Mariana y el ladrón...
 
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Mariana y el ladrón de trenzas (3º Parte)

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(@cabrilo)
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Mariana se contempla ante el espejo. Espera ansiosa el siguiente ataque del ladrón. Espera que todo esto tenga un final digno del sacrificio de sus trenzas sedosas. Espera que pronto ese rufián inicie su último movimiento

El Rapador está desconcertado, pues esperaba en ese momento una violenta resistencia por parte de ella. Por lo general, en este punto, sus víctimas se retorcían de angustia y desesperación, despojadas de sus bellas melenas. Pero la diosa está serena, dueña de sí, dispuesta y, llena de una sensual altivez lo reta con la mirada. No harán falta más sogas, ni cadenas ni mordazas. Ella se está ofreciendo sin reservas.

Sobreponiéndose a la sorpresa, El Rapador va a su maletín y saca una máquina rapadora. La conecta y la hace rugir:

¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

Se acerca a Mariana y, viéndola a los ojos a través del espejo, traga saliva y le dice: “Te raparé, preciosa. Te dejaré sin un solo cabello. ¿Estás lista?”

Ella no contesta pero le lanza una mirada que contiene lo más terrible de sí: su fuerza, su coraje, su deseo, su lascivia, su sensualidad salvaje. Esa mirada era una orden enérgica, tremenda, que exigía obediencia sin vacilaciones.

Él ya no preguntó más y empezó a pasar la máquina sobre los restos de la cabellera de Mariana. Rugiendo aún más fuerte, la rapadora fue segando los hirsutos mechones que aún quedaban en su cabeza.

¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

Rugía con fuerza, llenándolos a ambos de excitación: el ávido sexo de ella empezó a humedecerse como la Selva Amazónica; el hambriento sexo de él empezo a endurecerse y a levantarse, pidiendo entrar en el dulce recinto de la bella.

¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

Los pases vibrantes en su sensible cuero cabelludo, hicieron que Mariana experimentase un intenso orgasmo que casi la hace salir del planeta. Cerró los ojos y los disfrutó, mientras su fuente manaba más y más de ese vino ardiente. Nunca había sentido ese placer extraño, la caricia de la máquina y el beso del aire sobre su cabeza que empezaba a quedar casi calva.

¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

El Rapador a duras penas se sostenía en pie. Su miembro creció alto y poderoso como un minarete, lleno de sed, deseoso del cobijo de la caverna divina de esa joven dama. Ver caer los últimos restos de la cabellera de Mariana, lo hicieron experimentar la erección más grande de su vida. Su sexo parecía estar a punto de adquirir alas y salir disparado hacia el cosmos.

¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

Caían los últimos mechones y ellos estaban a punto del clímax. Mariana, a punto de estallar, gritó entonces, con los ojos cerrados:

“¡Basta! ¡Basta! ¡Por favor! ¡Para! ¡No aguanto más!
¡Quiero sentirte de nuevo dentro de mí!”

Dominándose y conteniendo su semen, El Rapador le dijo:

“Aún falta lo mejor, preciosa”

Apagó la máquina. Sacó de su maletín una lata de espuma de rasurar y una elegante navaja barbera. Mariana abrió los ojos, observó los instrumentos, sonrió y le preguntó:

“¿Harás lo que me imagino?”

Él dijo con su tono seductor y misterioso: “Eso y más”

Sin esperar más, oprimió el botón de la lata y lleno sus manos con la espuma. La aplicó en la cabeza de Mariana con cuidado y delicadeza, disfrutando los pases de sus manos en esa cabeza casi calva. Ella, excitada por el masajeo, se encendió aún más y dijo:

“Sé que me afeitarás. Está bien, hazlo, pero quiero que lo hagas a mi modo. Tengo mucha hambre y quiero devorarte mientras tu navaja surca mi cabeza”

Se puso de rodillas ante él, tomó su sexo con energía y, antes de empezar a devorarlo, le dijo:

“Empecemos. Tú tienes algo de mí, yo tendré algo de ti”

Sin darle tiempo a reaccionar, le empezó a hacer una felación que seguramente recordaría por el resto de su vida (si es que sobrevivía al hambre insaciable de esa lasciva y temible mujer en la que Mariana se había convertido). Sentía la amenaza de sus dientes perfectos alrededor de su piel. Sentía la dulce humedad de su boca envolverlo en su ardiente aliento. Sentía el delicado aleteo de su lengua. Sentía que en verdad vivía, pero que ese placer inmenso estaba a punto de aniquilarlo, de quebrar sus fuerzas y su corazón en mil pedazos. Quería liberar su semilla, pero sabía que se arrepentiría si lo hacía. Tenía que distraerse con algo.

El Rapador, dominándose a duras penas, empezó a pasar entonces la filosa navaja sobre la cabeza de Mariana. El metal cantaba sobre esa delicada piel de la que difícilmente podría creerse que hace apenas una hora poseía una melena larguísima, increíblemente tentadora y frondosa:

¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk!

A cada pase Mariana intensificaba sus ataques, dando pequeños mordiscos y haciendo danzar su lengua como si fuese de fuego.

¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk!

Ahora era El Rapador quien estaba siendo poseído. Se percató de ello con horror. Se angustió, nunca una mujer lo había hecho suyo. Nunca había experimentado la zozobra de no tener el control. Estaba ebrio de placer, pero también de angustia. Se sentía a punto de ser pulverizado por el apetito frenético de esta diosa oscura. Pero no podía escapar. Ella era demasiado fuerte. Sólo le quedaba seguirla afeitando.
¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk!
¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk!
¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk!
¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk! ¡Jjjjjjjjjkkkkkkkkkkk!

Ella era más vehemente y él estaba a punto de desmayarse. Pasó la navaja por el último rincón. Mariana estaba calva por fin. Nada de la Princesa de las Largas Trenzas quedaba ya. Su piel blanquísima despedía un delicioso brillo. Gritó entonces El Rapador:

“¡Por favor, piedad! ¡Ya no más! No soporto más esta tortura”

Entonces ella dejó de devorarlo, se puso en pie y de un enérgico empujón lo hizo caer en la cama. Furiosa le dijo:

“No te escaparás de mí. Me despertaste y ahora pagarás las consecuencias. Ahora yo te tomaré a la fuerza”

Cayó sobre él. Su sexo devoró ese miembro amoratado y húmedo a punto de estallar. Ella le hizo el amor. Ella lo poseyó sin miramientos ni piedad. Lo hizo experimentar lo que nunca hubiese imaginado que existía. Todo el universo vivía ahora en su vulva ardiente como volcán.

Después de quince minutos, El Rapador no pudo más y llenó con su semen el océano de Mariana. Un orgasmo irrepetible los poseyó a ambos, haciéndolos estallar como una esplendente supernova.

Una explosión atómica los venció y ambos se desvanecieron de placer, dolor, deseo, odio, furia, vida, muerte…

Mientras tanto, las silenciosas y serenas trenzas de Mariana, colgando del techo, los observaban caer en ese letargo que se antojaba eterno.

Después del cataclismo, en la penumbra del amanecer, viéndose a los ojos –él acariciando la calva de ella, ella retorciendo los vellos del fuerte pecho de él– Mariana le quita la máscara al hombre, lo besa en los labios y le dice:

“Amor, gracias por cumplir mi fantasía…”

El Rapador, que en realidad es su novio, disfrutando del sabor de su boca, le contesta:

“Soy tuyo, preciosa, sabes que haré todo lo que me pidas. Sólo me duele saber que pasará mucho tiempo antes de que vuelva a disfrutar de tu melena incomparable”

Ella menea su cabeza tonsurada, sonríe y dice:

“Tengo un secreto que contarte: La fantasía es el terreno del cumplimiento de lo imposible. Soy el sueño de muchos. Soy la magia y el hechizo. Soy hija del amanecer y del anochecer. La aurora trae para mí una nueva cabellera. Al meridiano mis mechones ondearán al viento de nuevo. Lo verás entonces, si no me crees…”

Lo veremos entonces nosotros, cuando Mariana vuelva para contarnos sus historias… y poseernos

 
Respondido : 24 octubre, 2020 00:55
(@cabrilo)
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Espero os haya gustado tanto la historia tanto como a mi en su día. Tengo otra historia guardada de este mismo autor, tanto o incluso más interesante que esta... 🙂

 
Respondido : 24 octubre, 2020 00:58
 Joel
(@joel7)
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Estimable Member
 

Increible historia! no me esperaba este final para nada, me has soprendido

 
Respondido : 26 octubre, 2020 04:50
(@flattoper)
Respuestas: 894
Noble Member
 

Genial y la frase final muy inspirada y dando un giro completo a la historia.

 

Un saludo. 🙂

 
Respondido : 31 octubre, 2020 16:02
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