Por primera vez en sus 16 años de vida, Marta se iba a quedar sin vacaciones. Todos los años estaba acostumbrada a viajar un mes con sus padres a la costa, pero esta vez, problemas laborales de su padre impidieron el viaje.Marta era la tÃpica chica despreocupada por su aspecto, bajita, siempre con vaqueros y camisetas,un tanto andrógino de no ser por su melenita a la altura del hombro.Su madre, viéndola un poco angustiada, le propuso una solución: irse ella a pasar un par de semanas con sus tÃos y sobrinos, que vivÃan en un pueblecito del interior. HacÃa tiempo que no los veÃa, y estaba harta de la gran ciudad, asà que aceptó de buen grado.
Tomó el autobús rumbo al pueblo, donde a pie de estación le esperaban sus tÃos y sus dos primos pequeños, Rafa de 7 años y Jaime de 12. Después de los abrazos y besos de rigor, se dirigieron a su casa, en medio del pueblo. Marta deshizo sus maletas, feliz de poder pasar unos dÃas lejos de todo ruido.
A la mañana siguiente, su tÃa le pidió un favor: acompañar a sus hijos a la peluquerÃa, ya que ella tenÃa un montón de cosas que hacer y no le iba a dar tiempo. Marta aceptó de buen grado.
-No te preocupes, que ahora mismo llamo al peluquero y le digo que váis para allà – le dijo-
Marta fue a su habitación a terminar de arreglarse, mientras su tÃa descolgó el teléfono y llamó a la peluquerÃa…
– Antonio? Soy Luisa, oye, que…
– disculpe, señora, antonio se jubiló hace un mes, y ahora soy yo el que me hago cargo de la peluquerÃa
– Ah, da igual, disculpe! – respondió Luisa- era porque iba a enviarle a mis hijos para que les corte el pelo.
– Ningún problema, señora, pueden venir ahora mismo, que no tengo a nadie.
– Perfecto! En 5 minutos están allÃ. Eso sÃ, déjeles el pelo bien cortito, que les dure todo el verano, y no se preocupe si protestan, sobre todo el mayor, que últimamente está muy rebelde.
– Tranquila, señora, sabré como manejarlos.
Luisa le dió dinero a Marta para que pagara, y le indicó dónde estaba la peluquerÃa, la única del pueblo. Pillaba justo al final de su calle.
– Hola chavales! -dijo el peluquero, un señor fortachón y ya algo mayor- vuestra madre me ha llamado y ya me ha dicho que vendrÃais. ¿Quién será el primero?
En ese momento Jaime empujó a su hermano al sillón. Resignado, Rafa se sentó y esperó a que acabara pronto su «suplicio». El peluquero le colocó la capa y el protector del cuello, y sin más miramientos, agarró la maquinilla, le puso la guarda del 1 y, en menos de 3 minutos, Rafa parecÃa un pequeño militar.
-¿Quién va ahora? -preguntó-
Después de hacerse un poco el remolón, Jaime se levantó y ocupó el sillón. Su pelo corrió la misma suerte que su hermano.
– Ya sólo quedas tú, adelante….-dirigiéndose a Marta-
– No, oiga, es que yo….
– Ya me dijo tu madre que ibas a ser conflictivo. Vamos! Súbete al sillón si no quieres que le diga a tu madre nada! – empleando un tono casi marcial-
– Pero es que….
– Pero es que ni nada!! -subiendo cada vez más el tono-Tu madre me ha dicho que os deje a todos el pelo cortito, y yo voy a cumplir la palabra que he dado.
Jaime parecÃa disfrutar del momento, y no dudó en «echar un cable»…
– Vamos, Carlos!! Ya has oido lo que hadicho mamá! O todos o ninguno!
Marta se quedó sin habla, no supo reaccionar. Casi a cámara lenta se sentó en el sillón, bajo la fuerte mirada del peluquero y las risas de sus «hermanos».
-No sé cómo tu madre te ha permitido llevar estas greñas!!! Van a pasar a la historia en un par de minutos!
– Pero espere, yo….
– Ni yo ni nada, a callar!!
Un escalofrÃo recorrió la espalda de Marta. Se quedó paralizada, sin poder reaccionar. Quiso decir que era una chica, pero los nervios callaron su boca. En ese momento el peluquero agarró la maquinilla, y sin mediar palabra, empezó a raparle la nuca. Los mechones caÃan sobre el suelo de la peluquerÃa, para el alborozo de sus primos. A la vez, una lágrima se vertÃa por su mejilla. El peluquero siguió con su faena, rapándole los lados, y para terminar, toda la parte delantera. Pero no quedo contento con su faena…
– Para que la próxima vez no protestes tanto, te lo voy a dejar un poco más corto que a tus hermanos, asà aprenderás a hacer caso a tu madre!
Dicho esto, quitó la guÃa a la maquinilla y terminó su trabajo rapando al cero la pequeña cabecita de Marta, que para entonces ya era un valle de lágrimas. En apenas 5 minutos, su cabeza era como una pequeña bola de billar.
Sus primos cada vez reÃan más, mientras Marta lloraba sin poder articular palabra….
Jajajajajajaja que tierna historia, y que chistosas palabras usaste para referirte a la «cabecita» de Marta xD.