1. La Señora

La señora había decidido que últimamente me estaba volviendo muy presumido. Así que me citó un sábado por la tarde, en nuestro cuarto de juegos. Dijo que ya era hora de darme una lección, que últimamente me tenía muy olvidado y me veía muy suelto.

Fui hacia allí con ganas y también un poco temeroso. Hacía tiempo que no jugábamos e imaginaba que vendría rabiosa, con ganas de castigarme duro, con o sin motivo.

Era curioso: cuanto menos mereciera yo el castigo, más se endurecía éste, y más me endurecía yo…Me encantaba cuando se inventaba mil excusas para hacerme parecer culpable de algo y así justificar su crueldad conmigo. Sabíamos en el fondo que cuando más severo, más placentero resultaría para ambos.

Me había ordenado que la esperara como siempre, de rodillas, con la frente pegada al suelo, y desnudo, en el centro de nuestro cuarto, y eso hice.

Ella llegó poco tiempo después. No me saludó. Empezó a mover cosas y a sacar utensilios de unas bolsas….Mi excitación , mi miedo y mi curiosidad, iban en aumento. ¿Qué se le habría ocurrido esta vez a esa mente retorcida? La dureza de su voz me sacó mis pensamientos.

-Levántate y siéntate en esa silla.

Lo hice. Había situado una silla en un lateral de la sala. Alrededor de la silla, había colocado un total de 4 espejos.  Podía verme desde todos los ángulos.

Por fin me atreví a mirarla. Llevaba un vestido corto, de látex negro, muy ceñido. Estaba preciosa con esas botas altas, y esa especie de delantal rojo…no tenía muy claro de qué estaba vestida. Me sorprendió verla con el pelo suelto, rubio, largo. Normalmente lo llevaba recogido de forma estricta.

Desplegó una capa blanca, que me dejó ridículamente cubierto hasta las rodillas. Me la anudó fuertemente en el cuello y yo ya supe por dónde irían los tiros…Hacia tiempo que al besarme, se quedaba mirando mi pelo, y ya había comentado en algunas ocasiones que lo llevaba demasiado largo…

Acariciándome con sus largas manos y jugando con algunos mechones, empezó a susurrarme al oído:

-Bienvenido a mi salón de belleza, amor…Si quieres hablar, solicita permiso, aunque ya sabes que algunos se pagan…¿Verdad?

Con esto sólo quería recordarme que tenía que permanecer con la boca bien cerrada, como siempre, o lo lamentaría…

Se volvió hacia la mesa, y cogió algo. Al ver lo que tenía en la mano, sentí un escalofrío por mi espalda: era una máquina de rapar manual, bastante antigua. La puso cerca de mis ojos y dijo:

-Siempre me llamaron la atención estos cacharros….creo que está en buen estado, pero podemos comprobarlo, no te parece…?

Se colocó detrás de mí, acercando la máquina a mi frente, pero sin llegar a tocarme. Yo empecé a removerme inquieto en la silla.

-Últimamente vienes más arreglado que de costumbre a la oficina….te paseas por los despachos pavoneándote, presumiendo…Todas te miran. Y a ti te gusta, verdad…?A ver cómo lo haces para lucir este cambio de look: He pensado que te voy a hacer algo especial… Un buen afeitado con una tonsura tipo fraile, qué te parece?

Mi cara sufrió un pequeño espasmo. Intuía que pensaba darme una buena lección, pero  no que podría acabar completamente calvo o tonsurado. No podía creer que se atreviera a hacerme un corte de pelo tan humillante.

-Tienes permiso para hablar.

Sabía que si me quejaba, sería peor. Y como siempre, sabía lo que quería oír.

-Estupendo, Señora, me parece buena idea. Le doy las Gracias por pensar en mi estilismo.

Entonces, ahora sí, me miró a través del espejo, apoyó la máquina directamente en mi frente y empezó a raparme al cero sin piedad, haciendo pasadas largas e irregulares. La máquina no estaba en un estado excelente, y dejaba a su paso partes rapadas y partes con pelo…lo que le estaba haciendo a mi imagen era un desastre.

Siguió delimitando la calva con la clipper manual.  Ahora empezaba por la nuca….Me di cuenta de que su intención era dejarme tan solo una franja de pelo rodeando mi cabeza…lo demás todo fuera: El look más horrible que se puede tener. Ni siquiera podía llamarse un corte militar. No había por dónde cogerlo.

Ella seguía hablando, como si fuera una estilista de barrio convenciendo a su cliente para este nuevo estilo…yo me iba mirando en los espejos, observaba como caía mi pelo de una forma alarmante. Me dejaba hacer de la forma más sumisa posible, intentando no demostrar mi miedo, quieto, en silencio. Obedeciendo.

Cuando se cansó de su juguete, salió de la habitación, dejándome allí sentado, con mi imagen reflejada en los 4 espejos, durante más de quince minutos. Estaba ridículo, con la cabeza rapada a parches, y gran parte de mi pelo entre mis hombros y el suelo.

Volvió, y como si nada, agarró otra máquina de rapar, esta vez sí, eléctrica y actual, y mucho más potente. Parecía que estaba disfrutando manipulándola, preparándola, estudiando donde iba a posarla primero. Pronto descubrimos que era especialmente rápida y me dejaba la piel totalmente al descubierto.  En pocos minutos, tenía la frente, la coronilla y la nuca totalmente peladas, sin sombra alguna de pelo. Se me caía el alma a los pies cada vez que me miraba al espejo.

Repasó con tijeras la minúscula franja de pelo que me había dejado por encima de las orejas, y la rapó al tres…no es que me quisiera dejar mucho pelo en la cabeza, eso estaba claro…¡¡

Volvió a la mesa y vino con lo que me temía: escobilla, espuma y navaja….Me iba a afeitar, me iba a dejar como una bola de billar….esa tarde la había planeado minuciosamente y no estaba dispuesta a ceder lo más mínimo.

Tenía ganas de quejarme, de decirle que se estaba pasando, que era una hija de puta por estar haciéndome esto, decir nuestra palabra de seguridad,  pero…simplemente me tenía hipnotizado. No podía hablar, no podía hacer nada. Me dominaba con una fuerza implacable.

Afeitaba y afeitaba sin parar….¿desde cuándo mi señora se había convertido en una experta barbera? Esta mujer no dejaba de sorprenderme. Parecía que llevaba haciendo esto toda la vida, y se afanaba minuciosamente con una dulzura exquisita.

-La tonsura va a estar afeitada a base de bien…Se me había ocurrido ponerte unos minutos de inhibidor , pero no por toda la cabeza…solo en algunos sitios…no te parece una idea genial?? Así también es una putada cuando te vaya creciendo…

Tragué saliva…

Sonrió a través del espejo, mientras me obligaba de nuevo a clavar la barbilla en el pecho. me afeitó minuciosamente la nuca y debajo de las orejas, delimitando y agrandando, aún más, aquella  tonsura ya brillante y enorme que me había afeitado ya unas tres veces.

Al acabar, cogió el inhibidor encima de la mesa,  me miró y me dijo:

-La voy a poner….en lo que ya está afeitado, en esta tonsura tan graciosa y la nuca….así los primeros pelos que te salgan serán los de los laterales, un par de semanas después empezaran a salir los demás…Tonsurado por ms tiempo…es fantástico¡¡¡

-No , por favor…´Voy a ser el hazmerreir de la empresa…

Gemí…Su crueldad no tenía limites…o si??

-Pero bueno….una queja?? Estoy oyendo una queja…?-dijo abriendo el bote-

-Le pido perdón, Señora…Es que estoy demasiado ridículo y si encima me pone el inhibidor de esa forma, ni siquiera estaré bien cuando me crezca…el castigo durará demasiado¡¡

-¡¡A CALLAR¡¡ no solo te pondré el inhibidor donde me dé la gana, sino que te acabas de ganar un castigo….¡¡LEVANTATE¡¡ y no te quites la capa.

Lo hice. Al levantarme pude verme mejor por detrás …era un horror¡¡

-Te vas a quedar sentando con el inhibidor media horita, pero quiero que sea una media hora interesante, así que recuéstate sobre tu mesa de azotes, que te voy a poner el culo bien calentito…

-Si, señora¡¡- Noté como me endurecía más al instante. Me entraron ganas de relamerme de placer. Ahora venía la parte que más me gustaba, sin duda.

Me coloqué, apartándome la capa, sabiendo lo que venía a continuación. La zorra había puesto un espejo delante justo de mi mesa de azotes, para que en esa postura pudiera seguir  viendo el primer plano de mi calva… Escuche como sacaba la pala de madera…y se paseó tranquilamente detrás de mí, haciéndola sonar, poniéndome más caliente todavía…

-¿Cuántos van a ser, querido…?

-Creo que con 5 serán suficientes, señora…

Este juego ya nos lo sabíamos de memoria, nos encantaba…

-Querrás decir 5 en cada lado, no??

-Exacto señora, mejor que sean 6…no, 8-dije frenético, mirándome al espejo, sometido, humillado, calvo, con esa tonsura y a punto de ser azotado…Iba a explotar.

¿-Y porque no redondeamos  ya con 10, querido…? Hace mucho tiempo….y estoy segura de que te los mereces…

Me rendí.

-Por supuesto, Señora:  deme 10 en cada lado, si es tan amable, me los merezco, todos, sin duda…

-Muuuuy biennn, chico listo….¡¡¡empieza a contar, dame las gracias por cada uno de ellos y no dejes de mirarte la calva, amor…

Y descargo su pala 20 veces sobre mi culo….mientras yo me miraba, los contaba y los agradecía en voz alta….En algún momento tuve un orgasmo, intenso y enloquecido.

Cuando acabó, me ordenó que me sentara en mi silla de rapar, como la había bautizado…lo hice lentamente, con cierto esfuerzo por el dolor….mientras me ajustaba un poco más la capa  al cuello, apretándola más fuerte, haciéndome saber que, ni de lejos, habíamos terminado…

-Duele mucho, cariño…?? –Preguntó irónica.

-Puedes hablar

-Si, señora. Pero lo merezco…

-Me encanta cuando obedeces y me pides más…Ahora te quiero absolutamente callado y quieto, mirándote al espejo, durante una media hora, mientras te pongo esto….en el bote pone que bastan 10 min, pero lo pondremos el doble…para que haga más efecto… Escuece un poco, pero así es más interesante….

Me esparció con una espátula de plástico aquella pasta viscosa de color rosa, por toda la tonsura, y la nuca, debajo de las orejas, luego me puso un gorrito transparente de plástico, y me dejó allí, mirándome, durante media hora, cuyos minutos no dejaba de vigilar en el reloj.

El culo me  escocia, y el inhibidor también…. Ella leía una revista, tranquilamente a mi lado, como si fuésemos una pareja normal, y  estuviésemos en una peluquería normal un sábado por la tarde….Tenia orden explícita de no moverme ni apartar la mirada del espejo, pero yo, de vez en cuando,  miraba de reojo el reloj, deseando que me quitara aquella pasta asquerosa que me dejaría un look horrible durante los días que vendrían… ya habían pasado más de 40 min y no pude evitar impacientarme y hablar:

-Señora…Han pasado ya casi 40 min…se ha olvidado de mí?

-No…pero tú has olvidado que no puedes hablar hasta que lo yo te lo diga…verdad?

-Si, señora, perdón, señora. Estaré aquí callado y quieto todo el tiempo que usted considere…

-Por supuesto que si….

Se levantó, inspeccionó mi cabeza, me levanto el gorrito un poco y dijo maliciosa:

-Si….Aún puedes estar con esto puesto un rato más….

-Por supuesto que sí, señora, lo que usted considere necesario y más. Perdón de nuevo.

Y se sentó, abriendo otra revista, a leer, tranquilamente, otros 20 minutos…Dejándome allí, aterrorizado al saber que estábamos sobrepasando los límites de minutos, preguntándome si me volvería a crecer algo alguna vez.

Cuando le dio la gana, me quitó el gorrito y retiró la crema.  Empezó a sacarle más brillo a mi calva, y me obligo a permanecer allí sentado, mirándome y desnudo durante otro largo rato.

Fue una tarde inolvidable. Al final se apiadó de mí y me afeitó por completo. El lunes siguiente en el trabajo, tuve que inventar una historia para justificar este cambio tan extremo. También tuve que soportar las bromas y burlas de mis compañeros, pero me dio igual…

Soy consciente de que mi señora vigila de cerca el crecimiento de mi pelo…y sé que más temprano que tarde, volveré de nuevo a sentarme en esa silla.

Y lo estoy deseando.

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Author: mdj

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