La liturgia se repetĂa invariablemente cada vez que comenzaba una temporada de trabajo en el salĂłn.
Mona, la ofĂciala jefa de una de las peluquerĂas más grandes y exclusivas de la ciudad (tenĂa más de 20 chicas trabajando en ella), reunĂa a las aprendices en la sala contigua a la cabina de rayos UVA y las alineaba como si se tratase de un grupito de jĂłvenes reclutas. Paseaba lenta y parsimoniosamente una escrutadora mirada de abajo arriba por cada una de las chiquillas para acabar concentrándose en el pelo de cada una de ellas. (más…)