La esclava (James BD)

Eran las 10 de la noche, llegó puntual a mi apartamento, como de costumbre, y porqué así se lo había ordenado, ella era mi obediente esclava.

Nos conocíamos desde pequeños, y con el tiempo y la confianza siempre nos contábamos todas nuestras fantasías sexuales sin problema. Al final descubrimos algo en común en los 2, y era que nos gustaban las relaciones de Amo/esclava y desde entonces solemos quedar para jugar a ser Amo y esclava, que era lo que más nos gustaba, yo disfrutaba ordenándole todo lo que a mi me apetecía que hiciera y ella disfrutaba complaciendo mis ordenes y dejándose hacer todo cuanto a mi me apeteciera ya que había mucho «feeling» entre los 2.
Después de varias sesiones siendo yo su Amo un día se me ocurrió una forma de humillarla cuanto menos original, ya que una de las cosas que le daba a ella más morbo era ser humillada de diferentes formas.
Volviendo al día en que iba a hacerle lo que había pensado para humillarla, esa noche sin decirle el porqué, la ordené que viniera con el pelo suelto y liso de la peluquería (ella tenia una melena larga a media espalda, pelirroja natural y rizada, siempre había llevado esa melena, cm arriba, cm abajo, pero siempre más o menos igual, estando muy orgullosa siempre de su melena).
Cuando abrí la puerta efectivamente había hecho lo que le pedí: llevaba la melena suelta y lisa, se la estiraron en la peluquería, estaba preciosa, con un vestido rojo a juego de su pelo y unas botas negras con tacón alto, estaba radiante.

Cenamos, y en la cena le conté que hoy haríamos una cosa especial y diferente, sin contarle lo que le haría. Insistía en pedirme qué le haría, pero le dije que si se lo contaba perdería toda la gracia, dejándole a ella con la duda.

Cuando terminamos de cenar, la ordené que se quitara toda la ropa y se sentara en una silla que le había preparado para la ocasión.
Así lo hizo, se quitó el vestido rojo que llevaba, luego las botas y finalmente el sujetador y el tanga rojo a juego con el vestido y se sentó en la silla tal y como le había ordenado.

La puse de espaldas para que no viera lo que yo estaba preparando. Entonces cogí unas esposas y la esposé con las manos atrás en la silla y le até también los tobillos a ella con unas cuerdas, la tenía en mis manos entonces, ahí indefensa para hacerle lo que yo quisiera, sin que ella pudiera evitarlo.

Supongo que ella se estaría preguntando en ese momento el porqué le pedí que viniera con el pelo suelto y liso, ya que siempre había venido con el pelo recogido normalmente y rizado como a ella le gustaba, ya que para las sesiones le solía molestar el pelo y siempre se lo recogía o bien en unas trenzas o bien en una cola.

Una vez la tuve ahí esposada, para que estuviera entretenida cogí un vibrador que solíamos usar y se lo puse dentro de su sexo, para que se fuera excitando, ahí atada, como si fuera una tortura al no poder tocarse.

Cuando vi que estaba bastante excitada por el movimiento del vibrador, le dije:

– Bien, hoy vamos a tener sesión de peluquería.
Ella me miró extrañada, no entendía que quería decir con eso, entonces cogí unas tijeras que había preparado y se las enseñé mientras le iba acariciando su pelo. Al ver las tijeras, me preguntó que qué iba a hacerle, y le respondí que lo que yo quisiera, lo que a mi me apeteciera en ese momento.
Entonces ella se puso un poco nerviosa al no saber que le iba a hacer ni como se lo iba a cortar, pero noté que además del nerviosismo había en ella una mirada de excitación, parecía una mezcla de las 2 cosas.
Entonces, le dije:

– Bueno, vamos a empezar.

Me puse delante de ella, cogí un mechón de su pelo y se lo corté a la altura de su oreja, dejándole el mechón encima de sus piernas para que lo viera. En ese momento suspiró fuertemente y sin dejarle tiempo a reaccionar cogí 2 o 3 mechones más y se los fui cortando. Entonces vi que ella se iba excitando cada vez más y más, vi en ese momento que había acertado en lo que había pensado para humillarla.

Seguí recortando mechón a mechón, lentamente, dejándole los mechones todos encima de sus piernas, para que viera su pelo cortado, seguí cortando hasta que lo tenia bastante corto, como un chico más o menos, a unos 2 o 3 cm de largo.

Entonces le dije que estaba muy guapa así, pero que no había terminado aún, aún quedaba el plato fuerte. Entonces, dejé las tijeras y cogí una máquina de rapar que tenía mía y sin decir nada la encendí y se la mostré. Ella al verla suspiró aún más fuerte, estaba viendo que además de cortárselo corto se lo iba a rapar.

Sin pensarlo 2 veces, cogí la máquina, la puse al 1 y se la puse en la frente y se la pasé hasta la coronilla dejando en medio todo su pelo rapado, ahí donde había pasado la maquina, seguí rapándole luego toda la parte de arriba y seguí con su lado izquierdo. Ella estaba, aunque apenada por su melena larga, muy excitada por ser rapada de esa forma, atada en la silla y sin poder hacer nada para evitarlo, y lo más importante, por estar complaciendo a su Amo.

Finalmente, le rapé el lado derecho y su nuca. Quedó toda su cabeza rapada al 1, estando todo su cuerpo desnudo lleno de mechones de su melena pelirroja, la miré y estaba radiante.

Entonces la desaté, ella estaba deseando verse porque realmente, aunque sabia que se lo había dejado muy corto, no sabia como ni a que medida se lo había cortado. Entonces le dije que me acompañara al lavabo para que ella viera su nuevo look. Entramos en le lavabo, la puse enfrente del espejo y al verse se quedó alucinando, dijo que ni se reconocía en el espejo y que se veía, aunque muy rara al no tener su melena, guapa y con un look renovado y actual. Entonces me dio las gracias por el corte de pelo y la hice ducharse y maquillarse para salir esa noche ya que habíamos quedado con unos amigos y amigas para salir.

Lo divertido del tema era en que todo el mundo la vería con el pelo rapado y sólo yo y ella sabríamos la verdadera historia sobre su corte de pelo. Efectivamente al llegar al pub donde habíamos quedado, todo el mundo se quedó alucinando con el nuevo look que llevaba. Todo el mundo le preguntaba el porqué de su nuevo look ya que ellos sabían que ella estaba muy orgullosa de su melena pelirroja rizada. Ella tuvo que decir que quería cambiar y que me pidió a mí rapárselo con una maquina que tenía, ya que nadie sabía nuestra relación Amo/esclava que manteníamos en secreto.

De todas formas, todos nuestros amigos y amigas coincidieron en una cosa, todos/as le decían: «Tía, que guay que estás así».

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Author: mdj

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