Eran las 10 de la noche, llegó puntual a mi apartamento, como de costumbre, y porqué asà se lo habÃa ordenado, ella era mi obediente esclava.
Nos conocÃamos desde pequeños, y con el tiempo y la confianza siempre nos contábamos todas nuestras fantasÃas sexuales sin problema. Al final descubrimos algo en común en los 2, y era que nos gustaban las relaciones de Amo/esclava y desde entonces solemos quedar para jugar a ser Amo y esclava, que era lo que más nos gustaba, yo disfrutaba ordenándole todo lo que a mi me apetecÃa que hiciera y ella disfrutaba complaciendo mis ordenes y dejándose hacer todo cuanto a mi me apeteciera ya que habÃa mucho «feeling» entre los 2.
Después de varias sesiones siendo yo su Amo un dÃa se me ocurrió una forma de humillarla cuanto menos original, ya que una de las cosas que le daba a ella más morbo era ser humillada de diferentes formas.
Volviendo al dÃa en que iba a hacerle lo que habÃa pensado para humillarla, esa noche sin decirle el porqué, la ordené que viniera con el pelo suelto y liso de la peluquerÃa (ella tenia una melena larga a media espalda, pelirroja natural y rizada, siempre habÃa llevado esa melena, cm arriba, cm abajo, pero siempre más o menos igual, estando muy orgullosa siempre de su melena).
Cuando abrà la puerta efectivamente habÃa hecho lo que le pedÃ: llevaba la melena suelta y lisa, se la estiraron en la peluquerÃa, estaba preciosa, con un vestido rojo a juego de su pelo y unas botas negras con tacón alto, estaba radiante.
Cenamos, y en la cena le conté que hoy harÃamos una cosa especial y diferente, sin contarle lo que le harÃa. InsistÃa en pedirme qué le harÃa, pero le dije que si se lo contaba perderÃa toda la gracia, dejándole a ella con la duda.
Cuando terminamos de cenar, la ordené que se quitara toda la ropa y se sentara en una silla que le habÃa preparado para la ocasión.
Asà lo hizo, se quitó el vestido rojo que llevaba, luego las botas y finalmente el sujetador y el tanga rojo a juego con el vestido y se sentó en la silla tal y como le habÃa ordenado.
La puse de espaldas para que no viera lo que yo estaba preparando. Entonces cogà unas esposas y la esposé con las manos atrás en la silla y le até también los tobillos a ella con unas cuerdas, la tenÃa en mis manos entonces, ahà indefensa para hacerle lo que yo quisiera, sin que ella pudiera evitarlo.
Supongo que ella se estarÃa preguntando en ese momento el porqué le pedà que viniera con el pelo suelto y liso, ya que siempre habÃa venido con el pelo recogido normalmente y rizado como a ella le gustaba, ya que para las sesiones le solÃa molestar el pelo y siempre se lo recogÃa o bien en unas trenzas o bien en una cola.
Una vez la tuve ahà esposada, para que estuviera entretenida cogà un vibrador que solÃamos usar y se lo puse dentro de su sexo, para que se fuera excitando, ahà atada, como si fuera una tortura al no poder tocarse.
Cuando vi que estaba bastante excitada por el movimiento del vibrador, le dije:
– Bien, hoy vamos a tener sesión de peluquerÃa.
Ella me miró extrañada, no entendÃa que querÃa decir con eso, entonces cogà unas tijeras que habÃa preparado y se las enseñé mientras le iba acariciando su pelo. Al ver las tijeras, me preguntó que qué iba a hacerle, y le respondà que lo que yo quisiera, lo que a mi me apeteciera en ese momento.
Entonces ella se puso un poco nerviosa al no saber que le iba a hacer ni como se lo iba a cortar, pero noté que además del nerviosismo habÃa en ella una mirada de excitación, parecÃa una mezcla de las 2 cosas.
Entonces, le dije:
– Bueno, vamos a empezar.
Me puse delante de ella, cogà un mechón de su pelo y se lo corté a la altura de su oreja, dejándole el mechón encima de sus piernas para que lo viera. En ese momento suspiró fuertemente y sin dejarle tiempo a reaccionar cogà 2 o 3 mechones más y se los fui cortando. Entonces vi que ella se iba excitando cada vez más y más, vi en ese momento que habÃa acertado en lo que habÃa pensado para humillarla.
Seguà recortando mechón a mechón, lentamente, dejándole los mechones todos encima de sus piernas, para que viera su pelo cortado, seguà cortando hasta que lo tenia bastante corto, como un chico más o menos, a unos 2 o 3 cm de largo.
Entonces le dije que estaba muy guapa asÃ, pero que no habÃa terminado aún, aún quedaba el plato fuerte. Entonces, dejé las tijeras y cogà una máquina de rapar que tenÃa mÃa y sin decir nada la encendà y se la mostré. Ella al verla suspiró aún más fuerte, estaba viendo que además de cortárselo corto se lo iba a rapar.
Sin pensarlo 2 veces, cogà la máquina, la puse al 1 y se la puse en la frente y se la pasé hasta la coronilla dejando en medio todo su pelo rapado, ahà donde habÃa pasado la maquina, seguà rapándole luego toda la parte de arriba y seguà con su lado izquierdo. Ella estaba, aunque apenada por su melena larga, muy excitada por ser rapada de esa forma, atada en la silla y sin poder hacer nada para evitarlo, y lo más importante, por estar complaciendo a su Amo.
Finalmente, le rapé el lado derecho y su nuca. Quedó toda su cabeza rapada al 1, estando todo su cuerpo desnudo lleno de mechones de su melena pelirroja, la miré y estaba radiante.
Entonces la desaté, ella estaba deseando verse porque realmente, aunque sabia que se lo habÃa dejado muy corto, no sabia como ni a que medida se lo habÃa cortado. Entonces le dije que me acompañara al lavabo para que ella viera su nuevo look. Entramos en le lavabo, la puse enfrente del espejo y al verse se quedó alucinando, dijo que ni se reconocÃa en el espejo y que se veÃa, aunque muy rara al no tener su melena, guapa y con un look renovado y actual. Entonces me dio las gracias por el corte de pelo y la hice ducharse y maquillarse para salir esa noche ya que habÃamos quedado con unos amigos y amigas para salir.
Lo divertido del tema era en que todo el mundo la verÃa con el pelo rapado y sólo yo y ella sabrÃamos la verdadera historia sobre su corte de pelo. Efectivamente al llegar al pub donde habÃamos quedado, todo el mundo se quedó alucinando con el nuevo look que llevaba. Todo el mundo le preguntaba el porqué de su nuevo look ya que ellos sabÃan que ella estaba muy orgullosa de su melena pelirroja rizada. Ella tuvo que decir que querÃa cambiar y que me pidió a mà rapárselo con una maquina que tenÃa, ya que nadie sabÃa nuestra relación Amo/esclava que mantenÃamos en secreto.
De todas formas, todos nuestros amigos y amigas coincidieron en una cosa, todos/as le decÃan: «TÃa, que guay que estás asû.