Esclava de su amor

A Sam y a Elena les encantaba juguetear a ser esclavo uno del otro. En uno de esos juegos Elena perdió, habían apostado quién llegaría antes a su casa en el fin de semana, el viernes después de trabajar, y cuando, a toda prisa llegó a casa sobre las 3 del trabajo, abrió la puerta y descubrió que Sam ya había llegado. Asombrada sabía que lo peor iba a llegar, desde que terminaran el almuerzo y hasta las 12 de la noche sería la esclava de su novio, eso les encantaba pero últimamente se habían puesto duros castigos uno al otro y temió que iba a ser una dura tarde. De hecho el viernes anterior había ganado ella y le impuso el castigo de ir a cenar a un restaurante con la familia de ella pero quitándole antes de la cartera la tarjeta de crédito por lo que había hecho un ridículo espantoso.

Tras almorzar sin decirse nada sobre el tema Elena ya no aguantó más y le dijo, bueno Sam has elegido ya que debo hacer supongo. Dímelo.

Sam le contestó. – Pues mira, no. Como en los últimos días esto se ha ido un poco de madre prefiero pensarlo tranquilo y el viernes que viene lo hacemos. ¿Te parece?

Ella respondió con un rotundo sí y se sintió muy aliviada.

Pero el viernes siguiente llegó, y ella le llamó por teléfono desde su trabajo el viernes por la mañana impaciente y preguntándole qué debía hacer. Sam le dijo que estaba acabando de pensarlo y que ese día el iría a buscarla a las 7 a casa de los padres. Iré a buscarte y tomamos algo y nos vamos de marcha, ponte algo sexy cielo por si vamos de bares o disco vale???

Aunque extrañada por ese cambio, no verse ya desde el viernes a mediodía, en el fondo le encantó ya que serían menos horas a merced de su novio. Aceptó y a las 7 estaba puntualmente arreglada, no fuese que un retraso le hiciese perder ese mínimo castigo que iba a recibir suponía Elena.

A las siete la recogió y salieron paseando por el barrio. Tras un ratito andando Sam le dijo:

He decidido tu castigo.

– ¿Cuál?. Respondió impaciente ella.

Me voy a cortar el pelo pero no me lo vas a hacer tú como siempre sino que vamos paseando y cuando veamos una barbería o peluquería entramos.

Aunque la hirió oír aquello, ya que le encantaba pelarle, lo mismo que cuando él se lo hacía a ella aceptó ya que era un castigo, que por lo menos, no era malo para ella físicamente hablando, sólo mentalmente.

Nada más girar la esquina siguiente había una vieja barbería de hombres, no medía mas de 4 metros por 3. Con un viejo sillón en el centro y espejo que cogía gran parte de la pared del fondo y una fila de 5 sillas incómodas en un lado para esperar.

Sam se paró y le dijo, aquí.

Entraron, un chico de unos 12 años se estaba sentando en el sillón y otro de unos 4 ó 5 esperaba sólo. Saludaron con un hola al barbero y se sentaron. Ella con reparo, ya que notó que el viejo barbero de unos 60 años la miró de arriba abajo, su top y su minifalda negra y sus botas hasta la rodilla eran demasiado sugerentes para un “viejo verde” pensó.

El barbero les dijo: – bien quedan estos dos chicos pero es poco tiempo. Vas detrás.

Sam asintió bajando la cabeza y los dos miraron impertérritos como el barbero capeaba al primer chico y con una maquinilla manual le pelaba en pocos minutos al 1. Le repaso patillas y cuello y afeitó ambos lugares y en poco más de 5 minutos estaba listo.

Tocó el turno del más pequeño, sacó un viejo silloncito para cortar a niños y lo puso tras el que estaba fijo en el suelo. Le puso la capa, agarró su cabeza por arriba y sin soltársela le rapó al 1 por completo entre lágrimas del niño que decía ¡¡¡no, no!!! Repetidas veces.

El mayor le pagó y los dos chicos se marcharon.

El barbero los despidió y le dijo a Sam, – bueno, son casi las 8 hora a la que cierro, esperad un momento y se puso a poner unos postigos de madera en las puertas y a cerrar, dando la vuelta a un pequeño cartel de abierto y cerrado. Cuando se terminó el cierre se volvió y dijo bueno siéntate. Pero mirando a Elena.

Ella se extrañó, los dos estaban sentado en sillas contiguas pero lo había dicho mirándola a ella, no tenía duda. Sam se acercó a su oído y le dijo –obedece no hagamos esperar al verdugo.

Se sentó en la silla que le resultó helada en sus piernas al aire. Miraba al espejo, al barbero y a Sam con velocidad, la respiración aumentaba de velocidad. El barbero se acercó por detrás y dijo, – bueno, ¿cómo lo quieres?

Elena no había empezado a responder cuando Sam dijo, pues cortito, cortito me venía diciendo por la calle, pero estoy indeciso, además quiere que lo elija yo. Y estoy mirando las fotos de la pared y no se cuál elegir.

El barbero fue a una esquina, cogió un poco de papel que ajustó al cuello de Elena y una capa larga azul, Sam le dijo, no no, mejor aquella celeste más cortita, esa es muy larga. El barbero dijo, – mira, mientras decides voy un momento a la panadería que tengo que comprar pan para la cena. Vuelvo en dos minutos.

Nada más salir Elena empezó a inferir improperios a Sam, te vas a enterar, ¿Por qué?, No me hagas esto.

Alguna lágrima empezó a salir de sus ojos. Sam le dijo: shhh calla guapa va a ser impresionante, ya estoy a 100 y aún no ha empezado. Lo vamos a pasar bien ya verás. Cogió varios útiles de la repisa de la barbería y a ponérselos delante de Elena diciendo: mira estas tijeras te van a rebajar el pelo, luego esta maquinilla manual te va a rapar o a lo mejor esta navaja te afeitará, no se que decidiré ahora. Estoy excitado y quiero un buen corte en tu melena negra y rizada. Ciertamente era larga, sentada en el sillón llegaba muy por detrás del sillón y por delante algunos mechones llegaban al codo.

El barbero regresó y dijo: -y bien, ¿qué hacemos?

Sam dijo me gusta ese pero es muy corto, no se mire y si le hacemos uno como al de los chicos que han salido, el de Paco y Juan, ¿verdad?

genial dijo el barbero.

San le dijo, mire me ha dicho que está muy nerviosa y si le da un bocado habría que afeitar supongo mejor póngale estas correas sujetando las muñecas al sillón y evitamos problemas.

El barbero ajustó cada muñeca a un brazo del sillón y las sujetó con las correas que sobresalían de la corta capa que le había colocado.

Elena alucinaba, mientras el barbero con un cepillo la repeinaba, no sin darle pocos tirones, su melena rizada se estaba poniendo más lisa entre tanto tirón de cepillo. Estuvo más de 5 minutos cepillándola y se fue a la repisa frente a ella de donde cogió un peine fino y una maquinilla manual.

No había solución, se puso detrás de ella y con la mano izquierda sobre la parte alta se la bajó bruscamente poniéndole la barbilla en el pecho, él se colocó de lado, posiblemente para ver las bonitas piernas de Elena mientras le cortaba. Incómoda por la postura empezó a ver como caían algunas lágrimas de sus ojos sobre la capa y la minifalda negra que llevaba.

El clic clic de la máquina comenzó por el cuello y no paraba hasta llegar a la frente, eran movimientos rápidos y sus mechones asomaban por los hombros cayendo en sus piernas que en pocos segundos dejaron de verse para ser una gigante mata de pelo.

Sin dejarla subir la mirada fue repasando toda la parte trasera hasta la coronilla y por arriba casi hasta la frente.

Cuando le levantó la cabeza para ladeársela vió como una gran carretera clara separaba dos montes de rizos de sus laterales. La agarró de nuevo con fuerza y empezó a rapar un lateral y luego dando la vuelta y mirándola de frente fue al otro lado donde repitió.

Cuando la dejó para ir a dejar la máquina a la repisa su cabeza estaba al 1, se la veía entera y la mata de pelo pasaba por encima del ombligo. Regresó con las tijeras y le recortó el cuello, las mínimas patillas que tenía y los pelillos de las cejas y la nariz.

Miró a Sam que tenía una sonrisa de oreja a oreja y con cara de odio le hizo un gesto que podía perfectamente hacerle saber lo que pensaba de lo que le estaban haciendo, encima callada por ser el pago de una apuesta.

El barbero regreso con un cuenco y con una brocha extendió espuma por el cuello hasta muy muy abajo y las patillas casi hasta la barbilla. Mas bien parecía que le iba a hacer un afeitado chino.

Terminó y se marcharon pero notó que Sam no pagó al barbero. Eso le hizo sospechar, camino del bar para tomar algo Sam le aclaró que todo estaba ya pagado, incluso los chicos que se habían pelado antes. Esto aún la enfureció más, y pronto tuvo la oportunidad de vengarse. Pero eso será en la próxima historia.

mdj
Author: mdj

2 comentarios

    Buenísima historia. De las mejores q he leído

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