Isabel (skgr)

Soy influencer. La más grande. Desde mi reino norteño os inundo de consejos: moños con tenedor, pizza de calabaza, nutrición, en definitiva, de amor.

Últimamente he descubierto en Instagram un perfil que me intriga: PeInEcErO. Se dedican a rapar mujeres al cero. Al principio me horrorizó. Pero no podía dejar de mirarlo. ¿Qué hace a esas chicas desprenderse de todo su pelo, afeitarse la cabeza? Solo por dinero no puede ser.

Todos tenemos un punto sádico. Creo que eso es lo que me enganchaba a ver su decalvación mientras me acariciaba con la mano para asegurame de que mi melena seguía en su sitio.

Llegué hasta el canal YouTube de PeInEcErO. Los que hacen los vídeos de rapadas ¡son un matrimonio! Ella va completamente afeitada, sin cejas ni nada. No se si yo podría vivir sin cejas. Y parece que tienen su base de operaciones en mi propia ciudad.

Mailto: [email protected]
Asunto: colaboración con Isabel

Hola chicos,

No necesito presentación.

He empezado a seguiros por Instagram y youtube. Me llama la atención lo que hacéis. Creo que os interesará colaborar conmigo. Con la cantidad de seguidores que tengo las ventas de vuestros vídeos aumentarán exponencialmente.

Mis honorarios están publicados en http://www.isabel.pñs

Con amor,

Isabel

Mailto: [email protected]ñs
Asunto: Encantados de colaborar contigo

Hola Isabel,

Estamos encantados de colaborar contigo afeitándote la cabeza. Un bombazo así te servirá para recuperar los followers que has perdido en los últimos meses. Contigo de protagonista estimamos que se venderán por lo menos 5.000 vídeos, sino más. El precio de cada uno son 20 euros.

Te admiramos. Para nosotros es un honor colaborar contigo y dejarte aún más bella, si cabe.

Te proponemos un 10% para nosotros, como gastos de producción, y un 90 % para ti, como caché de estrella.

Te amamos,

Sofía Carmen Michelle

Vaya, esto sí que no me lo esperaba. Pero Sofía tiene razón. Llevo unos meses perdiendo seguidores. Y 90.000 euros de ingresos sería la bomba. Estoy deseando comprarme el nuevo Mercedes EQC.

¿Afeitarme la cabeza? Yo, Isabel, ¿afeitada? ¿Qué pensarán mis seguidoras? Igual me siguen como corderitas, como hasta ahora, y se rapan un montón de……………… vaya, me he quedado dudando entre sí escribir chicas o señoras. La que tengo que raparme soy yo si no quiero convertirme en una señorona definitivamente.

Mailto: [email protected]
Asunto: vídeo afeitándome la cabeza

Hola Sofi,

Voy a afeitarme la cabeza y quiero que vosotros produzcáis el vídeo. Las condiciones económicas me parecen bien.

¿Cuando podríamos hacerlo? Temo echarme atrás si lo demoramos mucho.

Excitadísima,

Isabel

Mailto: [email protected]ñs
Asunto: cita y contrato

A nosotros también nos excita mucho este proyecto.

Te esperamos el 29 de febrero a las 18 para la sesión de filmación.

Te amamos,

Sofia Carmen Michelle

P.D.: Te envío adjunto el contrato. Por favor, devuélvemelo firmado cuánto antes. No te olvides de traer un bikini.

CONTRATO ARTÍSTICO

De una parte, Sofía Carmen Michelle, en representación de la mercantil PeInEcErO S.L., en adelante LA PRODUCTORA.

De otra, Isabel, en adelante LA ACTRIZ.

Obligaciones de las partes

Primera: La productora producirá y comercializará un vídeo con la actriz como protagonista a la que entregará el 90 % de los ingresos que se recauden.

Segunda: La actriz desea que en dicho vídeo le afeiten todos los pelos de la cabeza que la dirección artística considere necesarios. Desea, además, aparecer con la vestimenta más favorecedora para su escultural figura.

Fdo. Isabel

Fdo. Sofía Carmen Michelle

Me escondí el bikini debajo de mi mejor vestido y cogí el autobús hasta el barrio fabril.

Resultó ser un edificio nuevo, en una manzana abierta, agradable, en un barrio de trabajadores. Me abrió la puerta Sofi, con su dulce acento latinoamericano:
-¡Hoooola! ¡Ay Isabel, todavía eres más bella de lo que te ves en el Instagram!- canturreó mientras me daba un abrazo.
-Gracias. Qué gusto da ser recibida así.
Pensaba encontrármela completamente afeitada pero tenía el pelo largo. Bueno, largo, más bien una rapada que no se había afeitado en un par de semanas. También se le veían pelos puntiagudos en las cejas, como si se las estuviera dejando crecer. Llevaba una correa de cuero en el cuello, como de BDSM, y un palabra de honor, que apenas le cubría los pechos.
-ven, sube, que ya tenemos todo preparado para empezar.

Me llevó hasta el piso de arriba del dúplex. En una habitación abuhardillada pintada de azul esperaba un chico, calvo también.
-Mira Isabel, este es Gumer, mi marido.
-Hola,¿qué tal?- me dió dos besos -¿preparada?
Tenía un acento fuertísimo, como si fuera de una de las cuencas.
-Creo que si. Muy nerviosa en todo caso.
A partir de ese momento ya tomó él las riendas de la situación.
-Hemos pensado que podíamos empezar el video contigo afeitando a Michelle y luego, una vez afeitada ella, que se ocupe de tí- Así que él la llama Michelle…
-Estupendo, como digáis.
-Ponte el bikini, por favor- me ordenó.

Me tuve que desvestir de pie, delante de ellos, mientras él me filmaba con la cámara.
Sofía se sentó en una silla de barbero alta. Tan alta que si no cruzaba las piernas se le vería todo con esa minifalda de cuero negro tan corta que llevaba. ¿vestiría ropa interior?

Gumer me alcanzó una maquinilla inalámbrica, sin guía de plástico. Como me la quedé mirando asombrada me dijo -ese es el famoso PeInEcErO que nos da nombre.
-Ah. ¿Qué hago ahora?
-Colócate a su lado. Sin tapar la cámara. Si eres capaz, sonríes y le pasas la maquinilla a Michelle por el centro de la cabeza. Mira, se enciende aquí.
La maquinilla empezó a zumbar y vibrar en mi mano. La acerqué a la frente de Sofía y enseguida la maquinilla empezó a comerse el pelo. -¡Ayyy!- solté un gritito de grima mientras veía aparecer el cuero cabelludo blanco.
-No te preocupes- me tranquilizó Sofía con su suave entonación -ya estoy acostumbrada.
-Pon el peine más plano, que se deslice por la superficie de la cabeza como si fuera un trineo sobre la nieve- me ordenó Gumer.
A partir de ese consejo todo resultó más fácil. Lo hice con más confianza. Le fui cogiendo el gusto. Que poderosa se siente una sajando el pelo de otra mujer, blanqueandola, dejándola calva. Se me transmitía el cosquilleo que ella debía estar sintiendo. Anticipaba el mío.

Toda la parte central, 6 u 8 dedos, de la frente a la nuca, ya estaban sin pelo. Me fui a por la patilla derecha.
-Lo estás haciendo muy bien, Isa- que reconfortante esa familiaridad.
Me costó raparla bien al cero alrededor de la oreja y por la nuca. Ahora el lado izquierdo. ¡Cómo mola rapar!

Cuando hube terminado, vino Gumer a inspeccionarla. -Mira, tienes que repasar por aquí y por aquí, y luego le vuelves a pasar la maquinilla por toda la cabeza, que aunque no creas que queda nada, siempre arrastra algo.
Así lo hice, obediente.
Sofía empezó a acariciarse la cabeza. -¡Ay!¡Qué gustito!
-Pásasela por las cejas, también-
Sofía cerró los ojos. Yo me incliné hacia un lado. Apenas había unos pelitos pero la maquinilla se los comió sin problemas.

-Ahora le vas a pasar esta maquinilla para dejarla bien afeitada, bien suave- me dijo Gumer mientras me entregaba otra maquina con unos rodillos giratorios en lugar del peine.
Cuando se la apliqué sobre el cuero desnudo de Sofía enseguida noté las fuertes vibraciones que desprendía. Casi rebota de su cabeza. Me había parecido que no quedaba pelo que rasurar pero la diferencia era notable cuando desplazaba la maquinilla. De un gris rugoso se pasaba a un blanco impecable.
-Aprieta bien. No dudes en pasar varias veces por el mismo lugar. Tiene que quedar como una pista de hielo- reiteró Gumer con su sonrisa inquietante.
Conforme pasaba la maquina, acariciaba con la mano para comprobar que quedaba bien suave. A cada vez que hacía esto, Sofía respondía con un suspiro. Tenía los ojos cerrados. Ella también lo estaba gozando.

Toque varias veces su cuero cabelludo pelado con la mano para asegurarme que no quedaba ninguna rugosidad. En cuanto notaba el más mínimo roce aplicaba la maquinilla de afeitar para que Gumer no me llamara la atención.
-¡Que se me olvidaba pasarle la maquinilla también por las cejas!

Al final, me tendió un tubo metálico de L’occitanne. -Es el mejor aftershave del mercado- me aclaró -extiéndeselo por el coco pelado mientras te deleitas.

Así lo hice, vertí una capa generosa en mis manos, miré a la cámara sugerente y seductora y lo apliqué sobre la decalvación impuesta a Sofía. Ella tenía los ojos cerrados pero la punta de la lengua le humedecía rítmicamente los labios.

-Ahora te toca a ti Isabel- dijo Gumer.
Sofía se levantó de la silla de barbero mientras se agarraba la cabeza pelona con ambas manos -¡ay!¡que gusto! ¡Ya no aguantaba más con tanto pelo!
-¿te gusta ir afeitada?- le pregunté.
-Me encanta.
-Y¿cómo te diste cuenta?
-Hasta que no conocí a Gumer no me podía ni imaginar que esto existía. Pero el es un depravado y me insistía, me insistía y me insistía. Un día le dejé raparme la nuca, luego me la afeitó. Y desde ese día siempre fui a más. Ya no te puedo vivir sin afeitarme.

Desde su posición de cámara Gumer cortó la conversación con un gesto que me invitaba a sentarme en el sillón de barbero.

Ahora me sentía indefensa y empequeñecida en ese sillón de barbero tan grande. En bikini, fuera de la playa, me encontraba desnuda, fuera de lugar. Volvía a ser una niña en peligro. ¿Estaba segura de dejarles hacer lo que pasaba por la mente de Gumer?

-Apoya bien la espalda en el respaldo, y la cabeza también- me mandó Gumer mientras Sofía accionaba un mecanismo que convertía el sillón casi en una tumbona -ahora cierra los ojos y relájate. Sofía me empezó a cepillar el pelo. Llevo una media melena por los hombros, soy castaña, me tiño las canas, por supuesto, y mi pelo no tiene demasiado volumen.

Casi me adormecí.

-Mantén los ojos çerrados- me pidió con su acento anestésico Sofía. Algo me raspó la ceja izquierda. Abrí los ojos y vi una navaja sobre el óculo izquierdo como en “Un Perro Andaluz”.

Protesté y Sofía apartó la mano. Medió erguida, incómoda, sobre él sillón atumbonado les dije -No me habiais dicho que me ibais a afeitar las cejas- mi voz se entrecortaba.
Gumer saltó rápidamente -el contrato que firmaste dice que deseas que se te afeiten todos los pelos de la cabeza que consideremos necesarios, y las cejas están en la cabeza.
-Me siento engañada. Yo no me quería afeitar las cejas.
-No te preocupes Isa. Yo lo hago continuamente. Te las pintas y no pasa nada.
Me quedé enfurruñada.

Terminó de afeitarme la ceja izquierda.

-Para que no haya más sorpresas: ahora Mich te va afeitar directamente sin navaja, sin utilizar maquinilla, diversas partes de la cabeza, progresivamente, jugando.
-¿pero se puede afeitar directamente, a pelo? ¿No me cortareis?
-No te preocupes. Ya lo hemos hecho más veces. Mich es un hacha con la navaja.
-¿y la ceja derecha?
-De eso nos ocuparemos al final.

Sofía empezó a afeitarme la parte delantera de la cabeza, el flequillo y la frente. La sensación era brutal, de expolio, de estar siendo lijada con una lima de metal. Me afeitó por lo menos 4 dedos. Luego me peinó el pelo restante por encima de la parte afeitada, y me lo cortó a la altura de media frente, imitando un flequillo corto, pero traslucía la calva subterránea.

A continuación dirigió su navaja de barbera hacia los laterales. Empezaba arriba del todo e iba arrastrando el pelo inerte hacia abajo, inaugurando la desolación capilar a su paso. La suavidad era inmediata, no como cuando yo le había rapado con la maquinilla.

Me inclinó con fuerza la cabeza hacia delante y empezó a rebañar el pelo de abajo a arriba, blanqueando mi nuca a cada pasada. Subió hasta casi la coronilla.

Me soltó el pelo y comenzó a cepillármelo hacia los cuatro puntos cardinales de la cabeza. ¡Qué sensación más rara la del pelo vivo trotando por encima del cuero cabelludo devastado! Luego cogió una bayoneta, uno de esos peines a los que le sale en sentido transversal una púa de metal larguísima, y comenzó a hacer una separación circular del pelo situado en el centro geográfico de la cabeza, justo por delante de la coronilla. Cogió un cartón de papel higiénico y enrolló ese pelo alrededor. El resultado fue un rodete vertical, enhiesto, de pelo castaño.

El resto del pelo seguía paciendo sobre la llanura afeitada. Cogió una tijera y procedió a cortarlo a la misma altura que me había dejado el flequillo, todo alrededor de la cabeza. Con un cepillo suave, perfumado con talco, Sofía me limpió los pelos seccionados que se habían quedado adheridos a mi piel. Me lo pasó por la cabeza afeitada, por el cuello, por la espalda, por el pecho, por el ombligo… por todas partes tenía pelos. ¡Qué suave ese cepillo!

-Levántate. Vamos a hacerte unas fotos- ordenó Gumer.

Entonces pude mirarme al espejo: me faltaba una ceja, tenía un menhir encima de la cabeza y un bowl cut radical. Me veía ridícula pero disimulé y sonreí.

-Estoy pensando en dejarla así- le dijo Gumer a Sofía, mientras disparaba el obturador. Hablaban entre ellos como si yo no estuvo ahí, como si solo fuera un objeto.
-No. Vamos a afeitarla un poco más por lo menos, amor.

Cuando me volvieron a sentar en el sillón de barbero Sofía solo tuvo que rasurar el poco pelo que me tapaba la zona afeitada de la parte de arriba de la cabeza.
-Ahora te voy a llenar la cabeza de espuma para hacerte un segundo afeitado que te dejará bien suaveçita.
Cuando terminó de reafeitarme me toqué con la mano la cabeza. Qué extrañeza, parecía mi cabeza, notaba que eran mis dedos los que la tocaban, y al mismo tiempo parecía que era otra cosa, un trozo de mármol frío. Topé con el moño vertical
-¿y esto?¿me lo vais a dejar así?- pregunté con voz temblorosa.
-Ay, pues si, es que te ves hermosa con ese rodete. Es lo mejor del corte- me contestó Sofía cantarina.
-¿Y la ceja derecha?
Sofía miró a Gumer que asintió hastiado. Me echó espuma sobre mi última ceja sin pelo y procedió a extinguirla.

Luego me untó con el mismo aftershave mantequilloso que le había echado yo a ella y me acarició todo el cuerpo con el cepillo de talco.

-Ya hemos terminado- anunció Gumer -ha puedes vestirte.
-No se si me atrevo a salir a la calle así- dije afligida.
-¿Quieres que te acompañe a tu casa? Podríamos ir dando un paseo las dos pelonas juntas.

Cuando salimos a la calle me agarró del brazo y me tranquilizó -no te preocupes Isa, si el lunes no te convençe el moño pues vas a la peluquería y ya está, que te lo afeite tu peluquero.- La gente nos miraba como si fuésemos dos extraterrestres.

Cuando pude ver el vídeo editado descubrí que Gumer había venido detrás nuestro grabándonos a escondidas.

El lunes me atreví a hacer mi primer stories desde la decalvación. Me maquillé a tope, puse una gran sonrisa y dije:
-¡Sorpresa Piñatas! ¿Qué os parece mi nuevo look? Impactante ¿verdad? Estoy colaborando con una productora que se llama PeInEcErO. Podéis comprar el vídeo en el que me hacen este corte tan guay en enlace que está en la bio. Como podéis ver estoy delante de la peluquería de Delfín. Vengo a afeitarme de nuevo la cabeza, que ya me está creciendo- hice el ademán de acariciarme la bocha con la mano.

A Delfín le costó pero en cuanto me reconoció se entusiasmó: -Ay, pero que loca estás Isabelita, pero estás divina. Me encantas.
-Venía a que me afeitaras toda la cabeza. Este unicornio que me han dejado no me gusta nada.
-Primero vamos a lavarlo y luego decidimos.
Después de secarme el largo mechón solitario se explayó peinándolo y repeinándolo, cepillándolo y recepillándolo.
-Me encanta Isabel, estás divina así. Decidido: te rehago el moño y te vuelvo a afeitar el resto de la cabeza.
-¡Ya habéis oído Piñatas, me quedo así! ¡Ahora soy IsaUnicorn, ja, ja!

DOS MESES DESPUÉS

Mailto: [email protected]ñs
Asunto: liquidación

Hola Isa,

Al finales se han vendido 40 copias de tu vídeo. Ya te he enviado por PayPal los 720 euros que te corresponden.

Besos,

Sofía Carmen Michelle

mdj
Author: mdj

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