El Club 1ª parte (ANSW3R)

Hola, soy Noemí y soy estudiante de Periodismo. Me ha tocado hacer prácticas en una revista cultural online, de esas que hacen artículos de todo tipo. Tras un tiempo conociendo la redacción, mi jefe me dijo cuál sería mi primer artículo:

“Estamos haciendo una serie de artículos sobre los fetichismos sexuales. De momento hemos publicado un par de artículos y quiero que tú te encargues del siguiente. Sería sobre la tricofilia o fetichismo del pelo. Hay gente que le pone ver cómo cortan el pelo a chicas, o que se lo corten a ellos…”.

“¿Así, de primeras? ¿Y dónde miro yo eso?”

“Hay un foro en español sobre eso y creo que ahí puedes sacar cosas. Lo demás, búscate la vida”.

Toda esa semana estuve recopilando información: artículos y webs sobre la tricofilia, vídeos en los que chicas con melenas larguísimas acababan totalmente calvas, y por supuesto el foro del que me habló mi jefe, “ChicasPeladas”. Allí, me metí al chat y hablé con el administrador de la página, el cual fue muy simpático conmigo y me aportó mucho material. Empecé a meterme en el chat cuando me aburría, pero no encontraba gran cosa. Una tarde, me habló una tal ‘Teresa’:

“Hola Noemí. ¿Qué tal estás?”

“Hola Teresa. Aquí aburrida. No encuentro nadie con quien charlar”.

Estuvimos un buen rato hablando en el que me reveló bastantes cosas de su vida, entre ellas que era fetichista y que, desde hacía meses, llevaba la cabeza afeitada. Hicimos muy buenas migas. Volvimos a hablar otro día, en el cual le dije que era periodista y que hacía un reportaje.

“Pues te voy a dar algo de material. Tengo un club de mujeres que llevamos la cabeza afeitada. Nos hacemos llamar ‘las bolas de billar’. Lo creé hace 4 meses y somos ya 7 mujeres en el grupo de Whatsapp”.

“¿En serio? Me gustaría saber más sobre ese club”.

“Tenemos una reunión el próximo domingo las miembros de esta ciudad. Si quieres puedes venir, yo hablo con las demás chicas y te confirmo por Whatsapp. ¿Qué te parece? Podrías entrevistarnos”

“Muchas gracias, Teresa. Iré encantada”.

El domingo por la mañana fui al bar que me indicó Teresa. No tardé en encontrar una mesa con cuatro mujeres de edades diferentes pero con algo en común: las cuatro estaban completamente calvas. Además, reconocí a Teresa de su foto del Whatsapp.

“Perdona, ¿eres Teresa? Soy Noemí”.

“Sí, soy yo. Encantada de conocerte por fin”. Se levantó y me dio dos besos. “Chicas, esta es Noemí, la chica de la que os hablé. Nos va a entrevistar”. Me saludaron muy amablemente. “Estas son Elsa, Maribel y Verónica”.

Tras un rato de charla, Teresa me preguntó: “Bueno Noemí, ¿qué quieres saber de nosotras?”.

“Lo primero, una presentación. Cuánto lleváis afeitadas, por qué lo hicisteis, por qué lo mantenéis…”

Teresa, 47 años: “Yo llevo afeitada ya casi 7 meses. ¿Por qué lo hice? Tras divorciarme, sentía que necesitaba cambios, y pensé en empezar por mi pelo, con el que llevaba muchos años. Tras un tiempo pensándolo, fui a la pelu y me salió del alma decirle que me rapara. Fue una de las mejores experiencias de mi vida: sentir la maquinilla, tocarme la rapada… Me encantó. Lo mantuve unas semanas hasta que un día fui a una barbería y me propusieron afeitarme. Dije que sí y desde entonces, pelona. Es fácil de mantener y además, me veo guapísima. Tengo más confianza en mí misma”.

Elsa, 42 años: “Yo llevo afeitada 5 meses. Pues tengo alopecia desde hace un tiempo, y me llevaba de cabeza. Siempre con pañuelos o peinados intentando tapar las calvas. Maribel y yo somos vecinas, y un día, cuando ella ya iba calva, coincidimos y me dijo que me dejase de filigranas con el pelo y que me afeitase. Me recomendó una barbería y allí fui. Y fue una liberación. Sigo usando pañuelos o pelucas de vez en cuando, pero ya no me da reparo ir con la cabeza al descubierto. Además, a mi marido le gusta cómo queda”.

Maribel, 67 años: “Llevo afeitada 6 meses ya. Todo empezó al conocer a Teresa en el gimnasio: un día apareció rapada. A mí me impactó mucho ver a una mujer llevar ese peinado con tanta confianza. Un día le hablé de ello a mi sobrina y me propuso raparme yo también, y me dije “¿por qué no?”. Me llevó a una peluquería y me raparon. Me veía estupenda e incluso más joven. Al poco, di el paso a afeitarme. Me veo bien estando calva, y además a mi edad y siendo viuda y jubilada, no quiero tener que preocuparme por el pelo”.

Verónica, 28 años: “Llevo afeitada 4 meses. Me intenté teñir yo sola en casa y salió mal la decoloración, y me tuve que rapar al 0. Al principio fue un drama, pero luego no me veía tan mal. Yo tengo el pelo graso y tenía que andar con muchos cuidados, así que el rapado era un alivio. Un día, decidí dar un paso más y afeitarme. Me encantó la sensación y cómo me veía, y obviamente planeo mantenerme así mucho tiempo”.

“¿Y cómo surge este club? ¿Cómo os conocéis?”

Teresa: “Como dije, Maribel y yo nos conocíamos del gimnasio, y nos empezamos a hacernos amigas a raíz de raparnos. Luego, me presentó a Elsa y decidimos crear el club. A Vero la conocimos de casualidad: habíamos ido las tres a afeitarnos juntas y allí estaba ella, pelándose. Me acerqué a hablar con ella y la hablé de nuestro club, y le interesó. El resto de mujeres del grupo las conocí por “ChicasPeladas” u otros foros. Me encantaría podernos reunir todas y conocernos por fin”.

Nos quedamos un buen rato hablando tras la entrevista. Cuando íbamos a despedirnos, Teresa le preguntó a Maribel:

“Oye Mari, lo de tu sobrina…”

“Ah, eso. No sé si lo decía en serio. Te diré algo”.

“Vale. ¿Noemí, qué te ha parecido nuestro club? ¿Te apetecería acudir a otra reunión?”

“Me encantaría. Me habéis un grupo fascinante”.

“Perfecto. Te meteré en el grupo de Whatsapp y te enterarás de cuando es la reunión”.

Los siguientes días los pasé entre clases e ir haciendo el artículo. El grupo de Whatsapp era realmente interesante: no solo hablaban de cuándo se afeitaban o recomendaban barberías o productos, también se hablaba de libros, recetas o de lo que nos pasaba a cada una. Era como un grupo de amigas cualquiera. Un día, Teresa me habló por privado. Me dijo que el sábado iba a haber una reunión “especial” y que quería que fuese. Acepté sin dudarlo. El sábado fui al sitio donde habíamos quedado: una barbería. Teresa estaba allí, esperando.

“Hola Noemí. Estamos esperando a Maribel, que trae a alguien”.

“¿Y por qué esta reunión es especial?”

“Ahora verás. Mira, por ahí vienen”.

Maribel venía junto a una chica de edad parecida a la mía o quizás algo menor. Era una chica realmente guapa, pero lo que más me llamó la atención era su pelo: una brillante melena rubia que le cubría los pechos. Era una de las melenas más bonitas que había visto nunca.

“Hola chicas. Esta es mi sobrina, Celia”.

“Encantada”, dijo sonriente. Nos presentamos, tras lo cual entramos en la barbería. Dentro había un señor de mediana edad.

“Hola Maribel. ¿Vienes a pelarte?”

“No, esta vez no, Sebas. Te presento a mi sobrina, Celia. La cita es para ella”. Celia saludó al hombre y se sentó en un sillón. Antes de ello, Teresa le hizo una foto.

“Bien jovencita, ¿qué va a ser?”, le preguntó mientras le ponía la capa.

“Aféiteme la cabeza”, dijo con aplomo.

“¿Estás segura?”

“Sí. Quiero quedar completamente calva”. Maribel y Teresa sonrieron al oír eso. Yo me quedé en shock: ¿por qué iba a querer deshacerse de semejante melenón?

Sin mediar palabra, Sebas encendió la máquina y la pasó desde la frente de Celia hasta su coronilla. A cada pasada, la máquina cercenaba su melena e iba dejando surcos blancos a su paso. Pronto, en la capa se formó una montaña hecha de pelo rubio. Yo no perdía detalle de todo aquello: ver caer aquella melena era incluso satisfactorio. Cuando acabó con la maquinilla, Celia apenas tenía una sombra de pelo. Tras untar espuma por toda su cabeza, el barbero cogió una navaja y empezó a afeitársela. Lo hacía de forma firme, repasando cada zona. Celia permaneció impasible durante todo el proceso, incluso tenía una pequeña sonrisa. Cuando acabó y le quitó la capa, todos los mechones que antes formaban su melena cayeron al suelo. Celia estaba completamente calva: no quedaba rastro alguno de pelo en su cabeza, ahora blanca y brillante. Posó sus manos sobre su cabeza desnuda y se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja mientras la tocaba. Vino hacia nosotras y lo primero que hizo fue abrazar a Maribel.

“Tenías razón, tía. Me veo genial. Y el tacto está de puta madre, no puedo parar de tocarla”.

“Sabía que te gustaría. Ahora se ve más lo preciosa que eres. Y además, me encanta lo de compartir peinado”.

“Tu tía tiene razón, Celia”, dijo Teresa. “Tu pelo era bonito, pero te tapaba mucho. Créeme, sin él estás muchísimo más guapa”. Acto seguido, ambas se abrazaron. “Bienvenida al club. Te voy a hacer una foto para que todas vean a nuestra nueva miembro. Sonríe”.

“Sí Celia, te queda genial”, le dije. Realmente me parecía que estaba muy guapa: el afeitado resaltaba la belleza de su cara y de sus ojos verdes. Le toqué la calva y me invadió una especie de gustito. Era realmente suave.

“Bueno Noemí, por esto era una reunión especial. Hoy sumamos una nueva calva al club. Además, creo que es nuestra última reunión juntas”.

“Pero… A ver, yo ya tengo material de sobra para el artículo, pero creo que podría seguir en el club, ¿no? De verdad, me ha encantado estar con vosotras…”.

“Lo siento, pero solo puede haber calvas. Si quieres entrar, Sebas tiene un hueco ahora…”.

“No, la verdad es que no”.

“Pues nos despedimos entonces. Si quieres hablar, tienes mi número”. Nos dimos dos besos y nos fuimos cada una por nuestro lado.

Ya en casa, me puse a pensar en todo aquello. En aquel club me había sentido muy acogida y era un grupo que merecía la pena, pero… ¿tanto como para deshacerme de mi pelo? ¿Y si me quedaba mal el rapado? ¿Qué dirían mis padres o mis compañeros de clase? Decidí pensármelo unos días.

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Author: mdj

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