Vuelta de la movida (Tomás S.)

Sam y Elena regresaban de una noche de marcha. Habían estado en varios bares donde habían consumido unas copas y además jugado al billar americano. Raramente habían regresado más temprano de lo normal, eran las dos 2 am cuando siempre solían regresar sobre las 4 o las 5.

A Sam le encantaba lo que venía, llegaban a casa de ella, aparcaban el coche sobre la acera en la puerta y se enrollaban, era la despedida de todos los sábados cuando no se iban a un descampado cercano a dar rienda suelta a su amor. No había sexo total pero sí llegaban a veces al sexo oral casi desnudos.

Estando ya aparcados, quitó la llave del contacto y ella dijo: “Mis padres no están, entra y tomamos algo”. De un salto Sam ya estaba en la puerta de la casa. Subieron el largo pasillo que iba al salón, se sentó en el sofá pero le extrañó que Elena no pasase a su habitación a ponerse algo sexy y quitarse su minifalda negra, sus zapatos de tacón alto y su blusa de botones.

Le puso una copa, colocó la tele y se sentó junto a él. Había una película, se pusieron a verla aunque a Sam lo que le apetecía era hacer otra cosa, la habitación estaba cerca, o ¿por qué no? En el sofá.

De repente, pensó, “hay que acabar con la tele”. En ese momento dijo: “Elena, ¿por qué no jugamos a algo? La tele está muy aburrida”, “Venga” Respondió él.

Mira, cogemos las cartas y jugamos a algo, no se el cinquillo, la brisca, el tute, escribimos varios papeles cada uno con algo que le gustaría que el otro hiciese si pierde. El que pierda coge un papel y lo hace. Si se niega tendrá que sufrir un buen castigo.

“Vale”. Dijo Elena.

Jugaron un rato y ganó él. En su papel ponía salir a la calle en bragas y andar por ella durante dos minutos. Elena se negó a hacerlo, vivía allí desde hacía muchos años y era una calle de pocos vecinos, todos se conocían, si hacía eso por la mañana sus padres sabían lo que había pasado.

“No, por favor eso no”.

Entonces Sam dijo, “ah pues convénceme de que te lo perdone”, mientras él esperaba algo del estilo, hagamos el amor en mi habitación o hazme el amor por detrás, cosa que él ya le había propuesto alguna vez y a lo que Elena se había negado ella dijo: “mira, cojo otro papel y hago algo más de lo que diga, por ejemplo tómate un chupo de un sorbo, me tomo dos, así compenso no hacer esto”. Sam aceptó y la dejó coger otro papel que, afortunadamente para él no ponía nada así. Los ojos de Elena se abrieron mucho nada más desdoblar el papel.

Él le dijo: – “venga lee lo que dice”. Ella tragó saliva y entre el cierto mareo de las copas que había bebido por los bares y la lectura del papel que se hacía complicada con todas las letras moviéndose dijo. “corde de pelos”. “No, no espera, pone cordiel de qelos”. Sam cogió el papel y dijo: “noooo, cielo pone, corte de pelo”.

Se vió perdida, no sabía qué querría hacerle pero si le proponía el corte que fuese ahora iba a ser mucho más corto para compensar no haber salido a la calle casi desnuda. Por otro lado Elena sabía que a él le había gustado mucho cuando le cortó su melena morena y rizada. De la cintura se la había dejado por los hombros. Ya le había crecido y la tenía casi por media espalda.

“¿Y qué quieres hacerme? Me gustaría un corte de puntas como un dedo y hacerme un flequillo por la línea de las cejas. Bueno no me desagrada, házmelo”. El respondió: “cielo, vale haremos eso pero recuerda que viene la propina por no cumplir lo puesto en el primer papel. Debo cortar algo mas ¿no crees?”. Ella le dijo: “a ver, Sam me lo cambias por cortarme el pelo con un bob larguito, no se en vez de cortarme las puntas me cortas una cuarta y me haces ese que me gusta”. A él se le iluminaron los ojos. Pero era su oportunidad de hacerle un BUEN CORTE. Ese buen corte era dejarlo mucho más corto que un bob. Sin embargo fingió aceptar con una pequeña sonrisa ciertamente malvada en sus labios.

“Venga, prepáralo todo. Mientras voy a ponerme cómoda”. “No quédate así, ya te pongo una capita para que no te manches la ropa”. Dijo Elena. Sam pensó qué corte le haría, le encantaba la idea de raparle la cabeza pero sabía que para eso ella debería tener algunas copas más encima por lo que pensó en poner una página de Internet de cortes cortos y que ella eligiese. La idea del bob parecía poco arriesgada. Entró en una página en la que se mostraban miles de cortes puestos por categorías. Llamó a Elena que se había ido un momento a la cocina.

“No, no, has perdido con la ropa que traías ahora deberás quedarte con ella. Bueno puedes quitarte una pero no cambiarla por ninguna otra.”

“Por lo menos, me quitaré la blusa, se va a poner perdida y no quiero tener que lavarla mañana”. Se quedó en sujetador, minifalda y zapatos.

Sam le dijo: “Mira estoy de buenas, siéntate y elige un corte”. Tras tenerlo todo listo en el salón fue a la habitación del ordenador y le preguntó cual le gustaba. Él mientras se fue. “Te doy dos minutos, creo que podemos hacer algo mejor que el bob, mira a ver qué te parece”. Elena aún estaba indecisa, ya entendía que un bob no iba a ser lo que su novio le hiciese y no sabía qué elegir “más largo no me va a dejar ahora que le diga y más corto me va a dejar como una bombilla”. Sam regresó y ella no había elegido. “Vale cielo eso te costará más caro aún”, cogió una silla de estudio con ruedas que tenía su chica en casa y le dijo siéntate aquí, vamos a elegir rápido”. Mientras ella miraba unas fotos atentamente él cogio una de sus manos y se la llevó para atrás, al momento cogió la otra y la llevó también mientras ella se giraba para ver lo que hacía. Con unos movimientos rápidos se las amarró con unas esposas suaves con las que jugaban a veces a juegos eróticos. No había solución, era prisionera de su novio-peluquero, la cosa iba a ser dura, luego se agachó y le sujetó ambas piernas a la altura de los tobillos a la silla. Elena dijo: “¿qué haces?”, “es que no quiero que te muevas, va a ser un corte algo cortito y si te mueves te puedo hacer un bocadito y tener que cortar más, simple precaución cari”.

Sam se impacientaba por lo que dijo, -¡vale, espera. Mira para ese lado, ahora dime un número del 1 al 100!.

Ella, se sobresaltó, había visto en esa página bobs, pixies, cortes a los garcon, rapados e incluso afeitados y ahora debía elegir uno. Por si recordaba donde estaba la foto de alguno él mientras cambió las fotos de orden y pasó varias páginas para que ella no supiese donde estaban las fotos y no las recordara.

Sam dijo “bien dime ya o elijo yo y mejor que yo no lo haga o…” ella le cortó diciendo el 49. En cada línea había 7 fotos, Sam fue bajando hasta que llegó a la séptima línea, la última era una pasada… no dejó a Elena verlo, aunque ella insistía, el le dijo –“No, has elegido, me gusta para ti, solo te digo que no te voy a rapar ni a afeitar”. “Quédate tranquila”.

Ante la indecisión de ella le dijo: “Ven y siéntate”. Había cogido una silla con respaldo, dejó la tele puesta para que ella se entretuviera.

Sam le enseñó dos capas y le dijo “¿cuál te pongo?” una era muy cortita, llegaba por encima del pecho y la otra corta también y le llegaba la cintura. De todas formas las piernas de Elena quedarían al aire. Sam colocó un poco de papel higiénico sobre el cuello a modo de alzacuello, cogido con la capa más pequeña y cerró el belcro. A Sam le gustaba más así que con la capa que tenía larga, que la cubría entera. Delante de ella había colocado, sobre la mesa todos los útiles, tijeras, maquina manual, maquina eléctrica, peine con cuchillas,…

Llega el momento de ir atrás, le bajó la cabeza hasta casi llevarle la barbilla al pecho y fue cortando mechones y dejándolos caer por delante de los ojos de Elena, no se los tocaba con las manos, con el peine los levantaba y cortaba a tijeras. Luego los lados con la misma forma y por arriba. Le había rebajado el pelo hasta casi la mitad de como lo tenía.

Llegaba el momento de dar forma. Cogió la maquina manual y empezando por detrás fue cortando hasta la altura de las orejas.

“¿me vas a dejar algo?” dijo ella. “SHHHHHHHHHHHHHhh calla, me está encantando”, mientras iba viendo aparecer como por arte de magia, la claridad de la piel de Elena por debajo de la máquina, era un contraste perfecto entre su pelo moreno y su piel clara. Ya verás que bien te queda. Empezó a peinar su pelo y con el peine de corte se lo fue igualando por delante a la altura del cuello y por detrás a la mitad de la oreja.

La intención de Elena fue tocarse con la mano, pero se dio cuenta de que no podía elevarla por la espalda, estaba sujeta con las esposas de latex de sus juegos sexuales.

Fue a la mesa y cogió el bote de espuma y la navaja. Miró a Elena y su cara era una mezcla entre miedo, asombro, incredulidad y placer. No sabía si la iba a afeitar entera, solo un poco, mientras el sacaba la espuma agitando al bote miró al suelo y vio que su pelo estaba todo sobre él. Había mechones muy largos, otros más cortos, pero había mucho pelo. Pensó que estaba casi rapada y ahora le tocaba quedarse sin nada. “Debi salir en bragas a la calle”, pensó. Pero ya era tarde.

Sam se acercó y por el cuello le fue extendiendo la espuma, se tranquilizó pero se sobresaltó de nuevo al ver que le iba untando bastante más arriba del cuello. No podía precisarlo pero casi hasta la altura de las orejas, también le untó por encima de la oreja, los dos laterales. Sam era un experto con la navaja, en pocos movimientos afeitó todo lo que había de espuma.

“Preciosa, cielo. Ve y mírate”. Sin ni siquiera quitarse ni la capa ni las esposas fue a verse. Dios era un corte brutal, un bob por encima de las orejas. Pero quedaba bonito
El resto afeitado. “Bueno es el pago por no ir desnuda a la calle” pensó y lo dio por bueno.

Elena regresó sonriente y le dijo me ha gustado mucho, pero… “quítame las esposas”.

“No, cielo” siéntate. El sillón de peluquero que tenía fue reclinado por Sam y ella quedó en posición casi horizontal, con la navaja cortó sus braguitas y se acercó de nuevo a la mesa. Se encaminó con la espuma y la navaja y se paró justo delante. “No no, cielo está muy largo, espera” cogió la maquinilla manual y le hizo un buen repaso. Ella se sentía completamente mojada. Sam aprovechaba y mientras iba separando sus labios para apurar más con la máquina iba tocando con sus dedos. Terminada la sesión de rapado ella estaba completamente húmeda. Sus manos sujetas a su espalda, tirada en el sillón de bárbero, sus piernas abiertas, su novio tocándola y ahora venía la fría espuma y el acero de la navaja. Definitivamente se corrió mientras la afeitaba. Terminaron, Sam la desató y pasó lo normal…

Elena no se lo pensó y se fue cogida de la mano con él a su cama… le pagó dándole una buena propina. Hicieron el amor como nunca y le afeitó la ingle a Sam en una larga sesión que duró hasta por la mañana donde se mezcló el sexo oral con el anal.

mdj
Author: mdj

2 comentarios

    Esta muy bien, a mi me a gustado mucho. Bien narrado.
    Gracias.

    Me parece una buena historia. Me he puesto en el lugar de Elena y ha sido alucinante imaginarme las escenas. Gracias por tu aportación Tomás.

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