños cada vez mas cerca de la raíz, hasta que comenzó a cortar a ras poseído por un éxtasis de venganza y odio, dejándole la cabeza completamente rapada, salvo por unos pocos trasquilones mas largos.

Acto seguido una pelirroja paso a ocupar su lugar. Esta estaba algo más serena, pero no por ello menos nerviosa. Sus ojos también detonaban una gran tristeza, una gran carga  que aumentaría con el peso del pelo que iba a perder,

El improvisado peluquero comenzó a rebajar su melena rizada y rojiza que le llegaba a los hombros, cortando mechón a mechón cada uno de todos sus rizos, que pronto desaparecieron, dejando paso a un desigual pero no tan radical corte, que podría ser fácilmente arreglado, eso si a costa de dejar un varonil corte de no mas dos dedos de largo.

Tras la dócil muchacha pelirroja, se sentó, mejor dicho sentaron a la fuerza a una alta y esbelta joven morena que lucía una ondulada y larga melena típica de la época, que desde un primer momento se había resistido y que había necesitado de la ayuda de dos hombres jóvenes para reducirla en su asiento.

El efecto tranquilizador que su anterior compañera de desdicha había tenido en su verdugo, fue superado rápidamente por el odio y la ira al ver la resistencia que su “clienta” estaba presentando, lo que provoco que dejara sus tijeras para ayudar a reducirla.

Una vez la tuvieron bien sujeta los dos jóvenes, el viejo ejecutor sacó de un bolsillo un nuevo instrumento de tortura y se lo paso por delante del rostro a su presa, que nada mas verla, puso mas cara de espanto que todas sus predecesoras, al ver que se trataba de una maquina manual cortapelo, muy utilizada para rasurar los laterales de los jóvenes de ese tiempo.

Con fuerza el juez y a la vez verdugo sujeto con fuerza la cabeza de su victima y cogiéndola del pelo la obligó a agacharla hacia delante en señal de sumisión a pesar de toda su resistencia, para acto seguido comenzar a raparle al cero toda la cabeza sin ton ni son, eso si cuidando de que todo su pelo cayera sobre su regazo, para ejercer un mayor correctivo a su indomable víctima.

Rapó y rapo sin compasión, sin peine alguno en su cortapelo,  consiguiendo un acabado que solo una cosa podría apurar más: una navaja, que no tardo en sacar y en enseñar a su presa.

Poco a poco había dejado de oponer resistencia por el cansancio y su mirada de rabia y odio de la que se escapa alguna lágrima, había dado paso a un mirada de tristeza y resignación de la cual brotaban un torrente de lágrimas al ver toda su bonita y morena melena sobre su regazo. Este castigo no fue tan grande como el hecho de ver la reluciente y afilada navaja de afeitar del barbero.

Un pequeño cubo de agua fue volcado sobre su cabeza, el cual hizo que despertara momentáneamente de su autismo, pero pronto dio paso de nuevo a  una
Pesadumbre aun mayor que la anterior, en cuanto sintió el rasgar de la cuchilla sobre su cabeza, que lenta y concienzudamente fue infundiendo su ejecutor, siempre acabándolo a contrapelo para apurar el afeitado al máximo.

Ya no le quedaba duda, sabia que no le dejaría ni un solo rastrojo de lo que fue su melena, porque comenzaba a sentir el frescor del aire por donde había pasado la navaja, la cual estaba ya casi acabando, pues solo quedaba la nuca, que cuando fue apurada completamente, fue recibida por la gran mayoría de los holandeses entre vítores y aplausos, mientras que el barbero aplicaba un ungüento para dar más brillo a la lisa cabeza de la joven.

Un cruel joven le acerco un pequeño espejo sacado de no se donde para que pudiera ver el resultado de su condena, mientras que a su vez el rechoncho barbero le acariciaba su completa cabeza calva para que sintiera cual lisa estaba.

El golpe al verse fue mucho mayor del que pudo soportar, antes de desmayarse, comenzó a llorar aún mas desconsoladamente que antes, en cuanto vio su cabeza completamente blanca y lisa, que contrastaba con su cara blanca y sus grandes ojos azules que estaban rodeados de un sanguinolento mar de rojos capilares que derramaban un sin cesar de lagrimas.

mdj
Author: mdj

Deja una respuesta

Leave the field below empty!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.