HacÃa ya dos semanas que habÃamos llegado al apartamento de Mar. Estaba situado en Castelldefels, a un paso de la playa, con piscina comunitaria y playstation, elemento muy importante para las horas de bajón. Ese verano mis padres y los de Mar decidieron pasar el verano juntas, nuestras respectivas madres son primas hermanas, algo asà como que yo y Mar somos primas segundas, creo que las llaman asÃ, pero ante todo somos amigas.
Aquella mañana nuestros padres se fueron a comer a un restaurante, una comida que tenÃan previsto desde hacÃa ya tiempo. A nosotras nos dejaron solitas en el apartamento con un puñado de pesetas para que pidiéramos lo que quisiéramos a Pizza Hut o alquiláramos algunas pelÃculas. Lo lógico es que nos hubiéramos ido a la playa a tostar la piel en vez de ver «El paciente inglés», pero el dÃa habÃa amanecido nublado, no apetecÃa nada salir hasta la playa. Nos habÃamos despertado tarde, no habÃa prisas tenÃamos todo el dÃa para nosotras. Empezamos a hablar de nosotras, de lo que hacÃamos unos años atrás para pasar los ratos muertos. Le dije a mar que si se acordaba de lo que le hacÃamos a las muñecas. Estábamos todo el dÃa con ellas, vistiéndolas, desvistiéndolas, bañándolas y hasta las tirábamos por la ventana para luego irlas a recoger. Recuerdo perfectamente un dÃa que dejamos una barbie justo en medio de la calle para ver si alguien frenaba de golpe, que locura!, quedaba completamente chafada y de color negro por los neumáticos. Mar se partÃa de risa, cuando se levantó del sofá y se dirigió hacia su habitación. Oà que rebuscaba entre los cajones << ¡qué buscas?>> pregunté, << nada, una cosita>> me contestó. Salió de la habitación con las manos llenas de muñecas entre las que abundaban las barbies, y se habÃa hecho dos coletas una a cada lado de la cabeza.
Examinando las muñecas nos dimos cuenta de la escasez de pelo que tenÃan. << Esta está totalmente calva>> Dios mÃo, a Barbie Princesa no le quedaba ni un pelo. Cada muñeca tenÃa un corte distinto de pelo, hasta algunas lo llevaban pintado con rotulador. Después de todas las escabechinas que les hicimos a las muñequitas, ¿cómo ninguna de las dos deseábamos ser peluqueras? <> Me comentó Mar. <> Dije yo. Sinceramente creo que las dos deseábamos tener cinco o seis años menos para poder jugar con Nancy o Barbie. Al instante mar saltó de nuevo del sillón y me dijo: << ¿por qué no rememoramos viejos tiempos?>> La miré con cara de extraño, yo no me veÃa cortándole a Barbie patinadora el mechón de rubio platino que le colgaba del cogote. Mar movÃa la cabeza arriba y abajo afirmando y me propuso que en esta ocasión lo podÃan hacer con sus propias cabezas. Rápidamente empecé a sonreÃr, y mi corazón empezó a latir a gran velocidad: << ¿Pero que nos hacemos?>> Mar volvió a sentarse en el sofá.
Las dos estábamos a gusto con nuestro pelo actual, lo levábamos largo, mi pelo rubio ceniza llegaba hasta los hombros y las mechar rubias empezaban a desvanecerse. HacÃa dos años que me habÃa cortado el pelo a lo chico y luego ya me lo dejé crecer. En cambio Mar tiene el pelo Negro azabache, su piel es muy morena, el conjunto era precioso. Siempre la habÃa conocido con el pelo asÃ, por debajo de los hombros.
HabÃa pasado media hora y no tenÃamos decisión ninguna de las dos, mientras hojeaba una vieja revista del corazón cuando vi en una foto a Demi Moore completamente rapada. Miré sonriendo a Mar << Ni hablar, ¿tu estás loca?>> Gritó exaltada y tocándose las dos coletas.<< Es que no quiero deshacerme de mi larga cabellera, la tengo tanto cariño… Lo que sà podÃamos hacer es raparnos la nuca>> << Buena idea>> Dije yo. Nos fuimos hacia el lavabo a buscar el material necesario, raparnos la nuca era la forma perfecta de no decir adiós a nuestras cabelleras. Además en verano, el calor se concentra en esa zona y a mi me suda mucho. Y luego que ya habÃamos visto a muchas chicas con la nuca rapadita y la verdad que era muy discreto, sueltas la coleta y ya está.
No tenÃamos máquina cortapelo y lo querÃamos hacer en casa, si no la emoción se perdÃa. << Mar sacó del armarito unas maquinillas de afeitar y un bote de espuma: << Visto las circunstancias, tendremos que afeitar.>> Sólo de pensarlo empezaba ya a sudar, y eso que ese dÃa no hacÃa ni chispa de calor. El hecho de pensar en la palabra «afeitar» a mi me removÃa todo el cuerpo. Afeitar significa dejar completamente desnudo el cuero cabelludo. Salimos al salón con un par de tijeras, varias maquinillas, espuma y una toalla.
¿Cual iba a ser la primera en actuar? ¿Quién iba a ser el conejillo de indias? Pues yo, como no podÃas ser de otra manera me tocó pringar a mi, la mas pequeña de las dos. Me senté en el taburete y me colocó la toalla sobre los hombros. En ese justo momento en la habitación habÃa un silencio total, ninguna de las dos soltaba ni media palabra. Sólo el traqueteo de la espuma al ser agitada rompÃa aquellos momentos de silencio en los que no era muy conciente de lo que Ãbamos a hacer. Mar en cambio iba decidida, delante de mis ojos apretó el dosificador del bote y dejó salir un buen chorro de espuma, su mano derecha quedó totalmente llena de espuma blanca, sobraba para dar y regalar. Dejó el bote en la repisa del mueble de la televisión y se colocó detrás de mÃ. Con su mano izquierda me hizo agachar la cabeza hacia abajo, seguidamente fue retirando el pelo que de mi nuca hacia adelante hasta que la nuca quedó totalmente despejada. Empezó a aplicarme la espuma por toda la zona de la nuca, yo era consciente que toda la zona dónde notaba sus dedos luego quedarÃa libre de pelo. HabÃa echado tanta espuma que no sabÃa por dónde esparcirla. Algo nerviosa y alterada le dije: << Chica! Si quieres me embadurnas todo el pelo de espuma pero sólo quiero que me afeites dos o tres dedos>> Fueron mis últimas palabras hasta después del corte de pelo..> Con la maquinilla ya en mano mi amiguita empezó a trastearme por mi nuca. «Ras, ras, ras» Notaba como las cuchillas iban avanzando cada vez más, pero con mucha dificultad. Mar soltó: << Esto no afeita nada bien, voy a por agua >> Pero en mi cogote faltaban por lo menos tres dedos de pelo. En ese momento se me vino el mundo encima, me imaginaba ya calva.¡Qué ridÃculo harÃa en la piscina! Volvió con un cuenco lleno de agua, remojó en el la maquinilla y siguió su trabajo. «Ras, ras ras ras, una eternidad, y «ras, ras ras» dale, que te dale… Después de un buen rato Mar me dijo: <> Me empecé a preocupar y le dije: << ¿Qué quieres decir con que no afeita bien pero ya está? >> << Ha sido un trabajo costoso pero tÃa, tienes una nuca preciosa>> Respiré tranquila, parece ser que la aventurilla que acababa de comenzar no estaba saliendo del todo mal… Cuando salta mi amiga: «Huy que mal anivelao está esto».