Era una tarde de Mayo, concretamente un sábado, una tarde de lluvias, temperaturas más bien bajas, no era una tarde de primavera, más bien de otoño, invierno, apenas me quedaba media hora para cerrar, cuando sonó la puerta, era una de mis clientas habituales, acompañada de su hija, aunque por el tono de voz y la cara de la hija, algo me hizo pensar que no serÃa un corte normal.
– Buenas tardes.
– Buenas tardes ¿Qué tal, como estas?
– Tienes tiempo para un corte de pelo rápido, o e vengo otro dÃa.
– ¿Rápido?
– Si, rápido… ¡Siéntate, mira al espejo y no te muevas!
La chica se sentó sin decir ni una sola palabra, hizo el intento de quitarse la chaqueta, pero su madre, la freno en seco, acto seguido me miro, agarre una capa de color morado, se la coloque y casi sin tiempo para preguntar por el corte que querÃa, me dijo con voz firme ¨…Déjala completamente calva, todas las semanas, vendremos sobre estas horas, vas a estar muy guapa y calva estas vacaciones, además tanto que te gusta la fiesta, vendrás con tus mejores galas…¨
La chica se quedo inmóvil, con la mirada clavada en el espejo, como sabÃa como era esa clienta, empecé a limpiar la maquina muy lentamente, al percatarse, agarro unas tijeras, se las dio a la hija y mientras terminaba de limpiar…
– ¡Vamos coge las tijeras y córtate ese pelo!
– ¡Pero que yo….!
– ¿No hice nada? Ya está bien, esa excusa me la conozco más que de sobra.
– ¡Es verdad! En…
– ¿Serio? Lo estas arreglando, de verdad.
La madre la quito la capa, la hizo levantarse, con las tijeras en la mano, la hija empezó a cortarse mechones de pelo, los cuales no eran del agrado de la madre, la cual pedÃa que fueran más largos.
– Más largos, si total te vas a quedar calva.
– Esto no es justo, de verdad.
– ¡Te estoy diciendo que más largos! Disfruta cortándote el pelo, antes de perderlo todo.
– De verdad, tienes que…
– ¿Creerte? Ya es tarde…
Cuando termine de limpiar, la madre me vio, la hizo que se sentara, se coloco justo a su izquierda, coloque la capa y casi sin tiempo, desde la frente hacia atrás una pasada larga, los pelos empezaron a caer, ella los cogÃa, para que los viera caer delante suyo, la chica, seguÃa con la mirada clavada en el espejo, pero sin derramar ni una sola lagrima.
Segunda pasada, tercera, cuarta, toda la parte de arriba se iba quedando completamente al cero, en los laterales, los trasquilones, contrastaban con el largo de lo que era una larga melena negra, pero durante aquel proceso, la chica seguÃa sin derramar ni una sola lagrima, lo cual parecÃa poner nerviosa a su madre, pues esperaba que aquel castigo fuera algo humillante para ella.
Pero como todo, las cosas cambian, el teléfono sonó, de camino, pensé en tratar de alargar la llamada, cosa que no hizo falta, pues vi como la madre, repetÃa el proceso anterior, aunque quizá salió de una forma que ella no esperaba, pues la hija en vez de protestar, agarro la maquina y con decisión, empezó a raparse los laterales ante la mirada seria de su madre, la cual parecÃa estar incomoda con esa situación.
De vuelta al sillón, termine mi trabajo, pues la chica se rapo prácticamente todo, tan solo rematar y limpiar un poco la cabeza, la cual ya estaba completamente al cero, como ya habÃa preparado la espuma, navaja y cuchilla, en cuestión de segundos tenÃa su cabeza completamente blanca, con la navaja, empecé a afeitar, esta vez por los laterales, a cada pasada que iba dando, la madre, tocaba la zona, como asegurándose que quedaba bien apurada, es más, me pidió la navaja, pero la dije que no, que si no sabia manejarla corrÃa el riesgo de cortar, se quedo callada, tampoco la dije nada de la cuchilla, mejor que se olvidara.
Cuando empecé por la frente, el contraste era mayor, al igual que antes, la chica seguÃa sin derramar lágrima alguna, cosa que parecÃa enfadar a la madre, la cual se salió fuera, nada más cerrar la puerta, la chica miro de reojo, saco su brazo derecho y se toco su cabeza, su cara cambio por completo, era la primera vez que sonreÃa, pero supo disimular, quise preguntar que habÃa pasado, pero su madre miraba y no era plan para preguntar algo personal.
De nuevo con la madre en la peluquerÃa, la primera afeitada habÃa terminado, pero como la conocÃa bastante bien, sabÃa que una pasada no serÃa suficiente, de nuevo cabeza blanca y con la cuchilla, esta vez sÃ, desde la frente y de forma suave, lo poco que podÃa quedar, desaparecÃa, de nuevo la madre me pregunto si podÃa ella, pero mi respuesta fue que no, silencio, mientras seguÃa con mi trabajo.
A cada pasada que daba, el color de la piel, se hacÃa más presente, los pocos pelos que pudieran quedar, desaparecieron, limpiar un poco la cabeza, aplicar una crema para que no se irritara y listo, aquella chica estaba completamente calva, fuera capa, mientras la madre, se dirigÃa al mostrador para pagar y reservar la cita, note el flash de la cámara, de reojo pude comprobar que era ella, se estaba haciendo todos y sonriendo.
Durante el resto de la semana, pensé en si volverÃa o no, si superarÃa el look que llevo el sábado, pues iba con una falda metalizada plateada, un top lencero negro y una chaqueta negra, pero los dÃas pasan muy rápido y aquella tarde, el dÃa era soleado, la tarde acompañaba, pero un importante partido de futbol y una final de baloncesto, hacia que las calles estuvieran vacÃas.
Y si, justo a las 19:20, diez minutos antes de la hora, llegaron las dos, tras un breve saludo, la chica se sentó en el sillón, la madre, que iba a colocarse a su lado, tuvo que salir fuera por una inoportuna llamada de teléfono, aunque antes de contestar, ya dejo bien claras las instrucciones.
– Tranquila, no va a volver.
– ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?
– Conozco a tu madre perfectamente, se que eres inocente, pero como el otro dÃa, no lloraste…
– Ya, la estaba notando nerviosa, como si lo esperara.
– Pensé que una llamada telefónica, vendiendo algo de lo que ella tanto habla…
– SerÃa un buen entretenimiento.
Capa, crema y poco a poco, iba afeitando los pelos de una semana, la verdad, la habÃan crecido muy rápido, pues con cada pasada de navaja, el color de piel volvÃa a aparecer, ella se encontraba cómoda, ambos mirábamos de reojo la puerta, por si su madre entraba y notaba que el ambiente no era el esperado.
Con la primera afeitada, su cabeza estaba completamente calva, asà que tras limpiar un poco, de nuevo el blanco de la crema, tapo el color de su piel, cuchilla y desde la frente hacia atrás, el apurado se hacÃa más que presente, con más de la mitad de la cabeza, entro su madre, la cual se sentó al lado de la ventana, cogió una revista y no fue cuando ella se levanto, cuando de nuevo mostrador, cita y pagar.
Esta vez no la toco la cabeza, pero si, hizo que posara unas cuantas veces, para hacerla unas fotos, las cuales no fueron de su agrado, pues no dejaba de sonreÃr, además parecÃa que el look elegido, no era de su agrado, pues llevaba un vestido rosa de tirantes, una cazadora rosa estilo motero y zapatos negros.
Tras dos sábados sin aparecer, fue un miércoles cuando la chica apareció a última hora, me pregunto por los afeitados extremos, la dije que para eso, no habÃa tiempo, que si querÃa que viniera el viernes.
– Buenas tardes.
– Buenas tardes ¿Qué tal estas? ¿Cuánto tiempo?
– Ya, pero bueno, han cambiado muchas cosas.
– ¿Qué ha pasado?
– Tú déjame bien calva y te cuento.
Como tenÃa bastante pelo, con la maquina, la deje completamente al cero, para después, con otra más precisa, ir rematando las zonas más oscuras y apurar el resto, con la cabeza al cero, bien rapada, un pequeño masaje y de nuevo con espuma y una navaja especial, el resultado era espectacular, no parecÃa que antes hubiera pelo, pero el querer un afeitado extremo, obligaba a otra pasada, la cual no hacÃa más que conseguir un resultado increÃble.
– ¿Quieres ir un paso más allá?
– ¿Un paso más allá?
– Si, espalda, brazos, piernas… vas aquedar…
– Hazlo, cuando termines.
Cuando termine, la lleve a la camilla, se tumbo de espaladas, y tras enjabonar su cuerpo, con la cuchilla, poco a poco, los pocos pelitos, que tenia desaparecieron por completo, la verdad que habÃa quedado perfecta, sin un solo pelo, la deje vestirse y cuando salió, tras unos segundos de pausa, me contó lo que habÃa pasado.
Al parecer, la habÃan robado sus datos bancarios y habÃan pedido prestamos a su nombre sin ella saber nada, pero su madre, nunca creyó esa versión, por eso fue el castigo, pero tras la segunda vez, la informaron que habÃan detenido a los estafadores, el castigo se quedo en suspenso, pero ella decidió dar una lección a su madre, desde ese dÃa, todos los sábados, me pide mi mejor afeitado, que mejor manera de pasar las vacaciones y mas una tarde de sábado.