(continuación)… y así era, algo fallaba, mi larga cabellera que hasta hacía unas horas me caía por la espalda había desaparecido y se había convertido en un corte por encima los hombros, aunque habían mechones mal cortados que aún eran largos. Mi compañero salió de la tienda y me preguntó como estaba.
– Pues enfadada, como quieres que esté.
– A mi me gustas más y te lo puedo acabar de arreglar.
– Podrías haberme avisado, quizás te hubiera dejado cortarlo, ahora te quedas con la ganas. Dame las tijeras y tu puta maquina, que a saber que me harías la siguiente noche.
Desayunamos, nos pusimos a caminar de nuevo y al llegar la noche volvimos a plantar la tienda, antes de ir a dormir cogí mi neceser para hacer mis necesidades,
adentro había guardado la máquina, comprobé que tenía bateria…