Nueva Vida. 1ª parte: En el pueblo (Zapato Ortopédico)

No sé cómo había podido llegar a esa situación, qué me había pasado por la cabeza para estar haciendo esto, pero me encontraba de rodillas delante de un tío que conocía desde hacía apenas un par de meses y le estaba realizando una mamada. Él me cogía con sus dos manos de mi larga melena castaña y me estiraba hacía detrás y hacía delante. Tenía todo mi pelo en sus manos…

Hace dos meses estaba en mi casa en el pueblo, preparando mi maleta para ir a la universidad, con una gran ilusión por empezar una nueva vida. Soy una chica de 18 años, siempre he vivido en un pueblo pequeño, en el colegio éramos 6 niños, cada uno de una edad, en el instituto éramos 10 en la clase y tenía que ir todos los días hasta otro pueblo a más de 30 kilómetros para poder estudiar. Soy una chica delgada, con una larga melena castaña que me llega ligeramente a la altura del culo, mi pelo es fuerte y sano, aquí no hay peluquerías, mi madre se encarga de cortarlo cuando es necesario, nunca he tenido el pelo corto, ni flequillo, ni nada que se pueda hacer una chica en el pelo. Simplemente tenía mi larga melena con la raya en medio desde que me puedo acordar.
Mi pelo se llevaba los elogios del instituto y del pueblo, era la chica con el pelo más largo de los alrededores, y también atraía a los chicos, eso que no era lo único que les llamaba la atención, porque tenía un buen cuerpo y proporcionado, he de reconocer que había tenido varios tonteos con mozos de los alrededores, pero nada serio, aun era virgen.
Estaba en mi habitación doblando la última ropa para meterla en la maleta, cuando una voz me sacó de todo ello.
– ¡Ana!, ¿Puedes venir un momento a la cocina?- Era mi madre.
No sé qué querría ahora esta mujer, pero tenía muchas cosas que hacer además de terminar la maleta, tengo que preparar mi neceser y ducharme …
– ¡Voy!, no tardo nada.
Salí de habitación y crucé el largo pasillo que me separaba de la cocina. Cuando llegué estaba mi madre esperándome en la puerta, era una mujer de mediana edad, y si hago caso a lo que decía la gente, yo era su vivo retrato, a excepción de una cosa, ella tenía el pelo corto, por encima de los hombros, solía ir a una peluquería de señoras que había en el pueblo de al lado, yo recuerdo que sólo fui cuando hice la comunión para que me peinaran de una manera especial para ese día.
Mire dentro y vi uno de los taburetes altos de la cocina en mitad de la habitación, la volvía a mirar a ella y me percaté de que tenía la vieja toalla azul y las tijeras en las manos. Sabía perfectamente lo que quería.
– Vamos hija, siéntate que te corte un poco el pelo, que lo llevas muy largo y ahora van a pasar muchos meses hasta que te vuelva a ver.
– ¿Cuánto es un poco, mamá?- le dije esperando su respuesta.
– Pues tres o cuatro dedos, como siempre, si vas a venir para Navidad, luego esos días te lo arreglo otra vez.
– Mamá, estaba pensando en cortarme algo más, no sé el tiempo que voy a tener para arreglarme.
– Siéntate anda, de eso ahora hablaremos.
Me senté en el taburete y mi madre corrió a ponerme la toalla alrededor del cuello, con delicadeza sacó mi larguísima cabellera de debajo de la toalla y empezó a pasar el cepillo por ella para alisarla aun más.
– No sé por qué te he dicho eso antes, la verdad es que me muero si me corto el pelo mucho.
– Ya sabía yo eso, hija. Pero tienes razón, creo que no vas a tener tiempo para estar pendiente del pelo…
Mi madre agarró un gran mechón de pelo del lado izquierdo y se puso delante de mí con las tijeras apunto de cortarlo. Se me salía el corazón por la boca, todo iba a cámara lenta, pero ¡qué me iba a cortar el pelo de verdad!…
Pero en el último momento soltó el mechón y pegó un tijeretazo al aire, mi boca estaba abierta de par en par, mientras veía ese mechón de pelo volver a su posición en mi pecho, miraba a mi madre con mi cara de susto y ella se moría de la risa.
– Tenía yo razón, no quieres cortarte el pelo. Jajajaja. – Las carcajadas de mi madre se oían por toda la casa.
– ¿Pero qué haces? ¿Te has vuelto loca?- Ella seguía riéndose – ¡Me has dado un susto de muerte!
Mi madre se me acercó a la oreja izquierda, la misma de la que antes había sacado de detrás el mechón y me dijo:
– Yo me corté el pelo el día que dejé de ser una niña, y tú aun eres una niña, una niña que se va a estudiar fuera.
Sabía perfectamente lo que me quería decir con eso, me dejó totalmente helada y callada, no pude contradecirla ni reprocharle nada.
– Mira cariño te voy a cortar por aquí – Señalando con las tijeras mi cadera- llevas razón en eso de que no puedes prestar la atención que le prestas ahora, te tendrás que centrar en tus estudios.
– Si mamá, me parece bien – No estaba de acuerdo en ese corte de pelo, yo no lo había elegido, hace un momento no iba a cortarme nada y mi madre me había hecho un juego del que iba a salir perdiendo un palmo de pelo.
Cuando terminó de cepillarlo cogió las tijeras y fue cortando en línea recta por donde me había señalado, oía crujir cada pelo que cortaba con las tijeras, estaba resultando doloroso este último corte de pelo antes de la universidad, pero aunque tenía los ojos vidriosos sabía que podía haber sido mucho peor si mi madre llega a cortar por donde pretendía.
Cuando terminó de cortar el bulto, empezó a arreglar los lados para que fueran un poco más cortos y quitar la sensación de línea recta y que fuera una curva suave.
Siempre me cortaba el pelo en seco, me había acostumbrado a ello, y a ella se le daba bien con esta técnica. Cuando terminó me quitó la toalla y me dijo
– Lista señorita, hasta las vacaciones ya no necesitaras un corte de pelo.
Yo di un salto del taburete y miré al suelo, me había cortado un palmo de pelo que estaba tirado por el suelo de la cocina. Era la vez que más pelo me había cortado desde que podía recordar, nunca había visto un montón tan grande. Me pasé las manos por el pelo para evaluar los daños sufridos, no me lo podía creer, el pelo me seguía llegando un palmo por debajo de los pechos, pero antes eran dos palmos los que tenía ahí.
Salí de la cocina dirección a mi habitación, estaba deseando mirar el espejo de mi habitación, pero antes di una última mirada dentro de la cocina, pude ver a mi madre con el cepillo de barrer, barriendo lo que era parte de mi melena hasta hace un instante, y meterla en el recogedor para posteriormente volcarla en la basura.
Ese día no pude dormir bien, decidí que no me cortaría nunca el pelo corto, mi pelo sería mi manta de seguridad para toda la vida…

CONTINUARÁ

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Author: mdj

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