Diario de una hairfetish 4: Las historias

Hasta los 30 años, he llevado el pelo largo. Muy largo, Siempre he estado orgullosa de el, un pelo negro, ondulado, muy agradecido y brillante. Todo el mundo me ha dicho siempre que era uno de mis atractivos, y por eso, nunca consentía en cortarlo mucho. Por aquel entonces, era muy joven. y contradiciendo las historias que escribía y mis propios sentimientos, para mi, ir a la peluquería, era un suplicio.
Hacía cosas tan extrañas como besarme el pelo y despedirme de él en un silencioso ritual minutos antes de que me lo cortaran. En aquella época, mi padres tenían que insistirme, pues yo lo dejaba crecer y crecer, hasta tenerlo a veces, casi por la cintura. Tenia una enorme colección de diademas, horquillas de colores, pasadores, coleteros…Me hacía todo tipo de peinados, me lo rizaba, me ponía trenzas, moños…de todo.

Nunca me hacía protagonista de las historias que escribía. Ni siquiera se me pasaba por la imaginación. Los protagonistas eran siempre, Esther, algún niño que me empezara a  atraer o actores o cantantes que me gustaban. Pero en las historias, yo jamás aparecía.
Mis favoritas eran las de castigos, supongo que me impactó mucho lo que le ocurrió a Marina Estévez y la recreaba continuamente en mis escritos. No conservo ninguna de aquellas primeras historias. Me daba tanto pánico a que alguien las encontrara y las leyera, que las rompía en mil pedazos cinco minutos después de haberla escrito.
No importaba.
Estaban en mi mente.

Empezaron a interesarme los cuarteles, los soldados, la policía, el ejército…Y empecé a quedarme parada, disimulando , en los escaparates de peluquerías para hombres.

Yo no entendía nada de aquello. Sentía que cuando hacía ese tipo de cosas, era como extrañamente poseída por alguien que no era yo.  Sólo tenía certeza de que necesitaba seguir haciéndolo, y mantenerlo en el más absoluto secreto. Ya tenía 14 años, empezaba a conocerme más. Y empecé a salir con chicos.

Siempre he sido muy enamoradiza y durante aquellos años, salí con varios amigos. Chicos del barrio, del colegio vecino, algunos hijos de los amigos de mis padres…No me gustaban demasiado hasta que les hacía protagonistas de algunas de mis historias. Cuando los introducía en ellas, de repente mi deseo hacia ellos se disparaba. Yo no lograba entender por qué. Sin embargo, nunca pensé que estuviese haciendo nada malo, nunca pensé que aquello que sentía fuese dañino, o peligroso, o inmoral. Lo único que tenía claro era que no podía ser descubierta, que aquello era algo mío, imposible de compartir.

Las tramas de mis escritos, fueron cambiando. Ahora, aquellos primeros novios eran los protagonistas, ya no había niños o mujeres, sólo hombres en situaciones extremas que sufrían y se sacrificaban constantemente por mi amor. Las tramas  por aquella época., eran siempre muy dramáticas.

Empecé a guardar todo lo que escribía, ya no rompía nada. Pero seguía teniendo miedo a ser descubierta.  Lo hacía siempre en hojas sueltas, con la letra muy pequeña, muy junta, apenas podía entenderse, los renglones se amontonaban uno encima de otro, y tachaba con precisión aquellas frases que consideraba “demasiado atrevidas o peligrosas”. Las escondía en una carpeta negra, y a mi mejor amiga, le hice jurar que si  alguna vez me pasaba algo, rescataría esa carpeta y la destruiría sin abrirla. (Hoy día sigo pensando en qué ocurriría si me pasase algo y , mi hermano, por ejemplo, revisara mi ordenador…)

Empecé también a intentar darle un sentido a mis escritos. MIs fantasías era lo único que tenía y ése era el único medio de verlas materializadas, por lo que en general, mi forma de escribirlas era siempre bastante realista. No me excitaba escribir si la trama no tenía un sentido coherente, si no te introducía con detalle en la situación, si no se explicaban las miradas, o no se describía el espacio. Mis puntos de fascinación se fueron abriendo. Y tuve que desarrollar una gran imaginación para introducir mi fetichismo en las más diversas situaciones, en los más variados personajes. Muchos de los ámbitos se repetían una y otra vez, aunque siempre cambiaban los diálogos, las reacciones, los sentimientos…

Aprendí a masturbarme. Y también empecé a ser consiente de mis dificultades para excitarme con los chicos con los que salía. Yo no sentía nada de lo que mis amigas me contaban, así que decidí probar suerte con chicos rapados, quizás así consiguiera estimularme más. Estábamos a finales de los 80…quién iba rapado?? Sólo los Punks con los que no me sentía nada identificada, y los  chicos que estuvieran haciendo el servicio militar…

Había una zona de bares en mi ciudad, donde solían reunirse los soldados de un cuartel cercano. Evidentemente, me hice asidua de aquellos bares. Mis ojos siempre se posaban en aquellos chicos que estuvieran más rapados. Por supuesto, también tenían que tener otros encantos , con eso solo, no era suficiente, pero suponía para mi una tarjeta de presentación perfecta. Fue en éstas que conocí a Pablo.
No tengo que decir qué fue lo primero que me llamó la atención…Iba completamente rapado, y parecía tímido e inocente. Los dos éramos muy jovencitos, pero yo  ya sabía cómo hacer que un chico se fijara en mí, así que en  una ocasión, su grupo de amigos se acercó a mi grupo de amigas, nos presentamos y esa misma noche, nos besamos en un banco de aquella plaza. Pablo era de un pueblo cercano a mi ciudad, llevaba tan sólo algunas semanas cumpliendo con el servicio militar en aquel cuartel y era perfecto para darle rienda suelta a mis fantasías…

mdj
Author: mdj

3 comentarios

    Hola

    Tus historias me encantan, me siento muy identificada con ellas, también siento una fascinación fetchista por el cabello y siempre creé historias muy similares a las que cuentas, JAMÁS he hablado de ello porque me muero de la vergüenza. Aún cuando he dado rienda suelta algunas veces a algunas fantasías.

    Más allá de lo sexual me alegra por fin encontrarme con personas que tengan secretos afines al mío, no sabes el alivio que me da – más de 30 años con un secreto te ahoga – me gustaría mucho poder conversar contigo. supongo que registras los correos electrónicos, si puedes escribirme alguna vez, te estaré muy agardecida.

    Saludos

    Maga

      Hola Maga, la autora del diario me pide que dejes tu email si quereis poneros en contacto. Puedes mandarle un mensaje a [email protected]

    HOLA ME FASCINA TU HISTORIA A MI TAMBIEN ME GUSTA CORTAR EL PELO!

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