Camping El Roble Verde (skrg)

Ane es de Gasteiz. Es una mujer alta. Lleva el pelo rubio platino. Por los hombros. Y la nuca rapada. Al 0.

June es Donosti. Lleva un piercing en el labio y varios tatuajes por todo el cuerpo. Tiene una melena castaña rizada, casi roja, que cuando se la recoge en un moño alto, deja ver todos sus lados y parte de atrás rapada, un poco irregular, hasta la sienes y casi la coronilla.

Ainhoa es de Bilbao. Es una señora joven. Tiene el pelo rubio, un poco encanecido. Es la más guapa de las tres. Lleva los lados y la nuca rapados, pero no tan altos como June ni tan rapados como Ane.

No son amigas, pero se reconocen cómo pertenecientes a un club distinguido cuando se ven. Suelen felicitarse cuando una de ellas acaba de repasarse el rapado. El otro día se pusieron a hablar en la piscina.

-¿Habéis visto a esa chica tan estirada?- les preguntó Ane.
-¿Cuál?- respondió June.
-Una que tiene una melena castaña larguísima, que nos mira a todas por encima del hombro.
-¿Dónde se queda?- preguntó AInhoa.
-En una tienda de campaña verde- dijo Ane con todo el desprecio que puede mostrar quién se sabe propietaria de un bungalow fijo.
-¡Ah!¿No será una que tiene el marido que va con los lados afeitados?- preguntó Ainhoa.
-SI. Esa es.
-Él es guapísimo- concluyó la bilbaína.
-Me han dicho que son de Madrid- dijo June -quizás le viene de ahí la altanería.
-Y yo de Vitoria, mira tú.

Al cabo de un rato, vieron que Genoveva caminaba hacia la piscina.

-¡Mirad! ¡Ahí está! ¡Vamos a encontrárnosla! ¡Venga!- les urgió Ane.

Julio las vió abordarla desde su caravana y pensó: ya han encontrado otra víctima esas vampiresas.

-Hola, guapa- la saludó Ane mientras Ainhoa y June la rodeaban.
-Hola- contestó Genoveva sorprendida.
-Yo soy Ane, y ellas son June y Ainhoa.
-Vaya melena tan bonita que tienes- dijo June.
-Gracias- les contestó Genoveva -a mi me encantan vuestros cortes de pelo.
-¿A qué si?- enfatizó Ainhoa.
-¿Es la primera vez que venís al camping?- interrogó Ane.
-No, la segunda. La verdad es que nos encantó cuando vinimos hace unas semanas. ¿Es qué sois fijas?
-Si. Yo tengo un bungalow- dijo Ane con suficiencia -June viene mucho en furgoneta y Ainhoa tiene una caravana fija. ¿Qué te parece si te lo enseñamos?.
-No sé. Iba a ver a los niños a la piscina.
-Anímate- le dijo June mientras la empujaba por la espalda -los niños están bien. Nos tomaremos algo.

Genoveva se vio obligada a aceptar.

Cuando llegaron, le extrañó que Ane cerrara la puerta por dentro.

-Queremos que te sientas en nuestro camping como en casa- le dijo con una sonrisa maliciosa.
-¡Qué amables sois!- contestó ingenua Genoveva.

June empezó a acariciarle la melena -me encanta tu pelo.¡Que largo lo tienes!
-Gracias. Pues hasta hace unos años lo llevaba por aquí -dijo señalándose el mentón- y subido por detrás con la nuca afeitada.
-¡Mira con la mosquita muerta!- exclamó Ane.

-Oye. Y ¿Por qué no vuelves a ese corte?
-La verdad es que me cansé. Me gusta mucho mi melena larga.
-Pero la melena la puedes conservar. Todas llevamos nuca y lados rapados y mantenemos nuestras melenas.
-La verdad es que estáis las tres muy guapas. Y mi marido me insiste mucho en que me vuelva a rapar.
-Pues yo tengo por aquí mi maquinilla y Ainhoa es peluquera profesional.
-Bueno, vale. Pero sin cortar nada de la melena.
-No te preocupes – la tranquilizó Ane escondiendo su sonrisa.

De repente las tres compinches empezaron a desnudarse. Ante la sorpresa de Genoveva, June le explicó – siempre que hacemos esto nos desnudamos. Los pelitos vuelan en todas partes y es mucho más cómodo. Además hace tanto calor dentro de estos bungalows. Total somos todas mujeres….

Genoveva aceptó desnudarse, no del todo convencida.

La sentaron en una silla en el centro del salón. Ainhoa se puso detrás ella y las otras dos se sentaron en el sofá, para disfrutar del espectáculo. No había espejo.

Ainhoa empezó a cepillarle la melena. Cuando estuvo bien desenredada, con un peine de púa le separó la parte de arriba de la melena y le hizo un moño.

Genoveva sonreía tranquila.

Ainhoa cogió la maquinilla. La encendió y en un movimiento muy rápido ya le estaba rapando la patilla derecha de la pijita. Antes de que Genoveva pudiera reaccionar con un respingo, Ainhoa ya había arrastrado la maquinilla hasta la sien.

Genoveva se llevó la mano al lado rapado y casi no encontró pelo – ¿Pero no me ibas a rapar la nuca? ¿A cuánto me estás rapando? – preguntó con la voz temblorosa.

-No cariño – contestó la tatuada June – quedamos en que te raparías los lados como nosotras.
-Te estoy rapando al 0 – le explicó Ainhoa – pero no te preocupes que esto crece enseguida.
Genoveva se resignó – por lo menos a Cayetano le excitará- pensó para si.

Ainhoa siguió rapandole al 0. Apurando mucho el límite entre la zona rapada y el moño de pelo largo para que las dos zonas quedaran bien delimitadas.
Rapó todo el lado derecho, la nuca hasta cerca de la coronilla y todo el lado izquierdo. Y mientras repasaba por detrás de las orejas dijo – Ane, cariño, veteme a por la espuma de afeitar y una cuchilla limpia.
-¿También me vas a afeitar? – preguntó Genoveva inquieta.
-Si, porque total lo que tarda en crecer son un par de días más pero la sensación que da es superexcitante. Ya verás.

En cuanto Ane le entregó el tubo, Ainhoa empezó a llenarla de espuma blanca. Las otras dos apenas podían resistir la risa.
Ainhoa empezó a afeitarla por la patilla derecha, de nuevo. Cuando le hubo afeitado todo el lado, le dijo -mira, prueba, tocaté, ya verás que sensación.
-Huuuy. Es verdad. Qué suave. Qué escalofrío- dijo excitada, mientras no paraba de acariciarse sin pudor.

Ainhoa siguió afeitando. Repasando tantas veces como fuera necesario hasta conseguir que toda la zona sin pelo -¡3/4 partes de la cabeza!- de Genoveva quedará completamente pelada, suave.

Le deshizo el moño y volvió a cepillarle la poca melena que le quedaba. Empezó a hacerle una trenza de raíz y continuó, a partir de la coronilla, con una trenza que le caía colgando sobre la nuca.

-¡Uuuyy! ¡Qué cosquillas me hace cuando me roza la nuca afeitada!- dijo sonriente Genoveva.
-Estás guapísima y supersexy- la piropeo June.

-Cuando hacemos esto de incorporar a una nueva chica a nuestro grupo- empezó a decir Ane pero enseguida le interrumpió Genoveva – ¿así es como lo llamáis? Porque a mi me parece que es una putada integral.
-Cuando hacemos esto de incorporar una chica a nuestro grupo – continuó Ane ignorandola – luego le dejamos que nos repase el rapado.
-¿Al cero? – preguntó Genoveva.
-Claro, al cero. Es como más nos gusta- intervino June.
-¿Afeitadas como yo? – insistió la pija. El problema es que las tres vascas entendieron “¿Afeitadas, como yo?” y contestaron al unísono – si quieres puedes afeitarnos.
-Muy bien. ¿Quién es la primera?
-Yo – dijo June – que lo tengo larguísimo.

Genoveva cogió el peine de púa y empezó a separarle el pelo un poco por encima del límite que tenía marcado. Le hizo una cola vertical, justo en el centro de la cabeza.
-Voy a aprovechar para rehacerte el límite que lo tienes muy irregular.
June se dejó hacer, muy satisfecha con su aspecto radical.
Lo que no sabía es que además de por los lados le había subido el límite muy por encima de la coronilla, de modo que cuando se soltara el pelo, la melena sólo le caería por encima de los lados rapados pero la parte de atrás quedaría completamente al descubierto.
Genoveva cogió la maquinilla y comenzó a rapar al 0 por la parte de atrás. Quería pelar la coronilla cuanto antes para que la putada fuera irreversible.
Cuando lo notó, June le dijo – Oye ¿no estarás rapando demasiado arriba?
-No te preocupes. Vas a quedar guapísima. Como yo- le contestó la pija mientras intercambiaba una sonrisa pícara con las otras dos.
Después de raparla bien al cero. Por los lados, por detrás y por la coronilla, extendió espuma de afeitar por las 4/5 partes de la cabeza. Y afeitó, afeitó con ganas, sobre todo por la coronilla.
June quedó muy simpática, con su cola vertical, que casi le caía sobre la frente. Cuando la veías por detrás impresionaba la extensión de la parte afeitada y la cola que sobresalía como un geyser.
Se levantó dubitativa, tocándose la parte afeitada, un poco asustada cuando su mano tocó la coronilla tan despejada.

-Ahora le toca a Ainhoa- ordenó Genoveva.
La bilbaína obedeció sentándose en la silla.
Genoveva le susurró al oído buscando su complicidad -no te preocupes AInhoa. A tí si que te voy a dejar igual que yo.
-Vale. Pero más no, eh.
Genoveva esta vez cumplió. Aunque eso implicaba separarle el pelo un par de dedos más alto de lo que acostumbraba a llevarlo AInhoa.
Ainhoa sí que tenía descuidado el rapado. Tuvo que emplearse a fondo para arrancarle el fieltro entre rubio y canoso que llevaba pegado al cráneo. La dejó bien afeitada con la cuchilla y le hizo una trenza de raíz como la que le había hecho a ella. Pero, ay, Ainhoa no tenia ni la mitad de mi pelo que Genoveva, así que al final de la trenza de raíz solo le colgaba sobre la parte afeitada un pequeño muñón que apenas tocaba el ocipital.

-Sólo quedas tu Ane- grité.
-Voy.
Cuando se hubo sentado me advirtió – a mi sólo la nuca eh.
Sin que se diera cuenta les hice un gesto con la cabeza a June y Ainhoa.
Se levantaron del sofá y vinieron a sujetar a Ane cada una de un hombro.
-¿Pero qué hacéis?
-Tu también vas raparte como nosotras. Ya está bien de que solo lleves la nuca rapada. Venimos a asegurarnos de que así sea- le dijo firme June.
Todavía se revolvió un poco pero entre las tres la redujimos.
Empecé a separarle el pelo con el peine de púa pero no le cogí el mismo moño que yo y Ainhoa, ni siquiera el de June, no, le dejé apenas una franja de pelo de dos dedos de ancho. Las otras dos se dieron cuenta pero callaron.
Ane se puso nerviosa cuando vio que encendía la maquinilla.
Está vez no empecé por la patilla o por la nuca sino prácticamente por la frente.
-¿Pero qué haces, puta? ¡Me estás dejando calva!
Las otras dos aumentaron la fuerza que hacían sobre ella.
-Para ser de Vitoria eres muy malhablada, Ane- le contesté tranquilamente -te estoy dejando igual que nosotras….pero con un toque particular para que no parezcamos gemelas- acabé riéndome.
A continuación le pasé la maquinilla al 0 al otro lado del estrecho mechón que le iba a dejar, para marcar bien el territorio.
Seguí rapando la parte de arriba, ambos lados y toda la parte de atrás. La coronilla se la respeté.
-June- dije – acaba de afeitarla tu – que no has podido rapar nada todavía.
La donostiarra aceptó encantada. Ane ya no intentaba resistirse.
Cuando terminó de afeitarla pudimos ver lo ridícula que había quedado. Al tener el pelo rubio platino y con poco volumen parecía calva. Sólo si te fijabas mucho podías percibir el estrecho surco de pelo que le habíamos dejado. Por detrás era aún peor, le colgaba una cola de rata sobre la nuca afeitada.

Salimos del bungalow. Yo caminaba medio paso por delante. Mi trenza se meneaba sugerente sobre mi nuca suave. Todos nos miraban. Ane bajó la cabeza. Se dieron cuenta de que yo era la nueva líder de las rapadas del camping.

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Author: mdj

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