Empezaba el verano y decidí no perder el tiempo y apuntarme a un curso de inglés. La primera vez que ví a Sergio, quedé absolutamente enamorada.: Tenía el pelo negro azabache, no demasiado largo, y unos ojos azules de impresión. Su cara y su cuerpo eran perfectos.  Era un alumno, como yo. Se dedicaba a la fotografía  y necesitaba el curso para perfeccionar el idioma, ya que tenía pensado probar fortuna en Londres. Desde el primer día, comprendimos que algo iba a pasar, pues no podíamos dejar de mirarnos…Poco a poco, fuimos tomando confianza, y en seguida, cogimos la costumbre de quedarnos después de las clases para tomar una cerveza. Me empezó a enseñar trucos de fotografía y empecé a aficionarme Era bastante obvio que nos gustábamos, ambos teníamos la imaginación desbordada y todo el verano por delante. Nos gustaba jugar. Y jugando, jugando, llegamos al sexo.

Para mi era la primera vez. Había estado con muchos chicos, pero con ninguno de ellos había podido llegar hasta el final, sobre todo porque ninguno de ellos me atraía lo suficiente. Pero de Sergio llegué a enamorarme de verdad, porque tenía al igual que yo, la capacidad de hacer que el juego formara parte de la vida real. Así que decidí que Sergio sería el primero y no me equivoqué en mi elección.

Nuestro sexo se basó en el juego. Incluso la  pérdida de mi virginidad. Apostábamos, jugábamos y cumplíamos nuestras apuestas. Apostábamos de todo. Una vez tuve que pasar toda una noche fingiendo que yo era una prostituta que él había contratado. Claro que otra vez, él tuvo que permanecer desnudo, atado y amordazado durante 3 horas. Jugábamos al ajedrez, a las cartas, a los dados…Jamás le hablé de mi fetichismo, principalmente porque con 18 años, aún no lo comprendía del todo.

Una tarde ya no aguanté más. Tenía que averiguar si dando un paso adelante, conseguiría excitarme más. Así que le planteé la apuesta que tanto tiempo llevaba maquinando:

-¿Qué te parece si nos jugamos esta vez algo diferente?
-¿Cómo qué?
-El pelo.
-Explícate.

Me atreví. Iba  a hacerlo.

-Al póker. 5 partidas. Si gano yo, vamos a la peluquería esta misma tarde y deberás raparte el cero.
-¿Y si gano yo?
– Lo que quieras
-Si gano yo, deberás dejar que te afeite el pubis por completo.
-De acuerdo.

Sé que no fue muy legal por mi parte, pero no podía arriesgar esta oportunidad,  era la primera vez que me atrevía a hacer realidad una de mis fantasías, así que hice trampas. Tuve la ocasión de hacerla y la hice…  Gané yo.

-Muy bien, vístete que nos vamos…
-¿Nos vamos…? ¿A dónde…?
-A la peluquería, por supuesto.
-No estarás hablando en serio…
-Vamos…
-Pensé que no hablabas en serio….Es una broma, verdad?
-No. No es ninguna broma. Es una de nuestras apuestas, y la has  perdido…

Ni que decir tiene que aquella tarde fue maravillosa. Por el camino, él intentó convencerme de que le indultase, y casi lo consiguió, pues me parecía que estaba yendo demasiado lejos, pero  la excitación tremenda que empezaba a subirme, me mantuvo firme. Cuando llegamos,  le explicó a su peluquero habitual nuestro juego, el chico se rió y le indicó que tomara asiento. Yo me situé justo detrás de él, podía mirarle a través del espejo. Mientras el peluquero le ajustaba una capa negra, volvió a suplicar:

-Oye, y si lo dejamos en un rapado al 4…? Ya es mucho más de lo que suelo hacerme…
-Mmmmm….No se, no sé…
-Venga mujer, que voy a estar horrible… ¡No seas tan perversa…!

Lo pensé durante un segundo en el que él no paró de mirarme. Recordé todas las veces en las que había perdido mis apuestas. Sergio se las había cobrado todas, no me había perdonado ni siquiera una. La voz del peluquero me sacó de mis pensamientos:

-Entonces….¿Qué…? ¿Le perdonas?

Sonreí.

Esa misma noche tuve tres orgasmos seguidos. Ya sabéis la respuesta.

Author: mdj