En el cercanías (por Zapato Ortopédico)

Me gusta viajar en transporte público, trabajo en una gran ciudad para una multinacional y siempre viajo en transporte público, me gusta además de que es lo más rápido y cómodo, volvía de trabajar como cada tarde en el tren, me gusta observar a la gente, ver la gran variedad que usa ese transporte.
Soy un chico de 30 años, y eran más o menos las 7 de la tarde de un día de primavera, a esa hora las terrazas del centro estaban repletas de gente cuando había pasado, hacia como unos 10 minutos, mi viaje en tren era placido, iba leyendo un libro y de reojo iba observando a los viajeros. En la última estación se había montado una joven pareja, de unos 18-19 años, iban hablando y se me sentaron enfrente, la verdad es que no les presté demasiada atención, sólo se me ocurrió pensar en que bueno es el amor mientras dura. Los chicos seguían hablando, y algo llamó mi atención, el chico acariciaba un gran mechón de pelo de la chica, jugaba con él.
Miré con más atención y vi como el pelo de la chica le llegaba más abajo de la cadera, el chico jugaba con el pelo de la chica y lo utilizaba como si fuera una brocha para darse en el brazo que apoyaba en su pierna.
La verdad es que se veía un pelo estupendo, cuidado, brillante, de color castaño muy claro, grueso y liso, el chico lo ponía con su mano hacia arriba y dejaba caer pelo a pelo hasta su brazo para volver a repetir el gesto.
Esta manera de jugar con el pelo de la chica me hizo que prestara la máxima atención y que intentara oír lo que la chica le estaba diciendo a su novio. Y pude empezar a escuchar la conversación.
– ¿De verdad que lo vas a hacer?- preguntaba el chico.
– Te lo he dicho ya mil veces, ¡SI! Y no me vuelvas a preguntar, tú has accedido a venir y te lo agradezco pero no voy a cambiar de opinión, así que no me vuelvas a preguntar.
De que estarían hablando, al chico se le veía triste y seguía jugueteando con el largo y lacio pelo de la chica, no lo soltaba y no perdía la vista de él. Ella por el contrario miraba el móvil y le enseñaba fotos.
– Mira ves, está foto es de cuando lo llevaba más o menos por aquí – dijo la chica mientras ponía parte de su melena hacia delante y con la mano izquierda señalaba su clavícula.
Pensé, están hablando del pelo, el chico miraba la foto y seguía jugando con el mechón que se había apropiado.
– Pero ahora lo quieres más corto, ¿verdad?- preguntó el chico.
– Si más o menos por aquí – dijo la chica mientras señalaba ahora en su melena con la mano izquierda la altura de la barbilla.
Entonces mis pensamientos fueron, no me digas que se va a cortar esa melena tan preciosa esta chiquilla, buuuaaaa tiene que ser espectacular poder verlo. Entendía ahora perfectamente por qué el chico no saltaba el pelo de su novia, se estaba despidiendo de él.
La chica seguía enseñando fotos con su teléfono al chico, tenía que tener una autentica galería de fotos.
– Ves más o menos así, aunque este tampoco me parece mal –decía ella.
– Sigo pensando que es muy corto – respondía él.
– Si vas a empezar así déjame y vete, iré yo sóla.
– No, he dicho que quiero acompañarte y verlo, prometo no decirte nada más.
No me lo podía creer, se lo iba a cortar AHORA, eso tenía yo que verlo, total ya no tenía nada que hacer y podía retrasar mi llegada a casa un par de horas. Iba a seguirlo en cuanto se levantaran y me esperaría en la puerta del lugar que había elegido la chica para desprenderse de su larga melena, quería ver cómo iba a ser ese nuevo corte de pelo.
Al minuto dijeron por la megafonía el nombre de la siguiente parada, la chica guardó su móvil en el bolsillo y se levantó, acto seguido lo hizo el chico dejando que el pelo de la chica se escurriera hasta ser liberado. Fue la primera vez que pude ver toda la melena de la chica, y era algo espectacular, era el pelo de una chica de las de los anuncios de champú de la tele, un pelo sano y joven, con un color que se veía natural.
Yo me levante detrás de la pareja dispuestos a seguirlos. Salimos de la estación de cercanías y mientras andaba detrás de ellos sólo pensaba en una manera para meterme en la peluquería a la que entrara, ¿cómo lo podría hacer si entraba en una para señoras?, un par de calles después los dos se metieron a un moderno salón unisex.
¡No podía tener más suerte!, iba a entrar para cortarme yo también el pelo, y así vería todo en primera fila, entré al poco detrás de los chicos, y llegué a un mostrador, una chica vino a atenderme enseguida, mientras pude ver que los dos jóvenes estaban sentados en unas sillas esperando su turno en una especie de sala de espera desde la que se veía las tres sillas de los estilistas, las cuales estaban todas vacías.
– Hola, muy buenas, ¿en qué puedo ayudarle? – me dijo la chica que se colocó detrás del mostrador.
– Buenas tardes, quería cortarme el pelo – Le dije.
– Pues no le vamos a poder atender, estoy yo sola y está chica es mi último cliente, debería de haber cogido una cita.
– Ya veo, tiene razón pero lo he pensado cuando he pasado por la puerta, ha sido algo improvisado – no sabía que decirle para que me dejara quedarme.
En ese momento salió una mujer de la parte trasera de tienda, se acercó al mostrador mientras iba diciendo que se iba.
– Mira le estoy diciendo a este chico que hoy ya no podemos cortarle el pelo, que la chica es nuestra última clienta hoy – dijo la chica que me atendía a la mujer de mediana edad que se iba.
– ¿Qué tipo de corte quiere hacerse? – me preguntó a mí.
– Pues retocarme un poco los lados y la parte de arriba, voy de boda este fin de semana y me gustaría cortarlo antes.
– Anda mujer que eso lo haces en 10 minutos – le dijo la mujer de mediana edad a la chica.
Un gran soplido salió de la boca de la chica – Esta bien, pasé y siéntese al lado de esos chicos, pero le va a tocar esperar a que termine con la chica primero.
– No hay ningún problema, muchas gracias – Lo había conseguido, aunque llegue a pensar que no lo conseguiría.
No había llegado a sentarme a las sillas cuando estaban llamando a la chica del tren para que se sentara en la silla delante de unos de los puestos de los estilistas.
La estilista giró la silla y la chica se sentó en ella, la volvió a girar y le preguntó:
– Venias a cortar, ¿verdad?
– Si, si, quiero cortarme el pelo.
– ¿Qué quieres las puntas? ¿Alguna capa?
– No, quiero cortarme por aquí – la chica volvió a señalar su cuello ligeramente debajo de su barbilla.
– Guaaau, eso es mucho pelo, ¿estás segura cariño?, no quiero luego lloros ni llantos.
– Si estoy segura, lo he pensado mucho y me apetece llevar el pelo corto este verano.
– Esta bien, como me digas, y ¿tienes pensado algún estilo? – La estilista cubría con una larga capa de color blanco a la chica, esta capa hacía que su pelo castaño claro brillara aun más.
– Pues no estoy segura, he visto unas cuantas fotos y lo he comentado con mis amigas y con mi novio – mientras ella sacó su móvil y empezó a pasar fotos.
– Muy bien guapa, pues si lo tienes claro vamos a empezar que luego mi jefa me ha metido a otro cliente. Por cierto, tienes un pelo precioso, es una pena que lo quieras cortar.
– Lo ves, ya te lo he dicho yo 100 veces – intervino el chico, que estaba sentado al lado mío y tenía una visión privilegiada también de lo que iba a suceder.
– No empieces que ya te he dicho que lo voy a hacer y punto – contestaba la chica.
– ¿Deberías preguntar antes si te va a quedar bien? Ella es una profesional y tus amigas no – el chico intentaba salvar la melena de su novia.
– Déjame en paz que voy a hacer lo que quiera.
– Chicos, no discutáis – dijo la estilista – tranquilos los dos, el corte que quiere es un corte moderno y le va a sentar muy bien, te lo digo yo. Por lo que veo si que tienes claro que quieres el pelo corto, porque el chico ya te ha hecho pensarlo más de una vez.
– Si, es un pesado, es mi novio y le encanta mi pelo, pero yo me he cansado de cuidarlo y mantenerlo, invierto mucho tiempo en él y no lo tengo desde que empecé la universidad, ya me lo volveré a dejar crecer cuando termine.
– Si te lo cortas, no volverás a dejarlo crecer, eso te lo garantizo – le dijo la estilista mientras cogía un cepillo y empezaba a cepillar la larga melena.
– Bueno, ya veremos, ahora me apetece esto.
Yo observaba todo desde mi asiento, la estilista dejó el cepillo y cogío un peine y unas tijeras.
– Voy a empezar a quitar el grueso y luego ya le doy forma, no te asustes.
– No, no me asusto.
La estilista separó un gran mechón de la parte delantera derecha de la chica, era el mismo mechón con el que había estado jugando el chico en el tren, puso las tijeras ligeramente de su cuello y…
– Espera, un momento!!! – la chica paró a la estilista justo antes de cortar – quiero que mi novio me corte este primer mechón, ¿puede hacerlo?
– Por supuesto.
La chica llamó a su novio que accedió a ir a regañadientes, la estilista le dejó las tijeras y le indicó por dónde debía de cortar, el chico agarro con una mano las tijeras y con la otra el mechón de pelo, no se lo pensó y SCHHHH, cortó el pelo por donde le dijeron.
Una lágrima recorrió la mejilla del chico que se volvió a su sitio con el mechón de pelo entre las manos, se sentó y comenzó a acariciarlo igual que en el tren, pero algo había cambiado, ya no tenía vida.
Mientras en la silla de la estilista, la chica se reía y comentaba que llevaba desde el colegio sin tener el pelo tan corto como se veía en ese mechón cortado.
La estilista cogió otro gran mechón del lado derecho y comenzó a cortarlo a la misma altura, no llegaba al hombro. Volvió a la parte de atrás y corto, miles de pelos caían al suelo con cada tijeretazo, una alfombra de pelo estaba cubriendo el suelo de terrazo negro del salón.
Ahora la parte izquierda, esta vez además de al suelo empezaban a caer largas hebras castañas a la capa que sujetaba con los brazos la chica, sacó la mano y alcanzó unos cuantos.
– Guaaauuu cuanto pelo, mi madre me va a matar!!! – grito mientras los acumulaba en su regazo.
La estilista se empezó a reir mientras terminaba con la primera parte y dejaba a la chica con una melenilla que no llegaba a los hombros, y dejaba una gran alfombra de pelos larguísimos en el suelo negro.
Después de esto la estilista la llevó a una estación de lavado, y al poco volvió a sentarla en el mismo sitio, con unas pinzas empezó a separar el pelo en parte, cuando sólo colgaba la parte de detrás, se agachó a su carro y cogió una máquina de cortar el pelo, cambió el peina de ella y comenzó a pasarla por la nuca de la chica, inconscientemente solté un “buaaa”, el chico que acariciaba el mechón de pelo mientras miraba la escena, se giró y me miró, casí susurrando me dijo.
– Esta loca, con el pelo que tenía, la madre que la ha parido.
– No te preocupes que le pelo crece – le dije yo.
La estilista ya había terminado con la maquinilla y ahora volvía a dejar caer el resto del pelo y lo peinaba con la raya en medio, comenzó cortando por la parte de detrás, cortando más o menos para dejar la mitad de lo rapado oculto por el pelo, y seguía cortando hacia los lados en diagonal hacia abajo para dejar la parte de delante más larga que la de detrás.
Cuando terminó de cortar comenzó a secarlo, y ya se podía ver perfectamente el bob invertido con la nuca rapada que iba a lucir la chica durante lo que quedaba de primavera y el próximo verano.
Al terminar la estilista sacudió la capa y le dijo a la chica – Lista.
La chica saltó de la silla y empezó a frotarse la nuca mientras se miraba en el espejo.
– No me lo puedo creer, lo he hecho!!!, y todo esto estaba hace unos minutos en mi cabeza – decía mientras tocaba con la mano todo el pelo que descansaba inerte en el suelo del salón. El chico se le acercó.
– Dejame tocar – y le pasó la mano por la nuca mientras con la otra sujetaba el mechón que él había cortado.
– Es alucinante, me encanta. – dijo ella.
Los dos se dirigieron al mostrador de la entrada, pagaron y se marcharon, el chico salió con el pelo de ella en la mano aun, quiero imaginarme que seguramente lo iba a guardar de recuerdo de ese día. La estilista me dijo que fuera a la silla mientras ella iba a por una escoba y un cogedor a la parte de detrás. Bajé y pisé el pelo del que se había desprendido esa joven, no me podía creer que ese pelo que había admirado en el tren hacía sólo media hora, ahora estuviera debajo de mis zapatos.
Me agaché y recogí un gran mechón yo también, me lo guardé en el bolsillo del pantalón asegurándome que no viera. La estilista volvió.
– Perdona déjame un segundo que recoja esto y estoy contigo.
– De acuerdo, no te preocupes, ha sido emocionante ver como una chica con el pelo tan bonito decide cortarlo – le dije.
– Si, es algo que no suele pasar mucho, y algunas se arrepienten y lloran mientras se lo cortas, pero esta estaba muy decidida…
La historia de mi corte de pelo no tuvo nada que reseñar, el mismo corte de siempre, pero siempre me acordaré de aquella tarde de primavera porque también guardé el mechón de pelo de esa chica en mi casa durante años.

mdj
Author: mdj

1 comentario

    Muy buena historia.

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