Renovación en prime time (mdj)

Ana Martínez siempre había sido la estrella indiscutible del periodismo político en Canal 12. Su melena, entre rubia y castaña, perfectamente peinada hacia un lado, y sus grandes ojos claros la hacían inconfundible. Había cubierto desde sesiones en el Senado hasta conferencias de prensa en la Casa Presidencial, ganÔndose el respeto de colegas y televidentes por igual. Ana era una mujer apasionada por su trabajo, conocida por su rigor y profesionalismo. No había conferencia de prensa o debate político que se le escapara. A menudo se quedaba hasta tarde en la redacción, asegurÔndose de que cada detalle de sus reportajes fuera preciso.

Comenzaba una nueva semana y las caras de nervios se notaban en toda la redacción y pasillos del canal. En el programa de moda y corazón «Glamour y EscÔndalo» emitido el domingo por la noche, la extravagante presentadora Valeria López acababa de anunciar en directo que se marchaba a la competencia. Esta decisión hizo tambalearse todo ya que era el programa de mÔs audiencia del canal y el que mejores ingresos publicitarios tenía. Su presentadora, Valeria era una mujer imponente, con una figura esbelta, cabello platino cortado tipo pixie y un sentido de la moda que siempre bordeaba lo provocador. Su estilo único, lleno de colores neón y prendas ajustadas, se había convertido en la imagen del programa. Su partida dejaba un vacío difícil de llenar.

El directivo de Canal 12, Javier Torres, se reunió urgentemente con Marta Ruiz, productora del programa, para hablar de un casting interno entre rostros del canal y decidir pronto quien se haría cargo del programa del próximo domingo. Torres pensó en Ana para el puesto. El conocía bien a Ana y su capacidad para conectar con el público. «Es profesional, carismÔtica y tiene una presencia en pantalla increíble,» argumentó Javier en una reunión con la productora del programa, Marta Ruiz.

Marta, sin embargo, no compartĆ­a el entusiasmo. Marta era una mujer de apariencia elegante, siempre vestida con trajes de alta costura en tonos oscuros y con un cabello negro perfectamente alisado y recogido en una cola de caballo alta. Su mirada afilada reflejaba una ambición feroz. Ā«Ana tiene un look demasiado tradicional … pero sĆ­, creo que serĆ” ideal para el puestoĀ» dijo Marta con sus ojos brillando con una pizca de envidia pero a la vez malicia ya que algo estaba ideando. Ā«Esa melena larga… no es lo que buscamos para un programa tan vanguardista.Ā» Javier entonces respondió a Marta: Ā«No te preocupes. DejarĆ© la decisión sobre Ana en tus manos. TendrĆ”s la oportunidad de remodelar el programa a tu gustoĀ». Marta asintió satisfecha ya que esto era algo que no iba a desaprovechar.

Decididos a dar un giro radical al estilo de Ana, Javier y Marta decidieron convocar a Lara GonzÔlez, la estilista mÔs talentosa del canal, conocida por sus transformaciones audaces. Lara tenía una visión clara de lo que quería lograr. Su salón de belleza en el canal era un lugar vibrante, lleno de colores y estilos innovadores. Lara misma era una declaración de moda ambulante, con su cabello rosa y su vestimenta siempre a la moda.

«Lara, necesitamos que Ana se vea completamente diferente,» dijo Marta, empezando a dar instrucciones y dejando entrever sus celos. «Algo que sorprenda a nuestra audiencia.»

Lara, con su cabello rosa y su vestimenta siempre a la moda, aceptó el desafío con una sonrisa confiada. «Déjamelo a mí, seguro que se me ocurre algo llamativo para sacar a Ana de esa perfil serio de noticias y que vaya con la línea de Glamour y EscÔndalo» dijo, con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

Apenas le dieron a Ana unos días para decidirse y esta se despidió de la redacción de informativos. El miércoles llegó Ana a los estudios del canal directa al moderno salón de belleza, nerviosa pero emocionada por el cambio que estaba a punto de experimentar. Lara GonzÔlez, la estilista conocida por sus transformaciones audaces, estaba lista para hacer magia con su cabello. El ambiente estaba cargado de expectativa mientras Ana se sentaba frente al espejo, observando su melena larga y bien cuidada.

Lara se acercó a Ana con una sonrisa alentadora. «Confía en mí, Ana. Vamos a hacer algo que realmente te sorprenda y te haga destacar,» dijo Lara, asegurÔndose de que Ana se sintiera cómoda antes de comenzar.

Ana respiró hondo, consciente de que este cambio no solo afectaría su apariencia, sino también su identidad frente a las cÔmaras. Para Ana era muy importante la visión que tuvieran de ella los telespectadores. «Estoy lista, Lara. Confío en tu visión,» respondió Ana, tratando de ocultar sus nervios con determinación.

Marta Ruiz, la productora observadora y siempre elegante, estaba presente en el salón, observando cada movimiento con una mezcla de interés y satisfacción contenida. Lara había conversado previamente con ella en privado, explicÔndole en detalle que había pensado en un flattop y cómo iba a ser el proceso. Marta no tenía ni idea pero le encantó la idea conforme Lara le explicó en que consistía este corte de pelo.

«Creo que un flattop sería perfecto para ti, Ana,» comentó Lara mientras recogía las herramientas necesarias. «Te darÔ un aspecto moderno y audaz, ideal para tu nuevo papel.»

Ana, que era la primera ver en su vida que escuchaba eso de «flattop», miró a Lara con incertidumbre. «¿Flattop? No estoy familiarizada con ese corte, Lara. ¿Puedes explicarme un poco mÔs?»

Lara sonrió tranquilizadora. «Es un corte de cabello con la parte superior plana y los lados cortos. Realmente resaltarÔ tus rasgos de una manera única. AdemÔs, con tu estructura facial, se verÔ fenomenal.» Ana se quedó bastante conforme con la respuesta. Por un lado era totalmente ignorante de lo que significaba ese corte y por otro estaba convencida que no harían nada que perjudicaran su imagen.

Marta con una gran sonrisa juguetona se acercó a ella: «Sí, Ana, Lara harÔ un buen corte con toda tu melena y vas a estar irreconocible».

Ana sonrió débilmente, aunque no pudo evitar sentir un ligero nerviosismo ante la broma de Marta. «Bueno, no viene mal cambiar de vez en cuando y este cambio de programa es una buena excusa», respondió Ana con diplomacia aunque visiblemente inquieta.

Lara intervino con amabilidad para calmarla. «Ana, entiendo tus preocupaciones, pero creo firmemente que este look te va a sorprender positivamente. AdemÔs, podemos ajustar algunos detalles para asegurarnos de que te sientas cómoda.»

La estilista comenzó dividiendo el cabello de Ana en secciones con pinzas, asegurando que cada parte estuviera bien controlada durante el proceso. Empezó por los laterales, tomando una mÔquina de cortar cabello y ajustando la longitud casi al cero. Con precisión y cuidado, Lara deslizó la mÔquina por el costado derecho de Ana, viendo cómo mechones largos se despegaban como si nada y caían al suelo.

«Bueno, ya hemos empezado», dijo Lara, tratando de mantener una conversación ligera que calmara los nervios de Ana. «Tu cabello es increíblemente fuerte y saludable, Ana. Este cambio realmente resaltarÔ otros rasgos como tu mirada.»

Ana observó con atención cómo su melena comenzaba a desaparecer. Ā«Gracias, Lara. Solo espero que el resultado sea… favorecedor.Ā»

Marta no pudo resistir a responder. «No te preocupes, Ana. Seguro que tendrÔs una nueva forma de cabeza que nos sorprenderÔ a todos,» dijo, sus ojos brillando con malicia.

Lara continuó trabajando en el otro lado, replicando el mismo proceso y asegurÔndose de que ambos lados fueran simétricos. Luego, comenzó a trabajar en la parte trasera, utilizando una técnica de desvanecimiento para mezclar el cabello de manera suave y uniforme. La mÔquina zumbaba mientras Lara la deslizaba hÔbilmente, dejando una estela de cabello corto y uniforme.

«Esta parte es crucial para el flattop,» explicó Lara. «Necesitamos una base sólida y bien definida.»

Ana asintió, tratando de relajarse mientras el cabello seguía cayendo alrededor de ella. «¿CuÔnto tiempo llevas haciendo este tipo de cortes, Lara?»

«Desde hace unos diez años,» respondió Lara. «Me encanta experimentar y encontrar el estilo perfecto para cada persona. Y este corte, Ana, realmente va a resaltar tu personalidad fuerte.»

Con los laterales y la parte trasera listos, Lara comenzó a trabajar en la parte superior. Tomó una maquinilla junto con un peine ancho y empezó a cortar horizontalmente, creando una línea recta y plana. «Esta parte requiere precisión milimétrica,» explicó Lara mientras medía cuidadosamente cada corte. «Queremos que la parte superior sea perfectamente plana.»

Marta observaba cada movimiento, disfrutando del espectÔculo. «Vamos, Lara, haz que esa pista de aterrizaje sea perfecta,» comentó con una sonrisa irónica.

Ana sintió un nudo en el estómago ante el comentario, pero decidió mantenerse en silencio. Lara, sin perder la concentración, continuó trabajando con precisión. Utilizaba el peine para levantar el cabello y asegurarse de que cada corte fuera uniforme, creando una superficie plana y definida en la parte superior de la cabeza de Ana.

«EstÔ tomando forma,» dijo Lara con entusiasmo. «Unos retoques mÔs y estarÔ listo.»

Ana se sentía cada vez mÔs incómoda y confundida. Si miraba hacia abajo vería amontonarse los largos mechones de lo que hasta hacía un rato había sido su melena y si levantaba la mirada hacia el espejo era como ver a una extraña. El cambio era drÔstico y el nuevo look le daba una forma de cabeza cuadrada que le resultaba difícil de creer. «¿EstÔs segura de que esto me queda bien?» preguntó Ana, con un tono de voz que reflejaba sus dudas.

«Confía en mí, Ana,» respondió Lara. «Este look es audaz y te harÔ destacar. AdemÔs, es solo cuestión de acostumbrarte.»

Marta no perdió la oportunidad de hacer otro comentario. Ā«SĆ­, Ana, solo tienes que acostumbrarte a tu nueva… estructura. Cualquier chica no puede llevar una pista de aterrizaje en su cabeza tan bien como tĆŗ.Ā»

Lara finalmente terminó, pasando un pequeño cepillo para quitar los cabellos sueltos y asegurarse de que el corte estuviera impecable. Después la llevó al lava cabezas para que quedara limpia de pelitos pequeños y tras esto la secó con la toalla. Después, de nuevo en el sillón la empezó a peinar a la vez que secaba el pelo en dirección hacia donde crecía la tapa del flattop, marcando esa forma plana arriba que contrastaba con sus lados casi sin pelo. Lara con un sonrisa paró el secador y dijo: «Lista. «Te ves fantÔstica, Ana.»

Ana observó su reflejo, aún sintiéndose incómoda. Apenas no hacía una hora que se había sentado con su larga melena con la que había hecho cientos de crónicas de política y ahora el espejo le devolvía la imagen de alguien con el pelo corto, una forma cuadrada muy geométrica y bastante tosco. «Gracias, Lara. Supongo que es cuestión de acostumbrarse,» dijo, intentando sonar mÔs segura de lo que se sentía.

Con su nuevo look y una sensación de determinación mezclada con incomodidad, Ana se levantó de la silla de salón.

Marta la observó con una sonrisa ligeramente forzada, sabiendo que Ana en apenas días tendría que salir a presentar el programa y tener asumida su nueva imagen y estilo. «Estoy emocionada por ti, Ana. Este es solo el comienzo de algo grande,» dijo Marta, satisfecha con la transformación que Ana había experimentado. Marta se giró de nuevo hacia el sillón para terminar de creer que todo lo que había en el suelo era la melena que ya Ana no luciría mientras que por el pasillo la veía alejarse con el flattop que marcaba su forma cuadrada a partir de ahora.

El primer domingo de Ana en «Glamour y EscÔndalo» fue un éxito rotundo. La audiencia quedó impresionada por su nuevo look y su habilidad para adaptarse al formato del programa. En el estudio, las luces eran mÔs brillantes, el set estaba decorado con colores vivos y la atmósfera era mucho mÔs relajada que en los entornos políticos a los que Ana estaba acostumbrada.

Ana se enfrentó a su primera entrevista con una celebridad, algo completamente nuevo para ella. Con su natural encanto y su habilidad para escuchar, logró que la conversación fluyera de manera natural y divertida. Su carisma y profesionalismo brillaron en cada segmento.

Durante una pausa comercial, Ana se acercó a Marta, quien no pudo ocultar su sorpresa y admiración. «Te queda bien,» admitió Marta, un tanto a regañadientes. «Nunca pensé que diría esto, pero creo que has sido la elección correcta.»

«Gracias, Marta,» respondió Ana con una sonrisa. «Este es solo el comienzo.»

A medida que las semanas pasaban, Ana comenzó a que los índices de audiencia empezaron a disminuir paulatinamente. La radical transformación de Ana no resonaba bien con todos los televidentes. Algunos de los seguidores mÔs fieles de «Glamour y EscÔndalo» extrañaban el estilo provocador y original de Valeria.

La prensa especializada en televisión y sociedad no tardó en criticar duramente el nuevo formato del programa y la elección de Ana como presentadora. Los titulares hablaban de una «pésima imitación de Valeria» y criticaban severamente el look de Ana, describiéndolo como vulgar y forzado. «Ana Martínez, de periodista respetada a caricatura extravagante,» rezaba un artículo particularmente mordaz de un famoso crítico.

En una reunión editorial, Marta comenzó a mostrar signos de preocupación. «Los números no estÔn mejorando,» dijo, mirando a Ana con una mezcla de frustración y desaprobación. «Necesitamos hacer algo diferente.»

Ana sentía que había dado todo de sí, pero la presión de mantener los índices de audiencia y adaptarse a un estilo que no era el suyo le estaba afectando. Finalmente, después de varias semanas de descenso continuo en las cifras, la directiva del canal tomó una decisión drÔstica. Ana sería apartada del programa.

«Lo siento, Ana,» le dijo Javier en una conversación privada. «Pero debemos intentar otra cosa para salvar el programa.»

Para sorpresa de todos, Marta decidió asumir el puesto de presentadora de «Glamour y EscÔndalo». En su primera aparición al aire, Marta lució su característica coleta alta, desafiando las propias críticas que había hecho sobre el look tradicional de Ana, contra las directrices que ella había dado de mantener el estilo radical, informal y desenfadado de Valeria. La audiencia se mostró desconcertada ante la contradicción pero el formato funcionó y volvió a recuperar audiencia, confirmando a Marta como presentadora del espacio.

Con «Glamour y EscÔndalo» fuera de su vida, Ana se encontró en una encrucijada. Su antiguo puesto en el periodismo político había sido cubierto, y las opciones eran limitadas. El director le dio unas semanas de descanso para reflexionar sobre su futuro. Durante este tiempo, decidió deshacerse del look que tanto la incomodaba. En un acto de liberación personal, Ana se rapó el cabello al ras en una peluquería de su barrio. Esta vez fue con determinación, aunque no pudo evitar los nervios. Una vez le llegó su turno y sentada en el sillón le pidió a la chica hacer desaparecer el flattop. La peluquera, que conocía lo que había pasado con el programa y la presentadora, omitió hacer observaciones y procedió a raparla tal y como le había pedido Ana: todo al cero.

Tras unos días con el cabello rapado y una sensación de frescura y autenticidad, Ana aceptó una plaza como redactora cultural, una posición que hacía tiempo le hubiera parecido un retroceso pero poco a poco le supo ver su atractivo. Al cubrir eventos culturales como exposiciones de arte, estrenos de teatro y festivales de cine, Ana descubrió una nueva pasión.

Cada semana, Ana acudía al salón de Lara para mantener su cabello rapado. Se había acostumbrado a la rutina y se sentía cómoda y segura con su nuevo look. Con el tiempo, Ana decidió mantener su nuevo look. Aunque radical y diferente a su estilo anterior, aprendió a apreciarlo y hacerlo suyo. Este cambio extremo, que al principio parecía una imposición, se transformó en una expresión de su adaptabilidad.

Una tarde tranquila en el canal, al terminar su jornada, Ana se encontró con Marta en los pasillos. Marta, rodeada de otros miembros del equipo que la adulaban por su éxito en el programa, llevaba su habitual melena recogida en una coleta alta, impecable como siempre.

«Vaya, Marta, cuÔnto tiempo,» dijo Ana con una sonrisa tensa, pasando una mano por su cabeza rapada.

Ā«Ana,Ā» respondió Marta, su tono frĆ­o apenas disimulado por una sonrisa diplomĆ”tica. Ā«Cómo te va con tu… nuevo look?Ā»

Ana se sintió incómoda bajo la mirada de Marta y sus colegas. «Bien, gracias. Ya estoy acostumbrada a ir así rapada,» respondió Ana, intentando mantener la compostura.

Marta asintió con una mirada evaluadora. Ā«Es ciertamente… Ćŗnico,Ā» comentó, haciendo un gesto vago hacia la cabeza de Ana.

El equipo de Marta intercambió miradas y risitas discretas, mientras Ana se sentía cada vez mÔs incómoda. «Bueno, creo que debo irme. Tengo que pasar por el salón antes de cubrir el festival de cine esta noche y necesito que Lara me repase la rapada,» dijo Ana, buscando una salida rÔpida de la situación incómoda y mostrÔndose firme y convencida de su look.

Marta sonrió con satisfacción apenas velada mientras Ana se alejaba. «Claro, Ana. Nos vemos por aquí,» respondió Marta, sabiendo que su pequeña victoria personal no pasaba desapercibida.

Ana se retiró apresuradamente, sintiendo una mezcla de incomodidad y determinación. Aunque Marta y su equipo continuaban mostrando sus celos de manera sutil, Ana se sentía mÔs segura cada día con su nuevo look. Su decisión de mantenerse firme y abrazar el cambio, a pesar de las críticas y los comentarios velados, era un paso hacia la aceptación personal y profesional que estaba buscando.

Con el tiempo, Ana se convirtió en una figura respetada en el periodismo cultural. Sus reportajes se destacaban por su profundidad y sensibilidad, y pronto se ganó a una nueva audiencia que valoraba su enfoque único. Su evolución fue un testimonio de su capacidad para adaptarse y crecer.

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Author: mdj

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