Trabajo con sorpresa (por Maca)

Después de muchos años apuntada a diferentes agencias de modelos y castings  recibí un correo electrónico donde se me citaba  en un importante hotel de la ciudad. Tan solo pedía un requisito: vestir de manera informal. Al principio tuve mis dudas, pues no especificaba de qué trabajo se trataba pero traté de ponerme en contacto sin éxito ya que me remitían a la información del correo electrónico.

Llegó el día y allí estaba yo, en la puerta del hotel. Me mire de arriba abajo repasado mi vestimenta: pantalón azul, sudadera blanca y un chaleco de plumas también azul. Abrí la puerta para dirigirme con paso firme a la recepción del hotel donde un señor muy trajeado me estaba esperando.

  • Tú debes de ser Soy Jaime, representante  de ¨ imagina  movies studio¨. Vimos tu perfil y nos interesas para un futuro proyecto.
  • ¿Pero de que se trata exactamente?
  • Nosotros trabajamos con productoras de televisión, cinematográficas, revistas de moda y estamos preparando una nueva campaña de la cual aún no te puedo decir nada.
  • ¿Cómo que no me puedes decir nada?
  • La firma que nos contrata nos hizo firmar una cláusula que nos impide decir nada hasta firmar el contrato. Si te das cuenta no tenemos nada que indique que estamos aquí.

 

La verdad es que seguía sin entender nada,  ni tan siquiera eso de ir de informal,  puesto que él iba completamente trajeado, pero volviendo al tema, tras esa breve presentación me llevó a uno de los salones, donde esperaban unas veinte personas,  todas con la misma cara de no saber dónde estaban.

En un momento dado las luces se apagaron y empezó una presentación que tampoco dejaba nada claro puesto que solo era el nombre de esta agencia y cuatro detalles más.

 

¨…Buenas tardes a todos, soy Jaime. Ya me conocéis de antes. Estamos hoy aquí,  junto con vosotras, para un futuro trabajo de una reconocida empresa. Como sabéis no se puede decir nada hasta que el contrato este firmado. Voy a ser claro: Quien no quiera estar aquí se puede marchar. No pasará nada…¨

 

De las veinte sólo quedamos cinco que estuvimos solas durante diez minutos hablando entre nosotras, pero ninguna teníamos idea de qué iba este casting ni conocían de antes a la empresa. Tras ese tiempo, seis representantes entraron en la sala y nos llamaron una por una. Nos dieron un dossier con algunas instrucciones y quedamos en volver dentro de una semana. Tan solo había una condición: prohibido pasar por la peluquería, algo que me llamó demasiado la atención ya que la había visto previamente en otros castings. La que sí me llamó la atención es la que indicaba que debíamos de ir con la misma ropa y peinado que el primer día.

 

Una semana después allí estábamos las cinco, exactamente igual que la semana anterior, sin saber nada de nada esperando en la cafetería. Ni el camarero sabía que teníamos una reunión.

 

Jaime entro a la cafetería, nos llamo y nos dirigió hacia una sala donde se adivinaban percheros tapados con sábanas, varias sillas, mesas y mucho material de peluquería en ellas. Nos sentamos y tras unos segundos, empezó la presentación, pero seguíamos sin adivinar nada. De nuevo Jaime invitó a las que no estuvieran decididas a que se marcharan, pero las cinco decidimos continuar. Tras unos minutos, nos pasaron los contratos. Los leímos rápido, creo que ninguna pasamos de cuanto íbamos a ganar y firmamos muy rápido….

 

¨…Me llamo Roberto. Soy el director para España de la firma de ropa, BAD&SWEAT GIRL. Ahora si podemos decir el nombre ya que acabamos de llegar a España y a partir de hoy gracias a vosotras vamos a llegar en tiendas físicas y a través de nuestra web a clientas españolas. Destapemos los percheros y, si al final os gusta la ropa, podréis quedárosla tras la sesión”

 

Casi sin tiempo de preguntar nada aparecieron cámaras, peluqueras y maquilladoras que nos llevaron a cada una a un improvisado camerino. Allí tras un pequeño examen para ver cualquier cicatriz, lunar, mancha… empezaron a pasarnos ropa  y casi  sin tiempo comenzó la sesión de fotos. Tras una hora llegó el momento de pasar por la peluquería, dos trenzas y un par de extensiones rojas y de nuevo sesión de fotos. Otra vez a la peluquería: fuera trenzas, me hicieron dos coletas y otra vez mas fotos… Menos mal que cuido mi larga melena color cobrizo hay que cuidarla mucho.

Tras hacer la sesión de fotos nos pidieron mantener puestos los en vez de cambiarnos de ropa. Me gustaba así que pedí quedármelo, tipo patinadora, de color blanco, estaba bastante bien… Tras eso me pasaron a una pequeña habitación que era una peluquería en toda regla.  Allí una peluquera, un cámara y un asesor estaban esperándome. Sin apenas saludar me dijeron que jugara con el vestido y me dejaron un chaleco para jugar con él,  tocando todo el material, sentándome en el sillón…  hasta que pasado un tiempo, el asesor me dijo que me sentara en el sillón, que no hablara y que sobre todo no dejara de sonreír… Me senté, la peluquera cogió dos pinzas y sujetó mis trenzas. Me colocó una capa de color azul, soltó las trenzas y tras jugar un rato con ellas, se dirigió al mueble, agarró un peine, unas tijeras y sin tiempo para reaccionar escuché cortar y vi las trenzas sobre la capa. Por otro lado, delante de mí junto a la cámara había una especie de regidor que tenía  un cartel que me indicaba que sonriera y las cogiera. Así lo hice: unas fotos más y de nuevo otro cartel que me indicaba que siguiera a un objeto que iba a aparecer, que no me asustara y no dejara de sonreír.

 

Una maquinilla sin guías, ¿de verdad me iban a rapar? Ahora me arrepentía de no leer el contrato,  claro que mientras pensaba, notaba como la peluquera peinaba el resto del pelo: un poco de tijera, apenas veía nada, los mechones me tapaban los ojos y de no tener flequillo a tener un flequillo completamente recto, pero duró poco: fue sentir el ruido de la maquina y acto seguido ver los primeros pelos caer y una franja calva en mi cabeza… La peluquera con gesto serio daba la sensación de tenerlo preparado: desde la frente hacia atrás, despacio, rapando y peinando, rapando y peinando: mechones y mechones de pelo sobre la capa. Adiós a mi pelo que desde pequeña me había acompañado. Mientras por mi cabeza pasaban muchas cosas: miedo, ganas de salir corriendo, algo de excitación… y todo grabado en video.

Cuando ya tenía parte de la cabeza rapada, un cartel me indicaba que cogiera la maquina y me la pasara unas cuantas veces con decisión. Eso hice y tengo que reconocer que fue una sensación muy placentera: de repente todos los miedos se pasaron y mi cara cambió completamente. Creo que se dieron cuenta ya que me quitaron el cartel donde ponía que la tenía que dejar, así que, poco a poco, fui acabando el cambio de look de melena cobre y larga  a completamente rapada. Me hubiera gustado poder estar de pie. Estoy segura de que la sensación hubiera sido diferente. El cambio de ruido de la maquina era increíble, una sensación única,  pero por desgracia,  tocó el cambio: últimas pasadas y de nuevo un cartel donde me indicaban que jugara con los mechones. La verdad que aquella sensación, me estaba resultando muy buena, no sé si por lo rápido que sucedió, improvisado, o que realmente era ese cambio radical lo que necesitaba.

Fuera maquina, manos a tocar la cabeza y de nuevo esa sensación de placer. Me quitaron la capa, me pasaron  a un lavacabezas, para pedirme de nuevo que jugara con el vestido y tras un par de minutos, otra vez al sillón, capa… Un poco de espuma y de verdad no me podía creer lo que estaba haciendo,  todo lo anterior se volvía a esfumar y el miedo a hacer el ridículo se volvió más fuerte ¿De verdad  iba a salir a la calle completamente afeitada? El ruido de la navaja, apenas conseguía relajarme, me costaba mantener la sonrisa. Lo más sorprendente que todos parecían acostumbrados a ver esta imagen, como si una chica afeitándole la cabeza fuera lo más normal.

Les debió parecer que estaba algo nerviosa, con lo cual nada más terminar el afeitado, me volvieron a enjabonar la cabeza, pero esta vez no fue con la navaja, fue con una cuchilla de afeitar. No me quedaba más remedio que aguantar la sonrisa, pensar el positivo y que todo aquello terminaría pronto, pero parecía que no tenía fin; más aún cuando apareció otro cartel que indicaba que cogiera la cuchilla y me diera unas pasadas: ¡Qué remedio!, el ver como el blanco de la crema desaparece para ver el color de la piel,  me resultaba extraño pero por alguna razón, mientras me afeitaba notaba como quería más. Todo en mi cabeza era muy raro, quería que terminara todo, pero a la vez pensaba en continuar.

Antes de terminar me vendaron los ojos, sin poder ver nada. Traté de relajarme, recordar esos momentos de mi rapada y afeitada, me quitaron la capa, me pidieron que me levantara y agarrada de la mano me llevaron de nuevo al lavacabezas. Allí  noté como me masajeaban la cabeza y la cara mientras yo trataba de mantener la calma. Una vez de nuevo de pie, siempre con los ojos vendados, me pidieron que me pusiera un abrigo, me colocara la capucha, les acompañara a una sala y  me pidieron que me la quitara. Tras unos segundos, me la volví a poner ¿Seria para enseñar el look al resto de chicas? Una vez pasado todo aquello escuché una puerta cerrarse. Me pidieron que me diera la vuelta, me quitara la venda y que esperara. Estaba en una habitación completamente blanca con un abrigo plumas tres cuartos también blanco y el vestido, todo muy colorido,  una vez que me di la vuelta, con la capucha poco podía adivinar, tan solo la tela rozando con la cabeza que me recordaba el cambio de look al que acababan de someterme.

Me pidieron que me quitara la capucha y el cambio era increíble. Estaba irreconocible y eso que apenas llevaba maquillaje. Una nueva sesión de fotos, un largo paseo para llegar a mi camerino. Me puse mi ropa pero antes de salir me dijeron que esperara, así que tuve tiempo de mirar el contrato: no era eventual, tenía que estar así durante seis meses. Una vez al mes tenía que pasar por allí para sesión de rapado y afeitado. Me pidieron que saliera y para mi sorpresa, todas estábamos igual, completamente afeitadas. Nos pidieron que posáramos todas juntas para la foto de después.

Al final el fotógrafo puso en el ordenador nuestro look antes y después, con nuestras melenas y luego calvas. Por eso teníamos que ir con el pelo y la ropa igual que el primer día, ahora lo entendía.

Han pasado tres meses de esa primera rapada, me quedan otros tres y quiero que llegue ya el último mes pero no tengo claro si dejaré crecer mi pelo o seguirá así, pelada completa. Con el paso de los días, me acostumbré a estar completamente afeitada. Mis amigas piensan que estoy loca, pero aunque al principio eran todo miedos y dudas, es una experiencia única, mucho más cuando me rapo yo misma, pero claro, si eres de las que prefiere ser rapada, recomiendo  hacerlo lejos de casa, da mucho más gusto y más seguridad.

mdj
Author: mdj

8 comentarios

    Me ha molado mucho, gracias Maca!! Espero que subas otra pronto, un saludo.

      Estoy en ello, pero quiero probar algo nuevo.

    Muy buena historia. sigue así.

    Un saludo. 🙂

    Podrias buscar una historia real que le haya pasado alguna amiga tuya

    Maca, decis que queres probar algo nuevo?, que te parce si yo te doy unas ideas?, haceme saber si te interesa 😀

    Que buena historia Maca, como todas las que escribes,

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