Un día cualquiera (Neutetzeno)

Era un día de verano como otro cualquiera hacía mucho calor yo como cada mañana me dirigía a la tienda de mi amigo Javi antes de ir a trabajar. Cuando llegue a la tienda Javi no estaba en su lugar estaba allí su hermana Jessica. Entré en la tienda y cogí lo mismo de cada mañana un café frio para beberme por el camino y algún dulce y me disponía a pagar cuando vi que la cara de Jessica era un poema.

– Qué te pasa Jessica te encuentras mal. Le pregunté
– Nada que trabajando aquí en la tienda me agobio muchísimo, el calor del horno, el calor que hace y tener el pelo tan largo pues me agobian. Respondió

Jessica es una chica preciosa de unos 25 años con un buen cuerpo no muy alta y con un pelo largo casi a la altura de la cintura precioso.

– Bueno oye lo del calor del horno y el calor que hace en general no lo podemos cambiar, pero sí que si lo que te agobia el pelo siempre lo puedes cortar. Le dije
– No se la verdad porque me encanta mi pelo largo, pero sí que es verdad que trabajando aquí en la tienda me he planteado cortármelo un par de veces. Dijo
– Yo creo que sí tanto te agobia el tenerlo largo deberías cambiarlo más que nada para que no te agobie tanto este calor si te lo cortases estarías más fresca y cómoda. Dije
– Ya, pero, aunque me decidiese a cortármelo no sabría que hacerme. Dijo ella
– Si quieres cuando tengas un rato libre te puedes pasar por mi peluquería y te puedo dar alguna idea. Le respondí

Justo en ese mismo momento entraba nuestro amigo Jaime por la puerta para quedarse en la tienda ya que Javi tenía que hacer unas gestiones y no podía relevar a Jessica en la tienda, después de un rato hablando los tres, Jessica y yo salimos de la tienda yo me dirigí como siempre a mi peluquería era la hora de abrir, aunque no tenía ninguna cita programada tan temprano, mi sorpresa fue que a los 30 minutos de abrir Jessica apareció por allí.

– ¿Veo que al final te has decidido no? Pregunté
– Si solo el pensar que sobre las 12:30 tengo que volver a ese infierno me ha hecho decidirme a cortarme el pelo. Dijo
– Ya veo está bien si quieres échale un ojo a las revistas que tienes ahí a ver si te gusta algún corte en particular. Le dije
– ¿Qué me recomendarías tú? Preguntó
– Pues no se con ese pelo tan bonito que tienes quizás un undercut y cortar un poco más o menos hasta la altura de los hombros. Respondí
– ¿Un undercut, que es eso? Pregunto
– Es un pequeño rapado que queda oculto debajo del pelo, los más normales suelen ser un lado o la nuca, pero también se pueden unir ambas cosas. Respondí
– Me gusta la idea, ¿Qué me raparías a mí y a que numero? Preguntó
– En tu caso creo que la nuca estaría bien y con raparla al 2 va bien. Le contesté
– De acuerdo pues manos a la obra. Dijo ella

Se sentó en el sillón en su cara se podía ver el miedo y se intuía el pensamiento de qué clase de locura estoy a punto de hacer, me acerque a ella le coloqué la capa, cogí la máquina y me coloque en su espalda. Cuando la encendí note como se estremeció (solo lo hice para ver su reacción) dividí el pelo, coloque la guía en la máquina y ahora si la encendí y comencé el corte. Cuando sintió la maquina apoyada en su cuello se volvió a estremecer y entonces llego la primera pasada y la segunda y la tercera. Apagué la máquina y estaba a punto de guardarla cuando dijo:

– No la guardes aun quiero un poco más, quítalo todo y la guía también.
– ¿Estas Segura?
– Si. Respondió
– No sabes cómo me está poniendo esto. Le dije
– A mí también. Respondió ella

Quité la guía y apoyé la maquina en su frente su cara de placer al sentir la maquina me excito aún más y comencé a pasar la máquina, yo disfrutaba ver como caían esos mechones de pelo, pero su cara era de estar disfrutándolo aún más. Estábamos disfrutándolo ambos y cuando estábamos a punto de terminar le pregunté:
¿quieres disfrutar un poco más? A lo que ella me respondió con un rotundo si, ya una vez terminado el corte apague la máquina y me dirigí hacia la mesa donde tenía los útiles de barbería y cogí espuma de afeitar y una navaja y le dije si antes has disfrutado ahora lo harás mas, le enjabone la cabeza y comencé a pasar la navaja hasta ver que no quedaba ni un pelillo en esa preciosa cabeza blanca. Cuando terminé se quitó la capa y salto sobre mi comenzamos a besarnos y con ella en brazos me dirigí a la trastienda. Fue un día que ninguno de los dos olvidaremos. Hoy hace ya dos años de aquel día y Jessica y yo seguimos juntos ella se ha dejado crecer el pelo y lo tiene ya más o menos como aquel día. Pero lo que ese pelo no sabe es que hoy es el día en que volverá a caer completamente.

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Author: mdj

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