Desde siempre, he tenido el pelo largo, era tradición que mi madre, sin ser peluquera, cada mes empezaba la rutina, una capa rosa, peine, tijera, un poco de agua y a cortar, menos mal, que solo eran las puntas, apenas podÃa hacer trasquilones, rutina, que se repita mes a mes durante años.
Para mi era un incordio, llevar el pelo por la cintura, coletas, trenzas, moños, cualquier cosa para poder estar cómoda, siempre que salia el tema, la amenazaba con raparme, afeitarme, pero nunca lo cumplÃa, ella siempre decÃa, que en el fondo me gustaba llevar el pelo asÃ, pero la realidad es que es un rollo, pero pese a no cumplir nunca mi amenaza, en el fondo soñaba con ese cambio radical.
Pero ocurrió algo, que hizo que lanzara de cabeza, mi madre, se marchaba de viaje, 10, dÃas mÃnimo, dejarla en el aeropuerto, llegar a casa y buscar alguna peluquerÃa, todas estaban llenas y en las que no, no me gustaba el ambiente, mientras seguÃa caminado, encontré una, parecÃa recién abierta, pues un chico joven, estaba haciendo fotos al exterior y todo parecÃa muy nuevo , decidà esperar un poco sentada en un banco, al ver que no entraba nadie en 5 minutos, cruce la calle y sin pensarlo, abrà la puerta.
- Buenas tardes, ¿En que puedo ayudarte?
- Necesitaba un corte de pelo.
- ¿Tienes alguna idea?
- ..Tengo una, pero es un poco drástico.
- ¿Como de drástico?
- Tenia pensado raparme.
- Si lo tienes claro, adelante, pero si tienes dudas, podemos llegar a un acuerdo.
- Tranquilo, estoy decidida.
Apague el teléfono, me senté en aquel sillón de color azul, no dejaba de mirarme al espejo, seria la ultima vez que me verÃa con ese pelo, estaba convencida,ya no habÃa marcha atrás, mas cuando empezó a recogerme el pelo, cuando termino, me coloco una gran capa azul, tan larga, que llegaba a tocar el suelo, también, el sillón era muy bajito, soltó toda la melena, dejándola caer por delante, me empezó a peinar durante unos minutos, para después buscar la maquina, vi como quitaba el peine que tenia colocado, la limpio, lo volvió a colocar, encendió la maquina.
- Esta al numero 4, si quieres otro.
- En realidad si, cuatro números menos.
- ¿Cuatro menos? ¿Estas segura?
- Si, es algo muy largo que contar.
- Bueno, pues, vamos a ello.
- Cuando termines…
- ¿En serio vas a querer…?
Quito la guÃa, cogió un peine, peino hacia atrás la parte del flequillo y acto seguido, sentà el contacto de la maquina con mi piel, los primeros mechones empezaron a caer, dio un par de pasadas largas y vi como caÃa cada vez mas pelo sobre la capa, era una sensación única, mas aun cuando me pude ver en el espejo, completamente cubierta de azul, con una gran franja rapada, con mechones mezclados aun en la melena, que poco a poco desaparecÃa pasada tras pasada, deseaba que no terminara nunca, deseaba que el pelo creciera de un dÃa para otro, puesto que querÃa repetir esa sensación.
Cuando termino, me quede con ganas de pedirle darme yo algunas pasadas, me pregunto si querÃa terminar el trabajo, respondà que si, sin pensarlo, mientras me tocaba la cabeza, sentÃa una gran sensación, se coloco detrás de mi, enjabono mi cabeza, apenas me dio tiempo ver el blanco de la crema,cuando ya estaba pasando la navaja.
La verdad que me estaba gustando, pero como todo lo bueno, se acabo, pero el masaje del final, no tiene precio, puede que fuera el único momento que me deje llevar, el lo noto y empezó a hacerlo mucho mas suave.
Los dÃas de espera, se hacÃan muy largos, querÃa que me viera con mi nuevo look, querÃa saborear la victoria, necesitaba que viera que después de mucho tiempo y amenazas, lo habÃa cumplido, me gustaba, todos los dÃas me arreglaba para hacerme fotos, cada vez me gustaba mas, estaba cómoda, asta que llego el gran dÃa, su cara al verme lo dijo todo, pero la cosa se quedo como estaba, durante todo un mes, parecÃa como si no pasara nada, pero pasado un mes y 5 dÃas, mi madre me llamo, entre en el servicio, donde en vez de tijeras, habÃa una maquina, en lugar de un peine , habÃa una cuchilla de afeitar.
Sin hacer preguntas, me senté, me coloco la capa, al principio pensé que seria una broma, pero cuando sentà la maquina sobre mi nuca, vi que iba en serio, el poco pelo que tenia caÃa sobre la capa y el suelo, mientras ella seguÃa con su trabajo completamente en silencio, cuando ya estaba completamente al cero, casi sin tiempo, empezó a dejarme completamente blanca, para acto seguido, afeitarme, no como habÃa aprendido, pero bueno, seguÃa sin entender nada.
Cuando termino, me hizo caminar hacia la ducha, fue en ese momento cuando me contó la verdad.
- Te tocaba corte de pelo y corte de pelo te toco.
- ¿Pero porque?
- Tu has decidido afeitarte, ha pasado un mes, lo tengas, corto, lo tengas largo, unas veces se gana, otras se pierde.
- A que vino esto.
- ¿No quieres ir a la moda?
Asà durante dos meses mas, cuando llego el tercero, no paso, nada, tampoco quise abrir la boca, tampoco el cuarto, quinto, sexto y séptimo, ya empezaba a tener pelo, pensaba que toda aquella tortura habÃa terminado, pero no, salvo que esta vez, no me llamo como siempre, entro en mi habitación, hizo que me sentara, fue colocarme la capa y acto seguido, empezar a dejarme al cero, solté alguna lágrima, mi madre se dio cuenta y rebajo el ritmo, parecÃa que lo tenia todo preparado.
Una vez termino, de nuevo sesión de afeitado, no me podÃa creer lo que estaba pasando, pero luego entendàtodo, dentro de una semana, tenia un compromiso importante, y esa era su forma de vengarse, que me viera rara, diferente a las demás, y de verdad que lo consiguió.
Ha pasado mucho tiempo y desde esa vez, ninguna maquina ha vuelto a tocar mi pelo, por ahora lo llevo corto, ya lo dejare crecer, si me volverÃa a afeitar o no, pues la verdad, esta vez tengo dudas…
Muy buena historia.
Un saludo. 🙂
Creo que es muy dificil que un fetichista «del tipo rapados» se deje crecer el cabello largo de nuevo, casi nadie tiene la paciencia. . .
Opino lo mismo que Saicam.