Reunión de amigas (zapatoortopedico)

Alicia se afanaba en terminar de colocar todas las cosas de su recién estrenada cada, se había mudado a un piso con su novio en el centro de la ciudad, estaba esperando que vinieran sus amigas para celebrar que tenía nueva casa y que se podían ver después de las restricciones, iba a ser la primera vez que se reunían las cuatro, simplemente se juntarían para tomar unas copas y pasar la tarde charlando.

Sonó el timbre y Alicia echó un último vistazo a su imagen del espejo, ella era una chica bajita con una melenita rubia que le quedaba a la altura de las clavículas, profundos ojos castaños y cara de muñequita con la piel blanquecina aunque tenía ya 30 años. Se echó el pelo a un lado de la cara y salió a abrir la puerta.

–          Hola, bienvenidas, entrad. Pero qué de cosas traéis si sólo os dije que faltaba algo de hielo y mezcla.- Dijo Alicia.

–          Hola, ya sabes cómo son estas chicas, siempre les parece que les va a faltar algo.- Contestó Nines, la runner del grupo, una chica algo más alta que Alicia, con una melena morena leonil que le llegaba a la altura de los omóplatos, soltó la bolsa con refrescos de naranja y limón, Nines era la mayor del grupo con 32 años.

–          Hola, coge los hielos que no queremos manchar.- Decía María mientras le daba la bolsa a Alicia que corría con ella a la cocina. María era otra rubia de la pandilla, era más alta que Alicia y Nines, y su melena le llegaba ahora un poco más abajo de los hombros, hace un par de meses se cortó un palmo y medio de melena, lo decidió después de cumplir los 31.

–          Holiii – La última en pasar con la bolsa de las tónicas era Paula, la que trabajaba en otra ciudad y sólo venía algunos fines de semana.

Paula con sus 29 años, era la más alta y delgada del grupo, no por eso tenía una figura mala, de hecho ninguna de las cuatro tenía un mal cuerpo, eran uno de los grupos que más miradas se llevaban en la ciudad. Pero la principal característica de Paula, además de su preciosa cara, era su larga melena castaña que le llegaba a la cintura, un pelo color chocolate que llevaba  recogido en una larga y gruesa trenza que bailaba de lado a lado por toda su espalda cuando dejaba la bolsa en el suelo. No tenía flequillo ni capas, y la raya la llevaba ligeramente desplazada a la izquierda, el espesor de su pelo era la envidia de sus amigas.

Alicia las invitó a pasar todas quedaron maravilladas con el nuevo piso y sobre todo con sus balcones que dejaban pasar mucha luz aun siendo una tarde de principios de enero.

Se sentaron alrededor de una mesa pequeña y se quitaron las mascarillas porque iban a comenzar a degustar sus respectivas bebidas favoritas, Alicia estaba en una silla, Nines en un sofá, María en otro sofá y Paula en otra silla, así mantenían las distancias de seguridad y formaban un cuadrado alrededor de la mesa.

–          Bueno contadme ¿cómo os va?, que con las restricciones, la obra del piso y la mudanza no os he visto en meses físicamente.- Comenzó la charla Alicia.

Las chicas fueron charlando a lo largo de la tarde amistosamente, sólo había risas y emociones contenidas después de tanto tiempo, entre selfie y selfie que subían a instagram, las copas fueron cayendo, no se habían dado cuenta pero en menos de una hora llevaban 4 copas cada una y empezaban a pasar factura por beber tan rápido.

Entonces Alicia se percató de algo:

–          Pero María si no me había dado cuenta y resulta que te has cortado el pelo un montón, déjame que te vea bien. –Comentaba mientras se levantaba de la silla.

María giraba en el sofá para que le viera la espalda casi totalmente liberada de lo que en su día cubría su larga melena rubia.

–          ¿Has visto? – decía María mientras se giraba.- Hará ya un par de meses que me lo corte.- le contaba mientras se acariciaba la melena hacia delante. – y adivina ¿quién me lo cortó?

–          ¿Cómo que quién te lo corto? Pues tu peluquera, ¿quién va a ser?- le devolvía la pregunta Alicia.

–          ¡Fui yo! – dijo entre risas Nines.

–          ¿Pero qué estás diciendo?- Volvía a decir Alicia.

–          Pues sí, me daba miedo ir a la peluquería con todo esto del COVID, y a Nines sí que la he estado viendo más.

–          Normal, vivimos en la misma urbanización.- dijo Nines.

Por este punto Paula se había desecho ya su trenza y dejaba que colgara toda su melena por la espalda y parte del respaldo de la silla, se había colocado la goma en el brazo y se había arremangado la camisa de cuadros que llevaba esa tarde encima de la blusa corta blanca.

–          No sabía que también sabías cortar el pelo Nines, ¿hay algo qué no sepas hacer?- Intervino en la conversación Paula.

–          Pues muchas cosas para que te voy a mentir, pero esto sí sé hacerlo porque mi madre trabajó en una peluquería hace muchos años, y de pequeña nos cortaba el pelo a mis hermanas y a mi, luego encontró otro trabajo y dejó la peluquería, pero a mi me enseñó alguna coseja, y total cortar recto no tiene mucho misterio. – Contesto Nines.

–          Vaya no sabía esta faceta tuya, venga un selfie para celebrarlo.- Gritaba Alicia mientras se ponía en posición para el selfie.- Decid “Tijeras”.

Y mientras Alicia con la mano libre hacía como si tuviera unas tijeras en la otra mano y cortara el aire. Las demás chicas la imitaron y se pusieron a hacer el mismo gesto con la mano que les quedaba libre sin la copa. En ese selfie salían las cuatro amigas riendo, haciendo con las manos la tijera, Alicia de pie en primer plano, las mesa en el centro con las bebidas, a la derecha en un sofá María, en el otro sofá Nines y la más alejada Paula, que se le podía ver casi entera, con la cabeza torcida ligeramente para entrar bien en el encuadre y su larga melena marrón rozando casi el suelo. Poco podían imaginar los que le daban likes a esa foto cuando la subieron a las redes que alguien iba a cambiar su imagen para la siguiente foto.

María comenzó a contar a Paula y Alicia cómo fue su corte de pelo:

–          Una mañana la vi al ir a comprar le conté que me quería cortar el pelo pero que me daba miedo ir a la peluquería y por la tarde se presentó en mi casa y ¡mira la que me lió!, aun no sé cómo me convenció… de que me quise dar cuenta estaba cortando más de la mitad de mi pelo, pero la verdad es que estoy muy contenta con mi melenilla, a mi novio casi le da algo cuando vio la cantidad de pelo que había en el suelo.- Relató María.

–          Sí, le gastamos una broma, estábamos en el salón y él trabajaba en una de las habitaciones, sabía que le iba a cortar el pelo a María y se fue para dejarnos solas. Cuando terminé de cortarle el pelo, María se escondió y dejamos todo el pelo en el suelo rodeando la silla y la capa blanca colgando del respaldo de ella. Entonces llamé a su novio para que saliera. Al principio no se daba cuenta, pero cuando vio el montón de pelo que había en el suelo no hacía nada más que decir ¿pero qué habéis hecho? ¡Estais locas! ¿Dónde está María?- contaba entre carcajadas Nines.

–          Si, le preguntaba si tenía el pelo más corto que él, jajaja- reía María.- pero luego cuando me vio dijo pues estás igual.

–          Si, ya sabes cómo son los hombres, nunca se dan cuenta de nada.- Añadió Paula.

Mientras Alicia servía la quinta copa a las chicas, y la luz comenzaba a ser del atardecer, de repente, Alicia paró de servir la última de las copas que le quedaba y dijo:

–          Tengo una idea, vamos a jugar a un juego para terminar la tarde, no cojáis las copas por favor.-  y salió corriendo a otra habitación.

–          ¿Y esta dónde va?.- Preguntó María.

–          No tengo ni idea. – Contesto Paula.

Alicia volvió con un maletín negro, y se apresuraba a abrirlo mientras contaba:

–          Me habéis dado una idea, vamos a jugar a la ruleta con…

–          ¡A la ruleta! pues no sé con qué… – Añadía Nines

–          ¡Con esto!- gritaba Alicia mientras enseñaba las tijeras del maletín con el que se cortaba el pelo su novio.

–          Explícate por  favor, no entiendo nada. – Reclamaba Paula.

–          Veréis voy a poner las tijeras en el centro entre las copas y las voy a hacer girar, a quien señalen tendrá que dejarse cortar el pelo…. Ahora… y como decidan las demás.

–          Jajajaja estás como una chota, me encanta la idea.- Dijo Nines.

–          Más corto, ¡mi novio me va a matar!- parecía estar conforme María.

Paula miraba para un lado y para otro, sus amigas estaban de acuerdo en jugar a un absurdo juego para cortarle el pelo a una de ellas, pero ella no estaba segura, ella era la que más tenía que perder ya que su cabellera era la más larga con diferencia.

–          Chicas esperad por favor, no creéis que el alcohol nos está afectando un poco. – Decía Paula.

–          Ya está la corta rollos. – Dijo Alicia.

–          Es sólo que no me parece bien, yo soy la que más pelo puede perder.- Seguia diciendo Paula.

–          Está bien, todos estamos obligados a cortarnos mínimo la mitad de la longitud actual de nuestro pelo, vamos a escribir el corte y ya está, ¿te perece mejor así? Es solo un juego para terminar de pasar la tarde entre risas. – Decía Alicia mientras iba a por un cuaderno y un bolígrafo.

–          Venga para que veáis yo la primera, Alicia.- mientras lo escribia en la hoja- Creo que voy a optar por un corte corto por debajo de la oreja y la nuca muy cortita, que está la máquina también en el estuche.

–          Estás loca tía jajaja pero me encanta el juego, el mio igual pero con flequillo para terminar de joder a mi novio.- Dijo entre risas María.

–          Yo creo que recto justo a la altura de la nuca, un bob corto. – Decía Nines mientras señalaba con sus manos alrededor de lo que deberían de cortar si las tijeras le señalaban.

Paula no sabía qué hacer, no quería cortarse el pelo, pero al mismo tiempo sabía que si no jugaba al juego se sentiría desplazada dentro la pandilla, le parecía absurdo que en una pandilla de treintañeras tuviera este sentimiento de adolescente. El alcohol tomo el control por ella y dijo:

–          Yo por la correa del sujetador.

–          Ni hablar de eso, eso es poquísimo.- decía María.

–          Es la misma longitud que vosotras.- Paula argumentaba.

–          Está bien, no discutáis, creo que lo más justo es que ya que quieres nuestra longitud, si te toca a ti tienes cortarte para que cuando salgas de aquí seas la que lleves el pelo más corto de nosotras.- Le dijo Alicia.

–          No, eso es muchísimo,…- Se negaba Paula.

–          Por aquí.- Le decía Alicia mientras señalaba sus clavículas.- Como lo llevo yo.

–          No, no voy a jugar a este absurdo juego.- Seguía negando Paula.

–          Venga joder tía, si sabes que encima si te toca te lo va a cortar Nines, a ti, a mí y a Alicia.- Decía María

–          El problema lo tengo yo, que menudo estropicio me vais a hacer entre las tres jajaja.- Decía Nines.

El alcohol volvió a tomar el control de Paula y al final dijo que sí a regaña dientes. Alicia les hizo firmar la hoja con el corte de pelo para demostrar su conformidad.

–          Que nervios, empezamos.- Dijo Alicia, mientras ponía a girar las tijeras entre las copas de las chicas.

Para entonces ya no había sentada en su sitio ninguna de las chicas, todas estaban de pie mirando las tijeras girar a toda velocidad. Paula era la única que no se reía de las cuatro mientras las tijeras perdían velocidad, no entendía la situación en la que se había metido, ella había salido de su casa para tomarse unas copas, no para perder su melena, sabía que no debía haber jugado a ese absurdo juego, pero ya no había vuelta atrás, había firmado la hoja como que estaba conforme y las tijeras iban cada vez más despacio.

–          Ooooeeee, oooooeeee, ooooeeee- repetían el coro compuesto por Alicia, María y Nines cada vez que las tijeras pasaban por delante de la copa de una de ellas, Paula solo miraba en silencio.

Y las tijeras se pararon, y era justo delante de la copa de Paula, no había lugar a dudas, era su copa señalada de lleno, ella se desplomó en la silla con la boca abierta de par en par. El resto de las chicas gritaban y saltaban entre risas.

Cuando se calmaron vieron a Paula al borde de las lágrimas, sólo decía:

–          No por favor, no me cortéis el pelo,…

–          Has hecho una apuesta en un juego, has firmado el papel, venga no seas cagueta.- Le decía Alicia mientras le enseñaba su firma en la hoja firmada por ella misma y que sentenciaba su gloriosa melena.

–          No si yo no… si he dicho que si me tocaba… lo haría…- Protestaba Paula entre sollozos.

–          Toma límpiate la cara y siéntate aquí.- Le dijo Alicia mientras le daba un pañuelo de papel y cogía uno de los taburetes de la cocina.- Espera un momento, que no quiero llenar esto de pelos.

Alicia extendió las hojas de un periódico por el suelo del salón y en el centro colocó el taburete que había cogido en la cocina. Entre ella y Nines cogieron a Paula de las manos y la llevaron lentamente hasta el taburete.

Mientras María ponía la música del barbero de Sevilla en su móvil.

–          Siempre había soñado con hacer esto desde que veía el Juego de la Oca de pequeña jajaja.

–          Y yo que soy el Flequi, jajaja.- Decía entre risas Nines.

Paula no podía creer que sus amigas estuvieran pasándoselo bomba a su costa, ya estaba sentada en la silla y mientras sus amigas saltaban a su alrededor y le ponían una larga capa blanca que sacaron de la maleta, ella sólo podía pensar en que esa tarde había estado peinando ese mismo pelo que sus amigas ahora peinaban con un cepillo y un peine, pero que esa habría sido la última vez que lo había peinado y no lo iba a volver a hacer, esa espesa melena marrón iba a desaparecer en breve. Tampoco sabía que le iba a decir a su familia, se había ido de casa un domingo por la tarde con una trenza que le llegaba por debajo de las caderas, e iba a volver borracha y sin pelo, con todas las peluquerías de la ciudad cerradas. Las chicas jugaban con el pelo de Paula comentaban entre risas que tenía tanto pelo que casi no podía cogerlo con una mano Alicia. Y mientras seguían cepillando y la música sonaba en el móvil.

Todos estos pensamientos se agolpaban en la cabeza de Paula y una última lágrima recorría su mejilla derecha, Nines la sacó del trance con la imagen de las tijeras delante de su cara, dando tijeretazos al aire, la música ya había parado.

–          Son buenas estas tijeras Alicia.- Dijo Nines.

–          Pues las que venían en el maletín, lleva las maquinas del pelo, las guías, un peine, la capa y las tijeras, se lo regalé yo a mi novio hace un par de años.- Dijo Alicia.

–          Y mira el servicio que nos va a hacer hoy, jajaja- Se reía María.

–          Dejad ya de peinar, que ya está el pelo bien liso, ¿estás preparada Paula?.- Preguntó Nines.

–          No, no lo estoy, pero he perdido… – Contestó entre sollozos Paula.

–          Esta es mi chica.- María limpió las lágrimas de la cara de Paula y le lanzo un beso.

Nines hizo un par de amagos con las tijeras señalando donde debía de cortar, y sin pensarlo hundió las tijeras en la parte izquierda en la inmaculada melena, mientras las presionaba con sus dedos índice y pulgar. No tardaron en rodar los primeros mechones de más de dos palmos de longitud por el suelo.

Paula estaba en shock, no decía nada no se movía, solo esperaba que esto terminara, que fuera una pesadilla y se despertara en su casa con su melena intacta. María se apresuró a coger los primeros mechones del suelo, mientras los sujetaba entre sus manos abría la boca de par el par. Alicia hacía lo mismo, jugaban con ellos, mientras Nines aumentaba la pila de pelo en el suelo.

Cuando Paula vio a sus amigas jugando con lo que hace un momento era su mayor tesoro, volvió a llorar. Nines sacudió el pelo del lado izquierdo de Paula hacia delante, esos mechones apenas llegaban a su clavícula, Paula lo miro y entre lamentos dijo:

–          No, ¡pero qué mierda es esto! Me habéis cortado demás.- Se levantó de la silla mientras se pasaba la mano por el pelo cortado, era toda la parte izquierda y parte de la de detrás, al pasarse el pelo del lado derecho comprobó que aun le llegaba a la cadera, seguía llorando.

–          Tranquilízate Paula, solo quería comprobar la altura del lado izquierdo para cortar el derecho igual.- Le decía Nines mientras le empujaba otra vez al taburete.- Esto ya no tiene vuelta para atrás, así que relájate y déjame terminar.

Paula hizo lo que le dijo Nines, ya no tenía más remedio que dejar que terminara de cortarle el pelo, mientras Alicia y María seguían jugando con los largos mechones de pelo y comentaban lo bien que olía el pelo de Paula entre risas.

Para cuando Nines daba los últimos tijeretazos a lo que quedaba de la larga melena de Paula, el sol de la tarde ya se iba, caía el sol y caía los larguísimos mechones de pelo de Paula, pero el sol volvería al día siguiente mientras que la melena de Paula no volvería hasta dentro de años.

Cuando terminó Nines de cortar el largo, recogió lo que quedaba de la melena de paula en varios moños, y los iba soltando y cortando por secciones poco a poco, igualando todas las secciones, dio unos últimos retoques, retiró la capa de Paula y dijo.- Lista, ¿quién es la siguiente? Jajaja.

–          Jolín le has dejado el pelo chulísimo Nines, me encanta.- Dijo Alicia.

–          A mí también me gusta mucho, eres otra tía.- Decía María

–          A la que le tiene que gustar es a Paula. ¿Qué te parece? – Preguntó Nines

Paula se puso de pie, le temblaban las piernas, y fue lentamente a mirarse al espejo. Se tocaba el pelo y se hacía coletas con la melenilla que le quedaba mientras decía:

–          ¡Qué poco pesa! ¡No me lo creo!, que me he cortado el pelo.- Poco a poco la cara de Paula se iba convirtiendo en una risilla nerviosa.

–          Ya sabía yo que te iba a gustar.- Le decía Nines, mientras ella seguía mirándose al espejo.

–          En realidad, me veo guapa con el pelo así.

–          Es que estas muy guapa ¡tontorrona!- Le decía Alicia mientras le daba en cepillo y un cogedor para que barriera lo que hasta hace unos minutos era su melena del suelo.- Toma la bolsa esta que has traído con las tónicas.

Paula metió el pelo en la bolsa que le dio Alicia, y los papeles de periódico en otra.

–          Bueno para la siguiente reunión no sé qué haremos, pero reconozco que esto ha sido lo más.- Decía Alicia mientras empezaba a recoger la mesa en la que estaban las bebidas para poner punto y final a la fiesta.

Las chicas se despidieron después de recoger todo y se marcharon, Paula llevaba en la mano la bolsa con su melena, no sabía que iba a contar en casa, pero lo que sí sabía era que iba a guardar ese pelo durante un tiempo. Ahora llevaba el pelo suelto y podía oír chocar las puntas contra la chaqueta en sus hombros, ese sonido la tuvo hipnotizada  durante todo el camino a su casa.

Perdonad si me he extendido demasiado en un corte que no es ni corto, ni rapado,… Me gustaría explicar que la mayoría de la historia es real, he cambiado los nombres y algunas cosas me las he imaginado como si yo estuviera allí, lo cierto es que el selfie haciendo las tijeras de un grupo de chicas en una fiesta en un piso existe y lo vi en las redes, que la supuesta «Paula» en esa foto tenía el pelo por la cadera y en la siguiente foto con las amigas el pelo le llega ligeramente al hombro. Exactamente no sé lo que pasó esa tarde de domingo porque yo no estaba y sólo sé lo poco que han contado, pero que le cortaron el pelo a una de sus amigas sin que ella lo tuviera planeado, eso es 100% seguro.

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Author: mdj

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