Nueva temporada (Claudia)

Hacía dos meses que Alicia había entrado en aquella agencia de modelos. Desde entonces había trabajado en algunos anuncios publicitarios, pero siempre con un papel secundario y más bien poco reconocido. Desde hacía unos 10 días no le llegaba ningún trabajillo. Pero la suerte cambió. Aquella tarde recibió una llamada de la coordinadora de la agencia:

Hola Alicia, nos ha llegado un encargo de una cadena de peluquerías. Necesitan a un montón de chicas para presentar la nueva colección primavera-verano. Tendrías que estar ahí mañana por la mañana. No deberías perder la oportunidad: es una cadena con mucho prestigio y te van a pagar mucho mejor que los trabajos que has tenido hasta hoy. Lo único que me han pedido es un documento por tu parte en el que se especifique tu consentimiento para cedirles tu imagen y tu permiso para hacerte el peinado que ellos decidan… Eso es normal en las modelos que trabajan para peluquería.
O sea, que pueden hacer lo que quieran con mi pelo..
Sí Alicia. Yo creo que te vendrá muy bien el trabajo: además de las sesiones de fotos, que están muy bien pagadas, el trabajo supone casi un mes y medio de desfile y presentaciones. Va a ser una buena experiencia para ti. Además, no creo que quieran hacerte un peinado que no te quede bien…
Bueno, si tu lo dices…

Alicia tenía 19 años. Después de pasar por el bachillerato y de no obtener unos buenos resultados había entrado en la agencia gracias al contacto que le pasó una amiga. En el instituto Alicia había sido siempre una chica de las que no pasan desapercibidas. A pesar de ello, era como un fruto prohibido al que ningún chico había tenido acceso. Y eso la hacía si cabe aún más atractiva. Era más bien alta y de piel muy blanca y suave. Sus ojos eran oscuros y expresivos y su pelo castaño oscuro, largo hasta media espalda y siempre muy bien cuidado. Cuando entró en la agencia conservó el mismo peinado, un largo igualado con una raya central que le daba un aire muy elegante.

Era un domingo por la mañana y Alicia se dirigía a la peluquería central de la cadena por la que iba a trabajar. Allí habían convocado a todas las modelos, a las diez de la mañana de un domingo, el único día en el que la peluquería cerraba al público. La cadena por la que iba a trabajar era muy conocida en la ciudad. Tenía peluquerías en el extranjero y era muy moderna: sus peinados solían marcar tendencia en muchos salones de la ciudad.

A las 9:50 cruzó la puerta del salón. Dió su nombre a la recepcionista y ésta la hizo sentarse en la estupenda sala de espera, una zona de sofás de piel blanca donde ya se encontraban algunas chicas, probablemente también modelos. Algunas escuchaban música en su discman, otras leían un libro… y también las había que no hacían nada, que observavan el ir y venir de peluqueras y modelos con inquietud y nerviosismo poco disimulado. Alicia se sentó. Estaba nerviosa, bastante nerviosa. Se tocó el pelo, que llevaba recogido en una larga cola. El ambiente estaba más bien cargado. Hacía calor.

Minutos después, dos chicas vestidas con el uniforme de la peluquería se acercaron a la zona de espera y preguntaron por Alicia y por otra chica.

Si vienes te vamos a hacer unas fotos antes de peinarte.
(…)

Después de la rápida sesión de fotos, la chica con uniforme blanco la acompañó a una pequeña cafetería que había en el interior del salón.

Tómate un café. En diez minutos te vengo a buscar y te lavo el pelo.
¿Vas a ser tu la que me corte?
No, no… no tengo ni idea de quien te va a cortar. Cuando lleguen las estilistas van a decidir como se reparten a las modelos. No creo que tarden en llegar. Si quieres un consejo, tómatelo con calma. Ellas van a llegar muy estresadas y cuanto menos cosas digas mejor…. Bueno, ahora nos vemos!

Al poco rato Alicia vio como iban llegando las estilistas. Eran bastante jóvenes y lucían peinados modernos pero discretos. La mayoría se dirigían a una especie de despacho donde iban a ultimar los últimos detalles de la sesión. El fotógrafo ya se había encargado de enviar las fotografías digitales al ordenador portátil que tenían en el despacho. En aquel despacho se decidiría cual sería el peinado para Alicia.

Mientrastanto Alicia ya se encontraba en la zona de lavado. La chica que la había acompañado antes le lavaba su larga melena.

¿Vaya melena, no?
Estoy un poco nerviosa. A ver qué me hacen.
Tú tranquila, que el pelo vuelve a crecer. No tengas miedo. Piensa que son buenísimas.

Una vez lavado, la chica acompañó a Alicia a uno de los puestos de la peluquería. Se sentó frente al espejo mientras la chica le peinaba el pelo hacia atrás. Una vez peinado, una gran capa de color gris claro envolvió el cuello de Alicia. Solo su cabeza y su pelo sobresalían por encima de la capa. La inquietud crecía en el interior de Alicia aún sin saber qué es lo que iba a pasar. Nunca había llevado el pelo de otra forma y era evidente que ahora eso iba a cambiar. Otras modelos, también con el pelo largo, también pasaron cerca de su puesto con el pelo húmedo, recién lavado.

De pronto llegó la chica que le había lavado el pelo y le colocó una pequeña capa más rígida alrededor del cuello.

Bueno Alicia, ahora te va a atender Esther. Relájate, vale. Bueno,… y despídete de la melena… que te la van a cortar.
El rostro de Alicia palideció.
¿Estas segura?
Sí, Alicia. Esther me ha dicho que te lo comente. Es una de las mejores peluqueras que hay en la ciudad. Mejor no le hagas muchos comentarios.

En aquel momento llego Esther.

¿Bueno, vamos allá?
Vale – le respondió Alicia en un tono tímido, casi no se la oyó.
¿Te llamas Alicia, no? Para la nueva temporada vamos a poner de moda el pelo corto. No te preocupes que te va a quedar muy bien.

La peluquera empezó peinando otra vez la larga melena de Alicia.

Qué pelo tan largo!

Esther sacó unas tijeras de una especie de riñonera donde guardaba sus herramientas. Volvió a peinar el pelo de Alicia. Esta vez partió su melena por una raya central, como habitualmente lo peinaba la propia Alicia y probó las tijeras al aire un par de veces. Suavemente cogió un abundante mechón de pelo lateral y lo colocó entre sus dedos. Alicia estaba completamente bloqueada, el corazón le latía intensamente. Cerró los ojos suavemente e intentó relajarse justo en el momento en que Esther empezó a cortar el mechón que tenía entre sus dedos. El largo mechón de pelo oscuro y húmedo fue cayendo al suelo de la peluquería. Alicia volvió a abrir los ojos. La parte derecha de su melena estaba desapareciendo. Esther iba vaciando su melena poco a poco. Alicia dirigió su mirada al suelo y vió como su pelo cubría ya una extensa zona. Esther cortaba ahora la zona trasera de su melena. Alicia podía oír como el pelo caía en el suelo, podía sentir su nuca más ligera. Su peinado era ahora una especie de bob cortado a capas a excepción de la parte izquierda de su melena, que aún conservaba su aspecto inicial. En poco minutos también esta zona fue asemejándose poco a poco al resto del pelo. Alicia había perdido definitivamente su melena. Se sentía rarísima. Su rostro estaba mucho más enrojecido por la tensión que estaba soportando.

Ahora, Esther se sacó de la chistera un flequillo. Peinó el pelo de Alicia tipo paje y empejó a despejar el flequillo, que ahora cubría medio rostro de Alicia, más allá de su delicada nariz. Las tijeras de Esther empezaron a cortar muy cerca de la raiz dejando a su paso un flequillo cortísimo. Alicia lo contemplaba horrorizada. Quería llorar pero una voz interior le pedía a gritos que fuera profesional.

El flequillo supercorto era ya una realidad. Entonces, Esther fue vaciando aún más los laterales y la nuca de Alicia. “Diós mío, me lo está cortando como a un chico”-pensó Alicia. El suelo era un auténtico espectáculo. Nadie se había preocupado de tocar ni uno solo de los pelos que yacían en el suelo. La preciosa melena de Alicia permenecía inmóvil y sin vida. Era ya historia.

Esther estaba terminando con el nuevo look de Alicia, que lucía ahora un estilo garçon muy corto, con un flequillo más corto si cabe. Había sufrido un cambio espectacular.

La chica que había lavado el pelo a Alicia le retiró la capa. Una nueva masa de pelo cayó al suelo mientras otra chica empezaba a barrer la melena de Alicia del suelo. Al levantarse Alicia notó el aire acariciando sus orejas. Hasta entonces casi siempre las tenía cubiertas por su melena. La chica acompañó a Alicia a la zona de lavado y le volvió a masajear su pelo, ahora corto.

¿Te queda muy bien eh?
Si.-respondió Alicia de modo indeciso y con un tono bajo de voz.

Mientras le volvían a lavar el pelo echó a llorar.

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Author: mdj

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