6. La asesora

El entró en la oficina, y se dirigió hacia ella.

-¿Qué tienes que hacer hoy?

-Ummm…Debería terminar estos informes…

-¿Por qué no nos tomamos toda la tarde libre y nos vamos por ahí?

-Convénceme.

-Tengo varias cosas que solucionar, hacer algunas compras…Podrías acompañarme, y luego, no sé… podríamos pasear, tomar algo, divertirnos…Te invito a cenar en el río.

-De acuerdo…me arreglo un poco y nos vamos.

Salieron a calle. Hacía un día perfecto.

-Tengo que tomar varias decisiones trascendentales- dijo empezando a bromear- me vas a asesorar?

-¿Tú? ¿dejándote asesorar por mí? Eso habría que verlo…Nunca confías en las decisiones de nadie, ni siquiera  en las mías…

– ¿Eso piensas de mí?

-Si, eso pensamos todos.

-Pues te voy a demostrar que no es cierto…Te propongo un trato: Voy a delegar hoy en ti, todas mis decisiones. Yo no diré ni una palabra…Si lo consigo, pagas tú la cena.

-De acuerdo, pero no vas a dar un paso sin mi…

-Estoy a tus órdenes…

-¿Dónde vamos primero?

-Tengo que comprarme una camisa decente para la Conferencia. Y la vas a elegir tú…-Le sonrió y se encaminaron al centro…

Primero fue la camisa, luego ropa interior, un perfume y algunos libros. Hasta eligió la copa que fueron a tomar. Él se portó como un caballero y fiel a su palabra no cuestionó nada de lo que ella  propuso. Iban cargados de bolsas, cómplices, por las calles, felices.

-¡Enhorabuena¡ Lo estás haciendo muy bien, esto hará historia, nadie lo creerá¡¿Qué hacemos ahora?

-Ahora? El paso final, la prueba de fuego…

Ella lo miró extrañada y con curiosidad…

-Pues…Lo último que tengo que hacer es ir a cortarme el pelo…Y ahí si que me va a costar dejar de decidir…

Ella empezó a reírse…

-Has hecho un trato conmigo y lo tienes que cumplir hasta el final.

-Pero es que yo con ese tema soy muy estricto, y lo sabes…

-Por eso mismo….Vamos.

-Es aquí cerca…

Entraron en la peluquería. No había mucha gente a aquella hora, así que los atendieron en seguida. Conocía al encargado, por lo que se saludaron amablemente.

-Sentaos donde queráis: .Haré una cosa: Como ya es última hora, cerraré y así estaremos más tranquilos…Pondré un poco de música.

Mientras lo hacía, él se sentó en uno de los sillones vacíos, frente al espejo. Ella se sentó a su lado. Se miraron a través de él. No podían dejar de observarse. El joven volvió. Desplegó un enorme pañuelo negro sobre él y mientras lo abotonaba le preguntó:

-¿Quieres que te haga lo de siempre?

-No…Esta vez será diferente, creo…Verás, es ella quien decide hoy por mí…Así que es ella quien te va decir hoy cómo hacer tu trabajo…

-¿Se trata de un juego, una apuesta  o  algo parecido?

-Más o menos…

-Pues tú dirás…-Dijo volviéndose hacia ella.

-La verdad es que creo que le vendría bien un cambio…No te parece?

-Siempre se lo digo, pero nunca me hace caso…

-Hoy es el día…

-Pues si…¿Qué sugieres tú?

-Yo sugiero darle una lección…-El ya empezó a removerse inquieto en el asiento…

-¡Esto se pone divertido ¡

-Esto lo hago por ti, créeme…No te das cuenta, y a veces eres muy prepotente, presumido y un vanidoso…Me has dado la oportunidad perfecta para enseñarte algo…Y si cumples tu palabra, te aseguro que lo aprenderás…¿Puedo seguir decidiendo por ti?

-Soy todo tuyo, bruja. Y además Lo sabes.

-Está bien….-Dirigiéndose al encargado- Hoy no vas a trabajar con tijeras…- Ella desvió la mirada hacia maquinilla de afeitar que estaba sobre la mesa. El chico la cogió.

-Entendido.¿Qué cuchillas quieres que le ponga?

-Ninguna.

El cerró los ojos fuertemente y lanzó un pequeño gruñido.

-Quedará al cero.

-Exacto.- El chico cambió las cuchillas, pero antes de ponerla en marcha le preguntó:

-¿Estás seguro?- El, ahora muy serio y erguido dijo:

-Adelante. Puedes empezar cuando quieras…-Ella lo detuvo:

-¡Espera¡ Esto…Una cosa más…

-Dí.-Ahora ya estaba serio.

-Ummmm….No dejes de mirarte…No te pierdas ningún detalle.

-No lo haré.

Ahora sí que se escuchó el característico zumbido de la máquina. El chico se sentó en un taburete muy alto, justo detrás de él.

-La iré pasando de la frente al cuello, en pasadas largas. No te muevas.

Estaba un poco pálido cuando comenzó a hacerlo. Nunca había hecho una cosa así…Su preciado pelo caía escandalosamente y se posaba en sus hombros, en el suelo. No daba crédito a lo que veía, aunque intentaba disimular que estaba sereno.

-Te estás vengando…

-Ni siquiera quiero que hables… tan sólo mira…

Fue muy rápido. Apenas duró cinco minutos. A medida que iba cayendo su pelo, se iba liberando de otras muchas cosas….Fue una tarde inolvidable.

mdj
Author: mdj

Deja una respuesta

Leave the field below empty!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.